Diferencia entre revisiones de «Protocolo de Gröningen»
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Revisión del 00:13 10 ago 2020
La postura holandesa: el protocolo de Gröningen
Antecedentes
Este protocolo recibe su nombre del Hospital donde se elaboró.
La práctica discreta de la eutanasia activa, aunque técnicamente ilegal, se ha tolerado en Holanda desde hace más de 30 años. Desde 1992, en el marco de una modificación de la legislación sobre las inhumaciones, no era punible siempre que se llevara a cabo por un médico, de acuerdo a un conjunto específico de criterios y se informara al Ministerio Fiscal a través de una comisión regional.
Finalmente, la ley promulgada en Holanda por el Parlamento que entró en vigor el 1 de abril de 2002 (Ley de Verificación de la terminación de la Vida a Petición Propia y Auxilio al Suicidio[2]) permite a los médicos practicar la eutanasia o colaborar en el suicidio:
- Para los enfermos adultos que lo soliciten “de forma explícita, razonada y repetida”.
- Para los jóvenes desde los 16 hasta los 18 años que lo pidan por escrito (artículo 3, sección 2 de la ley).
- Para los adolescentes capaces de consentimiento, desde los 12 años hasta los 16, con la condición de que los padres mismos, o quienes desempeñen su tutela jurídica, den su consentimiento a la petición personal de los individuos afectados por una enfermedad incurable o por dolor (artículo 4, sección 2).
Los médicos quedan exentos de responsabilidad criminal cuando informan de su acción y muestran que han satisfecho los requerimientos del “cuidado debido”.[3] No se menciona en la ley la eutanasia activa para recién nacidos y niños pequeños que continúa siendo ilegal.
Por ejemplo, en 1995, la Justicia de aquel país absolvió a los doctores Prins y Kadjik que habían provocado la muerte de dos niños con días de nacidos a petición de sus padres, los cuales presentaban malformaciones congénitas, por "actuar responsablemente y de acuerdo con la ética médica vigente”. Posteriormente, en abril de 1996, la Corte de Apelación del Estado llegó a la misma decisión.
El control social era prácticamente nulo en estos casos, ya que los médicos no los denunciaban. Se notificaron una media de 3 casos anuales entre 1996 y 2001; sin embargo, en 2001, los médicos habrían suministrado fármacos para acelerar su muerte a unos 100 bebés de los 1088 niños que murieron con menos de un año.
En 2005, se publicó que, entre 1997 y 2004, la eutanasia había sido aplicada a 22 recién nacidos con espina bífida, sin repercusiones judiciales. El objetivo era presentar de un modo comprensible la manera en que se notifican y examinan los casos de terminación activa de la vida de recién nacidos en los Países Bajos[4]. Desde entonces, una comisión de expertos asesora a los fiscales en estos casos. Como la ley sigue sin incluir a los recién nacidos, la comisión se apoya en el protocolo elaborado por un grupo de pediatras del hospital de Gröningen.
Este protocolo no es una iniciativa aislada, sino que puede considerarse como el producto final de la historia de la neonatología holandesa.
El protocolo Gröningen
En marzo de 2005, el New England Journal of Medicine[5] (NEJM) publicó un artículo de los doctores Verhagen y Sauer del departamento de Pediatría del Centro Médico Universitario de Gröningen[6], en el que se detallaba la lista de situaciones en las que un médico podía poner fin a la vida de un bebé con el consentimiento de sus padres.
Su objetivo, era el de servir para controlar jurídicamente una práctica que, según ellos, se lleva a cabo desde hace años de un modo silencioso y sin control en los hospitales holandeses. Sería un ejercicio de transparencia y confianza en las decisiones médicas. Para ellos, el protocolo no sería el punto final de una pendiente resbaladiza, sino "una consecuencia racional lógica, signo de evolución de la práctica médica en su lucha por defender el derecho del paciente a una calidad de vida mínima".[6]
Sus autores presentaban tres grupos de pacientes en los que se podrían plantear decisiones de finalización de la vida:
- Neonatos sin posibilidad de supervivencia. Son pacientes que van a morir pronto tras el nacimiento, a pesar de una atención óptima. En ellos, decidir no iniciar o no continuar tratamientos que prolonguen la vida es una buena práctica médica.
- Neonatos que pueden sobrevivir a un tratamiento intensivo, pero cuyas expectativas de vida son sombrías. Renunciar o no iniciar el tratamiento en este grupo sería, entonces, aceptable si tanto el equipo médico como los padres están convencidos de que el tratamiento no es para el mejor interés del niño porque la perspectiva de recuperación es extremadamente baja.
- Neonatos que no dependen de un tratamiento médico intensivo, con estabilidad clínica, pero con un pronóstico de calidad de vida muy pobre asociado a un sufrimiento continuo y sin esperanza de mejoría. Es en estos pacientes en los que los padres y los médicos están de acuerdo en que la muerte podría ser más humana que continuar la vida.
Para los autores, las medidas de finalización de la vida pueden ser aceptables en algunos casos bajo condiciones muy estrictas. Las condiciones que señala el protocolo de Gröningen para la valoración de la eutanasia en un recién nacido son un "pronóstico sin esperanza" y un "sufrimiento incontrolable". Además, los padres deben estar plenamente de acuerdo, tras una rigurosa explicación de la enfermedad y el pronóstico; el equipo de médicos, incluyendo al menos uno que no esté directamente implicado en la atención del paciente, debe estar de acuerdo; y la enfermedad y el pronóstico deben estar muy bien definidos. De igual manera, el procedimiento debe realizarse de acuerdo a los estándares médicos aceptados.
Tras la muerte del bebé, los médicos deben denunciar el procedimiento a la autoridad judicial. Este estamento legal debe determinar si la decisión fue justificada y si se siguieron todos los procedimientos necesarios.
Tienen el apoyo de la Asociación Holandesa de Pediatría (NVK). El 23 de junio del 2005, siguiendo la propuesta de la dirección de la NVK, la asamblea de la junta general adoptó el protocolo de Gröningen como protocolo nacional[7]. Actualmente, la asociación nacional coordinadora de pediatras opina oficialmente que la terminación intencionada de la vida de neonatos es una opción aceptable en ciertas circunstancias.
El Comité ayuda al fiscal en la decisión de si procesar o no a los médicos implicados. Su opinión se envía al Colegio de Fiscales Generales el cual evalúa si el médico actuó de acuerdo con los estándares de un cuidado debido.
El Comité está vigente desde septiembre de 2006.
Respuestas al protocolo
Desde su primera publicación en idioma inglés, el Protocolo de Gröningen ha generado controversias por su contenido y marco de aplicación. Muchos bioeticistas y profesionales sanitarios han escrito en respuesta al Protocolo: argumentando a favor[8] o en contra[9]; o exponiendo en detalle las dificultades de la eutanasia en el ámbito neonatal y, específicamente, con el protocolo[10][11][12][13]. Además, el protocolo ha sido tema de debate en revistas como el American Journal of Bioethics[14][15][16][17][18] y el Hastings Center Report[19][20].
Respuesta de la Iglesia
La Academia Pontificia de la Vida publicaba, al poco de salir a la luz el protocolo, unas reflexiones de Monseñor Elio Sgreccia.[21] En ellas se refería tanto a un “último límite traspasado” como a la constatación de la ley del plano inclinado. Consideraba también los fundamentos éticos, desde su punto de vista, de tal “decadencia progresiva de la humanidad”.[21] Por un lado, el principio de autonomía, al que en este caso no cabe aludir ya que “con la medida que se acaba de tomar, se prescinde incluso de la voluntad del individuo, que, por su edad, es obviamente incapaz de hacer una opción personal y se la sustituye con la voluntad de otros, parientes o tutores, y con la interpretación del médico”.[21]
Según sus palabras: “Eso no es autonomía ni sentido de compasión”. Por otro lado, se ha apelado también a la conveniencia de librar del dolor “inútil” y del sufrimiento.
Para Monseñor Sgreccia “Prescindiendo de la dignidad que se ha de reconocer al dolor del enfermo y al valor de solidaridad que suscita la presencia del sufrimiento inocente, ¿acaso el dolor y el sufrimiento se curan con la violencia de la muerte anticipada?”[21]
Encuadra este desarrollo de la ley de la eutanasia en Holanda dentro de un darwinismo social y en una dimensión utilitarista por la que “estaríamos bajo el dominio de la sociedad de los fuertes y sanos, y dentro de la lógica de la primacía de la economía”.[21] Para el entonces presidente de la Academia Pontificia de la Vida, lo que se está perdiendo en la cultura es el principio de humanidad.
“La cuestión fundamental consiste en redescubrir la dignidad del hombre, de todo hombre como portador del valor de persona, un valor que trasciende la realidad terrena, fuente y fin de la vida social, un bien en el que converge el universo (…) Se trata de salvar, a la vez, el concepto de humanidad y el fundamento de la moralidad, respetando la vida y la dignidad de la persona”[21]
Situación actual
Casi 10 años después de la publicación del protocolo de Gröningen en el NEJM, el mismo autor se pregunta sobre los efectos del protocolo en la práctica y sobre las lecciones aprendidas.[22]
Según el autor, la publicación del protocolo (PG) y su refrendo por la NVK hizo que la declaración de la eutanasia neonatal fuera teóricamente más fácil ya que los requisitos estaban más claros y el procedimiento más fácil de seguir.
Inesperadamente, en estos años de seguimiento, los casos de eutanasia declarados han disminuido de 15 a 2, y en el caso de anomalías congénitas a 0[23]. Para el autor, esto muestra que la disminución de la incidencia puede ser el efecto de una mayor transparencia y una clara regulación, lo que resulta en un control adecuado en las decisiones de final de la vida.
En conclusión, para Verhagen, este enfoque parece funcionar en Holanda y les permite demostrar que la legalización de la eutanasia (neonatal) no lleva necesariamente a un mal uso indiscriminado como habían predicho ampliamente los detractores de la despenalización de la eutanasia.
Otras voces
Bibliografía
- Martín Hortigüela, María Elena (2015). «Análisis del debate sobre la eutanasia neonatal a través de la literatura actual». Cuadernos de Bioética (Hospital General Universitario de Alicante) XXVI. Consultado el 9 de agosto de 2020.
Referencias
- ↑ «Prof. dr. A.A.E. Verhagen».
- ↑ BieticaWeb (24 de febrero de 2004). Holanda: Ley de la Terminación de la Vida a Petición Propia y del Auxilio al suicidio asistido. Consultado el 9 de agosto de 2020.
- ↑ The Minister of Justice; The Minister of Health, Welfare and Sports (Abril de 2001). «Dutch law on Termination of life on request and assisted suicide». Ministerie van Buitenlandse Zaken (137). Consultado el 9 de agosto de 2020.
- ↑ Laane, H.M. (Mayo de 2005). «Deliberate termination of life in newborns in The Netherlands; review of all 22 reported cases between 1997 and 2004». Ned Tijdschr Geneeskd 149 (20): 1134-5. PMID 15932147. Consultado el 9 de agosto de 2020.
- ↑ «New England Journal of Medicine».
- ↑ 6,0 6,1 Verhagen, Eduard; Sauer, P.J. (2005). «The Groningen Protocol — Euthanasia in Severely Ill Newborns». New England Journal of Medicine 352: 959-962. doi:10.1056/NEJMp058026. Consultado el 9 de agosto de 2020.
- ↑ «Punto de vista NVK 'Procedimiento para la terminación activa de la vida de los recién nacidos'».
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- ↑ 21,0 21,1 21,2 21,3 21,4 21,5 Sgreccia, Elio (3 de septiembre de 2004). La eutanasia en Holanda incluso para niños menores de doce años. Roma: Vaticana. Consultado el 9 de agosto de 2020.
- ↑ Eduard Verhagen, A. A. (Agosto de 2014). «Neonatal euthanasia: Lessons from the Groningen Protocol». Literature Review. doi:10.1016/j.siny.2014.08.002. Consultado el 9 de agosto de 2020.
- ↑ Eduard Verhagen, A.A. (Mayo de 203). «The Groningen Protocol for newborn euthanasia; which way did the slippery slope tilt?». J Med Ethics 39 (5): 293-5. PMID 23637430. doi:10.1136/medethics-2013-101402. Consultado el 9 de agosto de 2020.