Diferencia entre revisiones de «Principio del doble efecto»
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Es<ref>Esta voz está basada en {{cita publicación|apellido=Fernández|nombre=Aurelio|título=Diccionario de Teología moral|año=2005|páginas=1477|editorial=Monte Carmelo|issn=9788472399112}}</ref> | Es<ref>Esta voz está basada en {{cita publicación|apellido=Fernández|nombre=Aurelio|título=Diccionario de Teología moral|año=2005|páginas=1477|editorial=Monte Carmelo|issn=9788472399112}}</ref> un tema clásico de la Teología Moral, pero de aplicación frecuente. Se trata de cómo actuar cuando de una misma acción se siguen dos efectos: uno bueno y otro malo. ¿En tal caso se debe actuar? ¿Se imputa al agente también el efecto malo, a pesar de que no lo ha pretendido? ¿Puedo buscar un efecto malo, bajo el pretexto que también se sigue otro efecto bueno? Para estos y otros casos, se aplica el siguiente principio: Si se quiere actuar, cuando de la acción se siguen dos efectos, uno bueno y otro malo, se requieren que se den estas cuatro condiciones: | ||
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Revisión del 23:19 24 feb 2013
Es[1] un tema clásico de la Teología Moral, pero de aplicación frecuente. Se trata de cómo actuar cuando de una misma acción se siguen dos efectos: uno bueno y otro malo. ¿En tal caso se debe actuar? ¿Se imputa al agente también el efecto malo, a pesar de que no lo ha pretendido? ¿Puedo buscar un efecto malo, bajo el pretexto que también se sigue otro efecto bueno? Para estos y otros casos, se aplica el siguiente principio: Si se quiere actuar, cuando de la acción se siguen dos efectos, uno bueno y otro malo, se requieren que se den estas cuatro condiciones:
- Que la acción en sí misma sea buena o, al menos indiferente.
- Que el fin que se persigue sea obtener el efecto bueno y, simplemente, se permita el malo.
- Que el efecto primero e inmediato que se ha de seguir sea el bueno y no el malo.
- Que exista una causa proporcionalmente grave para actuar.
En el caso de que estas cuatro condiciones concurran simultáneamente, se puede actuar y al sujeto no se le imputa el segundo efecto, o sea el mal que se sigue, pues el efecto bueno justifica por sí mismo el que se ejecute una acción que lleva consigo un efecto malo, ciertamente previsto, pero que no es deseado.
No siempre resulta fácil interpretar estos cuatro supuestos, sobre todo si el efecto malo, tal como resalta el cuarto supuesto, es grave. El hecho es que los autores no se ponen de acuerdo al aplicarlo, por eso este principio ha despertado una amplia bibliografía.
Notas
- ↑ Esta voz está basada en Fernández, Aurelio (2005). Diccionario de Teología moral. Monte Carmelo. p. 1477. ISSN 9788472399112
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incorrecto (ayuda).
Otras referencias
- V. ALONSO, El principio de doble efecto en los comentarios de Santo Tomás de Aquino, desde Cayetano hasta los Salmanticenses. Roma 1937.
- C. J. Van der POEL, El principio de doble efecto, en AA.VV., "¿Principios absolutos en teología moral?". Sal Terrae. Santander 1970, 187-211.
- R. McCORMICK, El principio de doble efecto, "Concil" 120 (1976) 564-582.
- L. ROSSI, Principio de doble efecto, en "DETM", 233-247.
- F. CUERVO, Principios morales de uso más frecuente. Con las enseñanzas de la Encíclica "Veritatis splendor". Rialp. Madrid 1994, 79-144.
- M. CUYÁS i MATAS, Principio del "doble efecto": el caso de las siamesas, "BioetDeb" 22 (2000) 6-7.
- W. R. LARIMORE, El efecto abortivo de la píldora anticonceptiva y el principio del doble efecto, "CuadBioét" 12 (2001) 212-228.