Diferencia entre revisiones de «Vida humana»

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¿De qué vida hablamos? ¿Existe una especificidad de la vida humana que la haga distinta de la de los demás seres vivos conocidos hasta la fecha? ¿Existe una especificidad de la vida humana y, si existe, en qué se fundamenta?.
¿De qué vida hablamos? ¿Existe una especificidad de la vida humana que la haga distinta de la de los demás seres vivos conocidos hasta la fecha? ¿Existe una especificidad de la vida humana y, si existe, en qué se fundamenta?.
==== '''La vida humana es personal''' ====
La luz acerca de lo que es la vida humana sólo puede venir de la consideración acerca de la verdad de la [[persona]] humana. Se trata de partir de un dato real y fundamental: la relación existente entre vida humana y [[persona]] emergente en la experiencia común y universal. La vida humana se presenta como una realidad no definida plenamente en si misma, sino como esencialmente relativa a la [[persona]]. La vida humana no existe en sí y por sí, es una realidad que es propia de la [[persona]]; no existe en abstracto, siempre y sólo en concreto, es decir, como realidad poseída y vivida por la [[persona]].
La vida humana es pues el sujeto que vive. Decir vida humana es siempre un sujeto viviente. Un sujeto que tiene dentro de sí el principio vital: '''un ser subsistente que se auto posee y se autodetermina'''. Algunas corrientes presente en la [[Bioética (definición)|bioética]] actual, tienden a no considerar al hombre un puesto distinto al de otros animales superiores en la escala zoológica.
El postulado evolucionista de la ciencia moderna implica una continuidad entre el mundo de los animales y el de los hombres. No habría según ellos diferencias entre la vida animal y la vida humana. Sin embargo, la experiencia [[ética]] advierte espontáneamente una originalidad de las exigencias de respeto debido a la vida humana en relación con la vida de los animales. ¿Cómo explicar esta diversidad? ¿Qué significa vida personal? El hombre no es un mero ejemplar de la especie a la que pertenece. Tampoco es definible el ser [[persona]] con las características comunes a la especie: quiénes somos no es exactamente igual a cómo somos. '''Las [[Persona|personas]] no son algo son alguien.''' 
== '''Comienzo de la vida humana''' ==
== '''Comienzo de la vida humana''' ==
{{AP|Estatuto biológico del embrión humano}}
{{AP|Estatuto biológico del embrión humano}}
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Sólo la [[muerte]] pondrá fin a lo que comenzó en la fecundación. Por ello, no es difícil inferir que estamos ante la realidad hombre. Desde la fecundación no existe otra cosa que un hombre.  
Sólo la [[muerte]] pondrá fin a lo que comenzó en la fecundación. Por ello, no es difícil inferir que estamos ante la realidad hombre. Desde la fecundación no existe otra cosa que un hombre.  


Como  escribe la  '''Dra. López Moratalla''' : <blockquote>''“durante este proceso de desarrollo embrionario, su dotación genética, su peculiar diseño, se mantiene en cada una de las células. Cada parte de su organismo le pertenece durante toda su vida. La identidad de cada individuo, con todas las características particulares que le hacen ser ese individuo concreto, está expresada de forma precisa en su dotación genética, y permanece y siempre estará presente en todas y cada una de las células. En la dotación genética que herede de sus progenitores están escritos los caracteres que le hacen a ese individuo concreto de la especie Homo sapiens; ahí están sus particularidades ... Pero sobre todo ahí están encerradas las instrucciones precisas y claras para que se construyan los diversos órganos y tejidos... Ahí están las instrucciones para que adquiera, pasado un cierto tiempo, lo que se ha denominado el yo molecular; cada individuo es un ser biológicamente específico singular distinto de los demás, debido en última instancia a la capacidad de reconocer, de hacer frente a agentes invasores y, en ocasiones, destruir aquellos organismos y estructuras que reconoce como extrañas. Más aún, guarda memoria de ello. Y, por último, ahí, en el programa genético, también esta diseñado el límite de la edad, más allá del cual no le corresponde pasar, precisamente por ser un hombre. Este diseño, escrito como mensaje genético de cuatro letras, en los genes y cromosomas de cada individuo, se fija y determina por completo en su concepción: cuando el gameto paterno, espermatozoide, fecunda el óvulo materno y surge el cigoto, embrión de una célula”'' <ref>{{Cita libro|apellidos=López Moratalla|nombre=Natalia|enlaceautor=|título=Medicina Pastoral|url=|fechaacceso=|año=2002|editorial=Eunsa|isbn=84-313-1947-X|editor=Miguel Angel Monge Sánchez|ubicación=|página=|idioma=|capítulo=II: La vida biológica del hombre}}</ref>.</blockquote>'''La vida es un proceso único''', que empieza en la fecundación y no se detiene hasta la [[muerte]].
Como  escribe la  '''Dra. López Moratalla''' : <blockquote>''“durante este proceso de desarrollo embrionario, su dotación genética, su peculiar diseño, se mantiene en cada una de las células. Cada parte de su organismo le pertenece durante toda su vida. La identidad de cada individuo, con todas las características particulares que le hacen ser ese individuo concreto, está expresada de forma precisa en su dotación genética, y permanece y siempre estará presente en todas y cada una de las células. En la dotación genética que herede de sus progenitores están escritos los caracteres que le hacen a ese individuo concreto de la especie Homo sapiens; ahí están sus particularidades ... Pero sobre todo ahí están encerradas las instrucciones precisas y claras para que se construyan los diversos órganos y tejidos... Ahí están las instrucciones para que adquiera, pasado un cierto tiempo, lo que se ha denominado el yo molecular; cada individuo es un ser biológicamente específico singular distinto de los demás, debido en última instancia a la capacidad de reconocer, de hacer frente a agentes invasores y, en ocasiones, destruir aquellos organismos y estructuras que reconoce como extrañas. Más aún, guarda memoria de ello. Y, por último, ahí, en el programa genético, también esta diseñado el límite de la edad, más allá del cual no le corresponde pasar, precisamente por ser un hombre. Este diseño, escrito como mensaje genético de cuatro letras, en los genes y cromosomas de cada individuo, se fija y determina por completo en su concepción: cuando el gameto paterno, espermatozoide, fecunda el óvulo materno y surge el cigoto, embrión de una célula”'' <ref>{{Cita libro|apellidos=López Moratalla|nombre=Natalia|enlaceautor=|título=Medicina Pastoral|url=|fechaacceso=|año=2002|editorial=Eunsa|isbn=84-313-1947-X|editor=Miguel Angel Monge Sánchez|ubicación=|página=|idioma=|capítulo=II: La vida biológica del hombre}}</ref>.</blockquote>
 
== Coordinación, continuidad y  gradualidad ==
=== Coordinación, continuidad y  gradualidad ===
'''La vida es un proceso único''', que empieza en la fecundación y no se detiene hasta la [[muerte]].
Son las tres características centrales del desarrollo embrionario presentes en la especie humana.
 
Toda persona humana puede plantearse la siguiente pregunta: ¿cuándo he empezado Yo a existir?
 
Componente esencial del yo humano es la '''“corporeidad'''”. De ahí que empiece a ser cuando comienza a existir su cuerpo. La primera pregunta que debe entonces responderse es: ¿cuándo ha comenzado a existir mi cuerpo? A este interrogante la biología da una respuesta capital. En efecto, si desde un punto de vista fenomenológico se busca retroactivamente este momento –es decir, se recorre hacia atrás el proceso biológico realizado desde el momento en que me planteo la pregunta hasta el instante en que mi corporeidad ha aparecido en este universo– y se tiene en cuenta que según ley inviolable conquistada hoy por la ciencia, todo organismo se forma gradualmente, resulta espontáneo afirmar que ''mi cuerpo ha comenzado a existir en el momento de la '''fusión de los gametos''''', uno del padre y uno de la madre, de quienes soy hijo.
 
Esta observación, por lo demás elemental, ha constituido desde siempre un hecho aceptado como verdad evidente, incluso cuando no se sabía nada de '''embriología''' y de los mecanismos que rigen la formación de un nuevo ser humano. Más aún, puede afirmarse que, precisamente sobre esta común observación fenomenológica, se apoya quien realiza la fecundación in vitro y pretende dar, desde el mismo momento en que produce el cigoto, un “hijo” a los padres que lo han pedido; hijo que, cuando llegue al estadio de 4 u 8 células, será trasladado al útero materno, donde continuará el proceso del desarrollo corpóreo.


Contra esta convicción común se han levantado algunas objeciones que parecen apoyarse en algunos datos embriológicos.
Son las tres características centrales del desarrollo  presentes en la especie humana.


Sin embargo, los conocimientos actuales en el campo de la embriología y de la genética del desarrollo de los mamíferos en general y del hombre en particular –necesariamente parciales y siempre sujetos a posteriores interpretaciones y controles– proporcionan una prueba en favor de la inducción elemental realizada por la observación común. La exigencia de brevedad del presente documento nos obliga a indicar solamente dos grupos de datos. Nuestra convicción se funda en un análisis profundo de los mismos.
En efecto, de los datos actualmente adquiridos se desprende claramente que, a partir del embrión unicelular, y siguiendo una secuencia de cambios –que determinan las líneas celulares y la diferenciación de los tejidos, acompañados y/o seguidos de transformaciones morfogenéticas– se llega a la formación del organismo completo. Se resaltan tres importantes propiedades biológicas que caracterizan este proceso de desarrollo<ref>{{Cita libro|apellidos=Carrasco De Paula, Ignacio; Leone, Salvino; Palazzani, Laura|nombre=|enlaceautor=|título=Identidad y estatuto del embrión humano|url=|fechaacceso=|año=2000|editorial=Eiunsa|isbn=9788484690023|editor=|ubicación=|página=|idioma=|capítulo=}}</ref>:
 
# '''''Coordinación'''''. En todo el proceso, desde la constitución del cigoto hasta el final, se da una sucesión de actividades moleculares y celulares dirigidas por la información contenida en el genoma y controladas por las señales producidas por la múltiple e incesante interacción, a cada nivel, dentro del mismo embrión, y entre éste y su ambiente. Precisamente esta dirección y control son los responsables de la producción, coordinada rigurosamente, de miles de genes estructurales, lo cual implica y confiere una compacta unidad al organismo que se desarrolla en el espacio y en el tiempo.
El primer grupo de datos proviene del estudio del cigoto y de su formación. De ahí resulta que, en el proceso de fertilización, apenas el óvulo y el espermatozoo –dos estructuras celulares con diferente programa teleológico– interaccionan entre sí, inmediatamente empieza un nuevo sistema, que tiene dos características fundamentales:
# '''''Continuidad'''''. El “nuevo ciclo vital” que inicia con la fertilización prosigue sin solución de continuidad, si se cumplen les condiciones requeridas. ''Cada uno de los acontecimientos'' –por ejemplo: la multiplicación celular, la determinación celular, la diferenciación de los tejidos y la formación de los órganos– aparecen lógicamente en pasos sucesivos. Pero el ''proceso'' en sí que forma el organismo es continuo. Se trata siempre de un mismo individuo, que va adquiriendo su forma definitiva.Si en algún momento este proceso se interrumpiese, se produciría la “[[muerte]]” del individuo.
 
# '''''Gradualidad'''''. Algo necesario al proceso de formación de un organismo pluricelular es que éste adquiera su configuración definitiva pasando de formas más simples a formas cada vez más complejas. Esta ley de la gradualidad implica que, durante todo el proceso, desde el estadio unicelular en adelante, el embrión conserva su propia identidad e individualidad.
* a)  El ''nuevo sistema'' no es una simple suma de dos subsistemas, sino un todo combinado que, apenas los dos subsistemas han perdido su individuación y autonomía, empieza a actuar como una “nueva unidad”, intrínsecamente determinada para alcanzar su forma definitiva específica, si se dan todas las condiciones necesarias. De aquí la terminología clásica todavía en uso de “embrión unicelular”.
* b) Esta nueva unidad cuenta con un centro biológico o estructura coordinadora constituida por el “'''nuevo genoma”''', es decir, los grupos moleculares –visiblemente reconocibles a nivel citogenético en los cromosomas– que contienen y conservan la memoria de un diseño-proyecto bien definido, el cual posee la “información” esencial y necesaria para su realización gradual y autónoma. Este “genoma” identifica como biológicamente “humano” el embrión unicelular y especifica su individualidad. Además, confiere al embrión enormes potencialidades morfogenéticas; potencialidades que el mismo embrión irá actualizando gradualmente a lo largo de su desarrollo, a través de una interacción continua con su ambiente, tanto celular como extra-celular, de donde recibe señales y materiales.
El segundo grupo de datos aportados por el documento ''Identidad y estatuto del embrión humano'' del Centro de [[Bioética (definición)|Bioética]] de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, deriva del examen del desarrollo del embrión unicelular, examen realizado en mamíferos con amplitud y profundidad en laboratorio, y totalmente aplicable al embrión humano, no solamente por analogía sino también por otros muchos conocimientos que se poseen. En efecto, de los datos actualmente adquiridos se desprende claramente que, a partir del embrión unicelular, y siguiendo una secuencia de cambios –que determinan las líneas celulares y la diferenciación de los tejidos, acompañados y/o seguidos de transformaciones morfogenéticas– se llega a la formación del organismo completo. Se resaltan tres importantes propiedades biológicas que caracterizan este proceso de desarrollo:
* '''I. ''Coordinación'''''. En todo el proceso, desde la constitución del cigoto hasta el final, se da una sucesión de actividades moleculares y celulares dirigidas por la información contenida en el genoma y controladas por las señales producidas por la múltiple e incesante interacción, a cada nivel, dentro del mismo embrión, y entre éste y su ambiente. Precisamente esta dirección y control son los responsables de la producción, coordinada rigurosamente, de miles de genes estructurales, lo cual implica y confiere una compacta unidad al organismo que se desarrolla en el espacio y en el tiempo.
* '''II. ''Continuidad'''''. El “nuevo ciclo vital” que inicia con la fertilización prosigue sin solución de continuidad, si se cumplen les condiciones requeridas. ''Cada uno de los acontecimientos'' –por ejemplo: la multiplicación celular, la determinación celular, la diferenciación de los tejidos y la formación de los órganos– aparecen lógicamente en pasos sucesivos. Pero el ''proceso'' en sí que forma el organismo es continuo. Se trata siempre de un mismo individuo, que va adquiriendo su forma definitiva.Si en algún momento este proceso se interrumpiese, se produciría la “[[muerte]]” del individuo.
* '''III. ''Gradualidad'''''. Algo necesario al proceso de formación de un organismo pluricelular es que éste adquiera su configuración definitiva pasando de formas más simples a formas cada vez más complejas. Esta ley de la gradualidad implica que, durante todo el proceso, desde el estadio unicelular en adelante, el embrión conserva su propia identidad e individualidad.
El examen científico de estos datos conduce a una idéntica conclusión: que, en el momento de la fusión de los gametos una “'''nueva célula humana”''', dotada de una nueva estructura informativa empieza a actuar como una unidad individual que tiende a la completa expresión de su dotación genética, comportándose como una totalidad en constante y autónoma organización hasta la constitución de un organismo humano completo. Esta “nueva célula humana<nowiki>''</nowiki> es, por tanto, un “nuevo individuo humano”, que empieza “su propio ciclo vital” y que, cumplidas todas las condiciones internas y externas suficientes y necesarias, se desarrolla gradualmente, actualizando sus inmensas potencialidades según una ley ontogenética y un plan unificador intrínsecos.
El examen científico de estos datos conduce a una idéntica conclusión: que, en el momento de la fusión de los gametos una “'''nueva célula humana”''', dotada de una nueva estructura informativa empieza a actuar como una unidad individual que tiende a la completa expresión de su dotación genética, comportándose como una totalidad en constante y autónoma organización hasta la constitución de un organismo humano completo. Esta “nueva célula humana<nowiki>''</nowiki> es, por tanto, un “nuevo individuo humano”, que empieza “su propio ciclo vital” y que, cumplidas todas las condiciones internas y externas suficientes y necesarias, se desarrolla gradualmente, actualizando sus inmensas potencialidades según una ley ontogenética y un plan unificador intrínsecos.
Por tanto, no es conforme a una correcta lógica biológica el fijar, como se insinúa a veces, el momento del inicio del individuo humano en el 15 día después de la fecundación, es decir, cuando resulta visible la “estría primitiva” (primer esbozo de estructura nerviosa) y es imposible ya una separación gemelar; o retardarlo a la 8 semana, cuando aparece evidente, aunque sea en miniatura, la forma completa del organismo; o retrasarlo aún más, hasta que esté suficientemente formada la corteza cerebral.
Respetamos el esfuerzo realizado para elaborar tales opiniones, con el deseo de buscar la verdad sobre el inicio de un individuo humano. Pero los argumentos sobre los que se apoyan, examinados detenidamente, no son suficientes para probar tal postura ni para invalidar la conclusión que hemos propuesto.
La conclusión que se deriva de los datos de que dispone hoy la biología es que, desde el momento de la fecundación, el embrión es un individuo humano que inicia su ciclo vital.
La tarea de profundizar ulteriormente sobre la cuestión corresponde a la reflexión filosófica. Asumiendo el dato biológico en toda su extensión, debe clarificar la relación entre la conclusión biológica y el concepto de individuo humano entendido en su totalidad, y, al mismo tiempo, explicar el enlace que existe entre el período de la vida embrional y la constitución de la personalidad plenamente desarrollada.
Tal reflexión nos permite superar cualquier disociación entre la componente “biológica” y la componente “sociopsicológica” de la [[persona]], y, consecuentemente, entre el aspecto “ontológico” y el aspecto “fenomenológico” de la [[persona]].


La primera proposición que proporciona la reflexión racional es que '''el embrión humano no es una pura potencialidad''', sino una sustancia viva e individualizada.
La primera proposición que proporciona la reflexión racional es que '''el embrión humano no es una pura potencialidad''', sino una sustancia viva e individualizada.
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La unidad que existe a lo largo de todo el desarrollo del individuo humano, desde la fecundación hasta la [[muerte]], no es simplemente una continuidad biológica, sino que se trata de la unidad de todo el ser, corpóreo y espiritual, aunque la formación y la maduración del individuo se realicen progresivamente tanto en el plano somático como en el espiritual. El inicio de esta maduración, y de la relación entre corporeidad y espiritualidad de un sujeto único, no puede distinguirse del que señala el comienzo de una vida biológicamente individualizada.
La unidad que existe a lo largo de todo el desarrollo del individuo humano, desde la fecundación hasta la [[muerte]], no es simplemente una continuidad biológica, sino que se trata de la unidad de todo el ser, corpóreo y espiritual, aunque la formación y la maduración del individuo se realicen progresivamente tanto en el plano somático como en el espiritual. El inicio de esta maduración, y de la relación entre corporeidad y espiritualidad de un sujeto único, no puede distinguirse del que señala el comienzo de una vida biológicamente individualizada.


El hecho de que, desde un punto de vista psicológico y social, la [[persona]] humana realice su personalidad en un largo proceso de relaciones y de aportaciones culturales no excluye, sino que al contrario exige, que, desde un punto de vista ontológico, el individuo humano posea ya desde el inicio de la vida embrional aquello que le permite realizar su personalidad y, por tanto, exija que le sea reconocido el respeto debido a la [[persona]].
== '''La vida humana es personal''' ==
La luz acerca de lo que es la vida humana sólo puede venir de la consideración acerca de la verdad de la [[persona]] humana. Se trata de partir de un dato real y fundamental: la relación existente entre vida humana y [[persona]] emergente en la experiencia común y universal. La vida humana se presenta como una realidad no definida plenamente en si misma, sino como esencialmente relativa a la [[persona]]. La vida humana no existe en sí y por sí, es una realidad que es propia de la [[persona]]; no existe en abstracto, siempre y sólo en concreto, es decir, como realidad poseída y vivida por la [[persona]].


En consecuencia, desde el punto de vista de la realidad ontológica, se debe reconocer y atribuir la dignidad de [[persona]] a todo individuo humano desde el momento de la fecundación. En este sentido, no se ve cómo pueda subsistir un individuo humano que no sea, por lo mismo también [[persona]].
La vida humana es pues el sujeto que vive. Decir vida humana es siempre un sujeto viviente. Un sujeto que tiene dentro de el principio vital: '''un ser subsistente que se auto posee y se autodetermina'''. Algunas corrientes presente en la [[Bioética (definición)|bioética]] actual, tienden a no considerar al hombre un puesto distinto al de otros animales superiores en la escala zoológica.
 
Cuando se habla de [[persona]] en el lenguaje común, se piensa con frecuencia en un ser determinado e inteligente: en una realidad singular individualizada en un cuerpo; en una tradición histórica y como tal única, irrepetible; en una subjetividad que, precisamente por su individualidad es al mismo tiempo conciencia capaz de abrirse al universal y, por tanto, a los valores, a los significados de la existencia. En definitiva: '''la [[persona]] como autoconciencia''', libertad “orientada de sentido”, como “mirada sobre el mundo”. De este modo se configura una visión del hombre que podríamos calificar de completa y madura. Nos preguntamos entonces qué relación hay entre el cigoto y el hombre que se manifiesta en su plenitud personal.
 
Para dar respuesta se requiere clarificar la noción y el concepto de “fin”. El fin de un ente es aquello para lo cual aquel ente existe, empieza a existir, se estructura en su desarrollo y madura en su realización. El fin explica la existencia de un ente determinado y revela su porqué y su sentido. Al mismo tiempo, todo esto implica también que el fin no esté simplemente al final, sino que se halle presente desde el inicio del desarrollo como causa orientadora de aquel ser. Que al inicio no se entrevea el fin en toda su plenitud, no autoriza absolutamente a excluirlo de la realidad en ese primer momento de existencia: si no estuviese presente con su función orientadora; desde el comienzo, no existiría ninguna posibilidad de plenitud, y aquel ser no sería en absoluto lo que es ni antes ni después. Estas mismas consideraciones deben ser aplicadas al valor y a la dignidad ontológicos de ese ser: uno y otro no son acontecimientos puramente conclusivos, sino que le afectan desde el primer momento de su constitución; le caracterizan desde el inicio, precisamente porque pertenecen a su destino esencial.
 
En conclusión, el estudio de estos dos aspectos, tanto el razonamiento apoyado en la unidad de desarrollo del ser humano ya en el momento de la fecundación –unidad basada en el principio sustancialmente unificador del mismo desarrollo que excluye cualquier antropología dualista–, como la reflexión fundada en el concepto de fin o ''telos'' orientador de la maduración del ser humano, llevan a concluir que el inicio de la vida individual es al mismo tiempo, para el hombre, inicio de su vida personal.
 
Si se reconoce al embrión humano como individuo humano, con la cualidad y dignidad propias de la [[persona]] humana, consecuentemente debe reconocerse el deber de su protección jurídica.
 
El primer principio que ha de aplicarse al embrión humano es el que se refiere al derecho fundamental de todo hombre a la vida y a la integridad física y genética.
 
Por tanto, deben hacerse extensivas al embrión humano las garantías reconocidas a los niños, a los enfermos, y a los minusválidos físicos y mentales.
 
No se trata tanto de configurar un derecho especial, como de aplicar el derecho común a un caso particular. En consecuencia, y análogamente a lo que vale para el hombre ya nacido, debe sancionarse en primer lugar el derecho del hombre que va a nacer a la vida y a la salud, y la prohibición, con la correspondiente tipificación penal, de realizar sobre el embrión cualquier acción que, en su conjunto, no vaya dirigida en beneficio del mismo embrión. La vida del embrión humano, al igual que la del hombre ya nacido, debe ser considerada inviolable y no instrumentalizable para un fin externo, ni siquiera para la investigación experimental científica o médica, ni para proporcionar células o tejidos destinados a uso farmacológico o de trasplante, ni para la producción (clonación y quimeras) de otros seres humanos. Las legislaciones sobre la interrupción voluntaria del embarazo, aunque implícitamente reconozcan en abstracto la dignidad humana del embrión, de hecho han renunciado al deber de asegurarle una protección adecuada.
 
Un segundo principio, que debe inspirar toda legislación sobre nuestra materia, es '''el principio de la [[familia]]''': debe reconocerse y sancionarse para el concebido o para aquel que va a ser concebido, el derecho de ser llamado a la existencia en el contexto de un auténtico vínculo familiar.


===== '''La vida humana a la luz de la [[ética]]''' =====
El postulado evolucionista de la ciencia moderna implica una continuidad entre el mundo de los animales y el de los hombres. No habría según ellos diferencias entre la vida animal y la vida humana. Sin embargo, la experiencia [[ética]] advierte espontáneamente una originalidad de las exigencias de respeto debido a la vida humana en relación con la vida de los animales. ¿Cómo explicar esta diversidad? ¿Qué significa vida personal? El hombre no es un mero ejemplar de la especie a la que pertenece. Tampoco es definible el ser [[persona]] con las características comunes a la especie: quiénes somos no es exactamente igual a cómo somos. '''Las [[Persona|personas]] no son algo son alguien.'''
== '''La vida humana a la luz de la [[ética]]''' ==
La [[ética]] ofrece una luz potente sobre la [[vida]] humana, no sólo a nivel normativo como veremos a continuación sino también en el momento originario, ya que en la experiencia interpersonal es donde genéticamente surge el momento ético con sus correspondientes determinaciones práxicas. Una '''epistemología''' realista y una antropología adecuada, muestran y demuestran como no es posible separar [[vida humana]] de vida personal.  
La [[ética]] ofrece una luz potente sobre la [[vida]] humana, no sólo a nivel normativo como veremos a continuación sino también en el momento originario, ya que en la experiencia interpersonal es donde genéticamente surge el momento ético con sus correspondientes determinaciones práxicas. Una '''epistemología''' realista y una antropología adecuada, muestran y demuestran como no es posible separar [[vida humana]] de vida personal.  



Revisión del 13:14 22 abr 2020

¿Qué es la vida?

La vida es a primera vista para cada humano una experiencia espontánea, una experiencia que se da antes de que el hombre pueda decidir o querer o conocer[1]. La vida es dada. La vida es el fenómeno más impresionante que existe en la naturaleza y por ello es el más lleno de misterio de tal forma que se hace difícil apuntar una definición adecuada. El progreso de las ciencias experimentales ha aportado informaciones valiosas acerca de la vida humana, pero no sobre el por qué de ésta. La vida humana no es sólo el fenómeno vida como puede darse en un vegetal o en una bacteria o en un animal u hongo.

¿De qué vida hablamos? ¿Existe una especificidad de la vida humana que la haga distinta de la de los demás seres vivos conocidos hasta la fecha? ¿Existe una especificidad de la vida humana y, si existe, en qué se fundamenta?.

Comienzo de la vida humana

¿Cuándo comienza a ser una nueva vida humana?

A esta pregunta, la ciencia responde sin lugar a dudas hoy, que en el momento de la fecundación. Es una pregunta que sólo puede ser competentemente respondida desde la ciencia biológica y desde ninguna instancia más.

La unión de la célula germinal paterna y materna da lugar al cigoto. El cigoto es un individuo biológico, algo indivisible, algo impartible en sí mismo. Si se parte ciertamente habrá otra realidad pero ya no un individuo. Si nuestras células germinales ante dichas provienen de la especie humana, estamos ante un cigoto humano, ante un individuo humano, ante un ser humano.

El cigoto, según la ciencia biológica significa la estructura inicial de un nuevo individuo: en él se da cita una información biológica (genética) única, irrepetible, holística. En esta concreción biológica se concentran y anticipan las funciones vitales en orden a la construcción de un irrepetible organismo. Es una totalidad corpórea que tiende intrínsecamente a un desarrollo completo. El cigoto tiene ya todo lo esencial para el total desarrollo biológico. No experimentará añadidos necesarios a lo poseído desde el instante de su constitución existencial. El ambiente modificará accidentalmente su biología pero lo dado no es suprimido ni aumentado.

Sólo la muerte pondrá fin a lo que comenzó en la fecundación. Por ello, no es difícil inferir que estamos ante la realidad hombre. Desde la fecundación no existe otra cosa que un hombre.

Como escribe la Dra. López Moratalla :

“durante este proceso de desarrollo embrionario, su dotación genética, su peculiar diseño, se mantiene en cada una de las células. Cada parte de su organismo le pertenece durante toda su vida. La identidad de cada individuo, con todas las características particulares que le hacen ser ese individuo concreto, está expresada de forma precisa en su dotación genética, y permanece y siempre estará presente en todas y cada una de las células. En la dotación genética que herede de sus progenitores están escritos los caracteres que le hacen a ese individuo concreto de la especie Homo sapiens; ahí están sus particularidades ... Pero sobre todo ahí están encerradas las instrucciones precisas y claras para que se construyan los diversos órganos y tejidos... Ahí están las instrucciones para que adquiera, pasado un cierto tiempo, lo que se ha denominado el yo molecular; cada individuo es un ser biológicamente específico singular distinto de los demás, debido en última instancia a la capacidad de reconocer, de hacer frente a agentes invasores y, en ocasiones, destruir aquellos organismos y estructuras que reconoce como extrañas. Más aún, guarda memoria de ello. Y, por último, ahí, en el programa genético, también esta diseñado el límite de la edad, más allá del cual no le corresponde pasar, precisamente por ser un hombre. Este diseño, escrito como mensaje genético de cuatro letras, en los genes y cromosomas de cada individuo, se fija y determina por completo en su concepción: cuando el gameto paterno, espermatozoide, fecunda el óvulo materno y surge el cigoto, embrión de una célula” [2].

Coordinación, continuidad y gradualidad

La vida es un proceso único, que empieza en la fecundación y no se detiene hasta la muerte.

Son las tres características centrales del desarrollo presentes en la especie humana.

En efecto, de los datos actualmente adquiridos se desprende claramente que, a partir del embrión unicelular, y siguiendo una secuencia de cambios –que determinan las líneas celulares y la diferenciación de los tejidos, acompañados y/o seguidos de transformaciones morfogenéticas– se llega a la formación del organismo completo. Se resaltan tres importantes propiedades biológicas que caracterizan este proceso de desarrollo[3]:

  1. Coordinación. En todo el proceso, desde la constitución del cigoto hasta el final, se da una sucesión de actividades moleculares y celulares dirigidas por la información contenida en el genoma y controladas por las señales producidas por la múltiple e incesante interacción, a cada nivel, dentro del mismo embrión, y entre éste y su ambiente. Precisamente esta dirección y control son los responsables de la producción, coordinada rigurosamente, de miles de genes estructurales, lo cual implica y confiere una compacta unidad al organismo que se desarrolla en el espacio y en el tiempo.
  2. Continuidad. El “nuevo ciclo vital” que inicia con la fertilización prosigue sin solución de continuidad, si se cumplen les condiciones requeridas. Cada uno de los acontecimientos –por ejemplo: la multiplicación celular, la determinación celular, la diferenciación de los tejidos y la formación de los órganos– aparecen lógicamente en pasos sucesivos. Pero el proceso en sí que forma el organismo es continuo. Se trata siempre de un mismo individuo, que va adquiriendo su forma definitiva.Si en algún momento este proceso se interrumpiese, se produciría la “muerte” del individuo.
  3. Gradualidad. Algo necesario al proceso de formación de un organismo pluricelular es que éste adquiera su configuración definitiva pasando de formas más simples a formas cada vez más complejas. Esta ley de la gradualidad implica que, durante todo el proceso, desde el estadio unicelular en adelante, el embrión conserva su propia identidad e individualidad.

El examen científico de estos datos conduce a una idéntica conclusión: que, en el momento de la fusión de los gametos una “nueva célula humana”, dotada de una nueva estructura informativa empieza a actuar como una unidad individual que tiende a la completa expresión de su dotación genética, comportándose como una totalidad en constante y autónoma organización hasta la constitución de un organismo humano completo. Esta “nueva célula humana'' es, por tanto, un “nuevo individuo humano”, que empieza “su propio ciclo vital” y que, cumplidas todas las condiciones internas y externas suficientes y necesarias, se desarrolla gradualmente, actualizando sus inmensas potencialidades según una ley ontogenética y un plan unificador intrínsecos.

La primera proposición que proporciona la reflexión racional es que el embrión humano no es una pura potencialidad, sino una sustancia viva e individualizada.

Ciertamente, como todas las sustancias vivas, el embrión humano es un ser cuyo principio de desarrollo y de cambio reside en el interior de la misma sustancia. Precisamente el desarrollo del embrión viene determinado por el propio principio interno, y no por el de un ser externo, como por ejemplo el de la madre.Se demuestra entonces como equívoca y engañosa la afirmación según la cual el embrión sería un hombre en potencia: el embrión es en potencia un niño, un adulto, un anciano, pero no es un individuo humano en potencia: lo es ya en acto.

El óvulo, como el espermatozoide, son “en potencia” un individuo humano, y sólo si no se unen entre sí, el óvulo sigue siendo óvulo y el espermatozoide sigue siendo espermatozoide. Sin embargo, el cigoto es ya un individuo humano en acto, y desarrolla su propio programa interno, que, en cuanto tal, es ya completo, suficiente, individualizado y capaz de actualizarse a sí mismo, siempre y cuando se den las condiciones necesarias para el desarrollo.

Por tanto, antes de la fecundación, el espermatozoide y el óvulo poseen una mera posibilidad de constituirse en un sistema y en una entidad unificada. El cigoto, sin embargo, es un individuo dotado de vida propia, con la propia identidad que le confiere la posesión de un único principio sustancial unificador.

Es obvio que, para su desarrollo físico y cultural, el embrión necesita el ambiente externo, físico y cultural. Pero tales estímulos ambientales los asimila según su propia ley de desarrollo, exactamente igual a como lo hace el niño o el adulto. El salto cualitativo, esencial, se produce cuando dos sustancias, entre las que existe una mera relación externa (los gametos), pasan a formar una única sustancia (el cigoto). Este salto se da en la fecundación: ni antes ni después. Solamente en el mismo instante de la hombre.

La “unidad” sustancial del cigoto revela una “continuidad” sustancial con su desarrollo, precisamente porque el principio del crecimiento y del cambio es inherente a la misma sustancia. No puede hablarse, por tanto, de existencias diversas y sucesivas de un mismo embrión vivo, y así lo confirman plenamente los datos embriológicos. El mismo sujeto, al desarrollarse, conserva en cada fase sucesiva una unidad ontológica con la fase precedente, sin solución de continuidad.

Siguiendo la lógica racional, de esta verdad se debe concluir que hay una unidad ontológica en todo el proceso de desarrollo de una individualidad única que, una vez nacida, es reconocida por todos como poseedora de la cualidad y dignidad de persona humana.

La unidad que existe a lo largo de todo el desarrollo del individuo humano, desde la fecundación hasta la muerte, no es simplemente una continuidad biológica, sino que se trata de la unidad de todo el ser, corpóreo y espiritual, aunque la formación y la maduración del individuo se realicen progresivamente tanto en el plano somático como en el espiritual. El inicio de esta maduración, y de la relación entre corporeidad y espiritualidad de un sujeto único, no puede distinguirse del que señala el comienzo de una vida biológicamente individualizada.

La vida humana es personal

La luz acerca de lo que es la vida humana sólo puede venir de la consideración acerca de la verdad de la persona humana. Se trata de partir de un dato real y fundamental: la relación existente entre vida humana y persona emergente en la experiencia común y universal. La vida humana se presenta como una realidad no definida plenamente en si misma, sino como esencialmente relativa a la persona. La vida humana no existe en sí y por sí, es una realidad que es propia de la persona; no existe en abstracto, siempre y sólo en concreto, es decir, como realidad poseída y vivida por la persona.

La vida humana es pues el sujeto que vive. Decir vida humana es siempre un sujeto viviente. Un sujeto que tiene dentro de sí el principio vital: un ser subsistente que se auto posee y se autodetermina. Algunas corrientes presente en la bioética actual, tienden a no considerar al hombre un puesto distinto al de otros animales superiores en la escala zoológica.

El postulado evolucionista de la ciencia moderna implica una continuidad entre el mundo de los animales y el de los hombres. No habría según ellos diferencias entre la vida animal y la vida humana. Sin embargo, la experiencia ética advierte espontáneamente una originalidad de las exigencias de respeto debido a la vida humana en relación con la vida de los animales. ¿Cómo explicar esta diversidad? ¿Qué significa vida personal? El hombre no es un mero ejemplar de la especie a la que pertenece. Tampoco es definible el ser persona con las características comunes a la especie: quiénes somos no es exactamente igual a cómo somos. Las personas no son algo son alguien.

La vida humana a la luz de la ética

La ética ofrece una luz potente sobre la vida humana, no sólo a nivel normativo como veremos a continuación sino también en el momento originario, ya que en la experiencia interpersonal es donde genéticamente surge el momento ético con sus correspondientes determinaciones práxicas. Una epistemología realista y una antropología adecuada, muestran y demuestran como no es posible separar vida humana de vida personal.

La vida humana no es concepto teórico, ni un hallazgo de laboratorio. En el fondo no existe la vida humana, lo que vemos, tocamos, son personas vivas. La vida humana no es sólo materia orgánica, no es sólo coordinación enzimática, o no es sólo organización tisular. El sintagma vida humana está unido a la persona. La biología, la antropología y la filosofía nos ofrecen bellos hallazgos que provocan en el hombre estupor y contento.

Porque nos encontramos ante algo novedoso, distinto, singular, es decir único y, por tanto, irrepetible. Y si es irrepetible, quiere decir que no se puede sustituir. La vida humana, es irrepetible, insustituible, única, y por tanto incomunicable según la definición de persona acuñada por R. de San Víctor. Estos datos apuntados cuasi en lenguaje morse, nos dicen que la persona frente a la singularidad percibida frente a la vida humana reacciona, es decir, su libertad es interpelada absolutamente. No se encuentra el hombre de igual forma ante un teorema matemático o ante una oxidación bacteriana que ante la vida humana. El conocimiento en este último caso tiene un indudable valor ético, es decir, mueve a la razón práctica, -es decir la razón en cuanto guía cognoscitivamente las acciones intencionales del hombre-.

Por ello, la afirmación del ser personal es al mismo tiempo afirmación de una dignidad singular a reconocer y de exigencias éticas precisas a realizar. Sólo en la relación con la libertad de otras personas es dónde se establece el carácter personal del ser humano. La densidad ética de la relación interpersonal es el contexto en el cual se da o no el reconocimiento de la dignidad de la persona. Reconocer a las personas como tales es la primera obligación y el fundamento primero de cualquier deber ulterior.

El reconocimiento de la persona en su dignidad de fin y nunca como medio, de sujeto y no de cosa, de alguien a quien respetar y no de algo a usar, aparece como un acto debido, como una respuesta de la libertad adecuada a la realidad del otro y de la relación. Se presenta de forma absoluta y se impone a la conciencia de modo incondicionado.

A esto se opondría cierta concepción bioética que postula que no hay diferencias entre la vida humana y la vida animal como por ejemplo el sociobiologismo: lo que sería relevante desde un punto de vista ético sería no la pertenencia a una especie determinada sino la presencia de capacidades que cualifican a un ser de autónomo. Sólo los adultos tendrían el estatuto moral de personas y no siempre, como se está viendo en todo el debate sobre la eutanasia.

Enseñanza católica sobre la vida humana

Acción de Dios en el comienzo de cada vida humana

La razón última por la que la vida de todo hombre es vida de una persona y tiene un valor único que exige respeto absoluto e incondicionado es que, desde el mismo comienzo de su existencia, cada ser humano tiene una relación personal e inmediata con las Personas divinas, no una relación genérica como las otras criaturas.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, en el número 2258: “La vida humana es sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo a su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente”.

Todo hombre tiene una relación singular de origen con Dios por el hecho de haber sido creado personalmente por Él.

En la Sagrada Escritura, Dios es la fuente de la vida para todas las criaturas, pero al hombre se la ha dado de un modo único. Sólo el hombre –varón y mujer– y ninguna otra criatura ha sido creado a imagen de Dios (Gen 1,27). Es más, cada uno de todos los hombres ha sido creado como lo fue el primero por una obra personal y libre de Dios creador realizada por amor al hombre, es decir, buscando sólo el bien mismo del hombre y no alguna utilidad para Dios.

El hombre es la única criatura en la tierra que Dios ha “querido por sí misma” (Gaudium et spes 24) y el alma espiritual de cada hombre es “inmediatamente creada por Dios”( Humani generis AAS 42 (1950) 575; Pablo VI, Profesión del Credo, AAS 60 (1968) 436). Por eso, la generación de cada vida humana es un misterio que sólo en Dios, su creador, encuentra respuesta adecuada. Esta verdad revelada es central en el momento ético.

Por tanto, el propósito de la decisión creadora de Dios sobre el hombre es siempre la vida de una persona, nunca la vida meramente biológica. En la biología de la generación humana está inscrita la genealogía de la persona.

Juan Pablo II en la encíclica sobre la vida humana: “Cuando de la unión conyugal de los dos nace un nuevo hombre, éste trae consigo al mundo una particular imagen y semejanza de Dios mismo: en la biología de la generación está inscrita la genealogía de la persona” Evangelium Vitae 43.

La generación y el nacimiento de una persona no es fruto de una fecundidad abstracta, sino siempre de una acción personal inmediata de Dios que hace a los esposos –a un tiempo– colaboradores responsables de su amor creador. Una acción singular en el orden de lo creado como ha quedado señalado en otra parte de esta obra. Singularidad porque Dios comparte el poder creacional con unas criaturas. Esta participación del hombre, tener parte en algo, es más que lo indica con el término pro-creación.

Realmente el hombre y la mujer está llamada a participar del acto creativo de Dios que a través del proceso biológico por ella iniciado se da algo nuevo. Por otra parte, la biología de la reproducción suscita el acto creativo divino. Esto significa que ni natural ni técnicamente puede existir un individuo sólo biológicamente humano: si existe un individuo corporalmente humano, su principio vital es el alma que Dios ha creado inmediatamente para él y, por tanto, es un ser humano personal.

Protección de la vida humana

Desde la conciencia del valor y dignidad absoluta de toda vida humana, surge el momento ético, brota la responsabilidad de protegerla y defenderla, y el precepto “no matarás” (Ex 20,13; Dt 5,17). “El don se hace mandamiento, y el mandamiento mismo es un donEvangelium Vitae 52.

La prohibición de matar es un mandato absoluto, para proteger la vida inocente. Dios, pedirá al hombre cuentas de la vida de sus semejantes (Gen 9,5). Todo atentado contra la vida humana es un atentado no sólo contra Dios sino también contra la sociedad. Quien arrebata la vida a alguien, le quita todo lo que tiene y todo lo que podría llegar a tener; y arrebata a los demás los bienes que a través de esa persona concreta e insustituible Dios les quería dar. Y ello, de manera irreversible.

Sólo bajo la luz de estas enseñanzas se nos descubre plenamente qué es el hombre y quién es persona, y las consecuencias morales debidas a su valor y dignidad únicos. Como se ve, no es posible defender plenamente la dignidad de toda persona humana, su valor y dignidad únicos, sin afirmar su realidad sobrenatural tal y como enseña la revelación cristiana y se muestra plenamente en Jesús. Siendo esencial para concebir el sentido de la vida del hombre su referencia a Dios, se entiende que “perdiendo el sentido de Dios, se tiende a perder también el sentido del hombre, de su dignidad y de su vidaEvangelium Vitae 21.

Criterios morales en torno a la vida humana

¿Cuáles son los criterios morales para juzgar el recto ejercicio del hombre sobre la vida humana? Ya hemos apuntado como el señorío del hombre debe ajustarse a la ministerialidad. Tales criterios han de extraerse de una atenta consideración del fenómeno mismo de la intervención captada juntamente en su globalidad.

Clásicamente se ha apuntado como finalidades perseguidas, medios usados y consecuencias previstas. Son criterios generales que son los que se pueden ofrecer aquí y ahora pero no genéricos porque ofrecen luz para una serie de aplicaciones más o menos inmediatas sobre problemas concretos de cuestiones candentes de la bioética actual.

 Finalidades perseguidas

La finalidad primera es la defensa y promoción de la vida humana. Emerge del significado mismo de la vida humana confiada por Dios al hombre. En esta línea se ha movido siempre la ciencia médica y sus aplicaciones. Por tanto, no sólo la finalidad terapéutica, sino también en el sentido de mejoramiento de las condiciones de vida humana.

Ambas deben considerarse no sólo desde el punto de vista individual sino también social. Por otra parte, la finalidad de defensa y promoción de la vida humana puede de hecho, correr el riesgo de ser interpretada y consecuentemente realizada en términos unilaterales o incluso alternativos.

La vida humana es entendida en términos unilaterales cuando se protegen y desarrollan determinadas “cualidades” o bien cuando sólo se preocupa de la vida y salud de algunas personas solamente, llegando así a una forma de verdadera discriminación social. Por otro lado, la vida humana es entendida en términos alternativos cuando el hombre se propone alterar la misma estructura biofísica humana, hasta la tentativa a través de la ingeniería genética de construir un nuevo tipo de hombre.

La investigación ciertamente es participación también de esa responsabilidad ministerial que el hombre ha contraído con Dios. Es más puede expresar de forma eminente este aspecto.

Medios usados

A la pregunta de por qué el hombre interviene y debe intervenir en el ámbito de la vida humana, se añade el cómo interviene. Cómo el hombre se acerca a ese misterio puesto en sus manos. Y aquí entramos críticamente en el momento ético fuertemente contestado hoy en día. Por un lado el hombre tecnológico y secularizado, creyéndose la medida absoluta de sus elecciones, no reconoce en las modalidades operativas, es decir en los medios usados, una significación moral.

Esto es muy importante. Una significación moral en cuanto ésta es absorbida y resuelta en la intencionalidad subjetiva. Al mismo tiempo, el homo faber tiene el riesgo de ser presa de la propia ley del eficientismo, según la cual sólo cuentan los resultados que se quieren y pueden obtener técnicamente, vengan alcanzados como sea. A ello se suma que las intervenciones sobre la vida humana muchas veces permanecen ocultas a la opinión pública al ser materias especializadas y tratadas por un reducido número de personas. Pero en la misma ley científica, sólo el respeto a los medios moralmente legítimos utilizar, lejos de suponer un freno a las investigaciones, parecen señalar una condición indispensable para que el progreso científico-técnico pueda calificarse de humano.

El problema de los medios moralmente adecuados aparece junto con el tema de la experimentación. Ésta es completamente necesaria e insustituible porque sólo así el hombre conoce la realidad infrahumana y humana y puede ponerla en servicio de un auténtico progreso humano.

Pero precisamente por esto, la experimentación no puede prescindir de criterios morales que se resuelven, una vez más, en la defensa y promoción de la persona humana a todos sus niveles.

Apuntamos sintéticamente dos criterios éticos fundamentales:

  1. La experimentación debe ser respetuosa del sujeto humano sobre el que se interviene
  2. La experimentación debe desarrollarse en la línea de la estructura constitutiva, de los significados intrínsecos de la vida humana como tal, en particular en la línea de aquella estructura y aquellos dinamismos inherentes que están implicados en el surgir y en el desarrollo mismo de la vida humana.

En cuanto al primer criterio es de importancia extrema en la experimentación genética. El ser humano es tal ya desde la concepción, desde el inicio de su vida: la dignidad personal está constituida no según fases cronológicas, sino según su valor ontológico, o sea partir del hecho de que nos encontramos frente a una vida humana, a un ser humano aunque todavía no-nacido es ya.

En cuanto al segundo criterio, la experimentación hace relación a la artificialidad. El artificium (la técnica) es el instrumento que hace posible la obra de arte del hombre artista que interviene sobre la vida humana. Debe ser eso una obra de arte en el sentido noble del término. Es lo que ocurre cuando la intervención del hombre se encauza en el curso de la naturaleza humana sea para corregirla en situaciones defectuosas o patológicas. Es pues siempre y sólo en referencia al hombre, a sus valores y exigencias como es moralmente juzgada la intervención artificial.

Las consecuencias previstas

Por último, en la consideración moral, el hombre debe estar atento a las consecuencias que sus elecciones y sus acciones puedan tener, más allá del momento inmediato y de la misma vida individual, en el tiempo sucesivo y sobre las personas. Es este en concreto el problema del riesgo que está implicado en cada manipulación y, en particular en la manipulación de la vida humana. Si el riesgo es inevitable, la moral exige que sea contenido dentro de unos límites razonables. Y estos serán tanto más elevados cuanto más el sujeto humano sea sometido a experimentación en los albores de su vida y, por lo tanto, con consecuencias para el resto de su vida, corre el peligro próximo de morir o bien de ser suprimido; ser expuesto a amplias e imprevisibles consecuencias. La posibilidad de riesgos y consecuencias negativas exige que la intervención del hombre sobre el don de la vida respete algunas condiciones de partida y de continuación, como:

  1. La más seria y rigurosa preparación científico-técnica de cuantos realizan la experimentación.
  2. La obligación profesional grave de conocer la persona sometida a la intervención; la naturaleza, objetivo y riesgos a los que va a someterse, y de obtener de la misma un consentimiento que resulte concreto y realmente libre.
  3. La posibilidad de suspender la intervención si se atisban consecuencias negativas inaceptables.

Frente al caso específico, junto a estas premisas generales, la intervención del hombre deberá inspirarse juntamente en la ciencia y en la conciencia, deberá fijarse en los principios y en las normas y al mismo tiempo aprender la sabiduría y amor por la vida. En definitiva, todas las intervenciones dignas de tal nombre deben de fundarse en el respeto absoluto, con lo que esto significa al tratarse de la vida humana.

Conclusión

Todo converge en un punto y es reconocer que cada vez que aparece la vida humana estamos ante un novum, que la vida humana es una singularidad única en la creación. Lo infieren todas las ramas del saber que honestamente buscan científicamente conocer la realidad. Y la unanimidad de las distintas parcelas del saber es más que notaria. Confluyen en señalar que no puede darse en la actual realidad, una vida humana sin existir una persona humana.

En nuestro actual contexto vital, tan influido por el mundo mediático, las ideas pueden ser aparentemente distintas y confusas por un tiempo. No por mucho repetir de forma distinta una falsedad, ésta se convierte en verdad. El dato, la objetividad es dada. El hombre la recibe, ciertamente la interpreta, pero la recibe, no la crea. En el particular, lo más grande que existe no es dado y por ello, como escribía Juan Pablo II, la única actitud digna y justa de tal nombre es la retiene que la vida humana es un don que debe ser amado, un bien que debe ser servido, un derecho que debe ser tutelado y una gracia que debe ser acogida y promocionada. En abordarla así nos va mucho; nos va el futuro de nosotros y de nuestros hijos.

Bibliografía

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  • Identidad y Estatuto del embrión humano en Medicina e Morale 4 (1989) (suplemento).
  • L. Melina, Vivir y morir con dignidad (A. M. González- E. Postigo- S. Aulestiarte edds), Pamplona 2002.

Notas

  1. Simón Vázquez, Carlos (Mayo 2012). «Voz: Vida Humana». Simón Vázquez, Carlos, ed. Nuevo Diccionario Bioética (2 edición) (Monte Carmelo). 
  2. López Moratalla, Natalia (2002). «II: La vida biológica del hombre». Miguel Angel Monge Sánchez, ed. Medicina Pastoral. Eunsa. ISBN 84-313-1947-X. 
  3. Carrasco De Paula, Ignacio; Leone, Salvino; Palazzani, Laura (2000). Identidad y estatuto del embrión humano. Eiunsa. ISBN 9788484690023.