Diferencia entre revisiones de «Persona»

De Bioeticawiki
Línea 58: Línea 58:


===Contexto ideológico de los personalismos modernos===
===Contexto ideológico de los personalismos modernos===
En el siglo XX, diferentes autores personalistas decidieron definir lo que es la persona y sus relaciones con la sociedad. Reaccionan revalorizando una idea de ‘persona’. La mayoría de estos autores están insertos en una fe cristiana, o en un ambiente judío.
¿Por qué se sitúan así estos autores? Porque tienen una idea de Dios y de la ‘''persona''’. Reaccionan ante unas corrientes que tienen delante (''estas corrientes son el fuerte individualismo de las tradiciones liberales burguesas y los colectivismos que disuelven la persona en la sociedad''). Los personalistas redescubren la importancia de la noción de persona en cuanto '''sujeto espiritual''' (''Hecho a imagen y semejanza de Dios. Es libre. Abierta a la Verdad y a la Belleza. Subraya así el valor de la persona'') y su '''ser para la relación''' (''Primeramente con Dios y también con los demás'').


==Reflexiones en la filosofía moderna sobre el concepto==
==Reflexiones en la filosofía moderna sobre el concepto==

Revisión del 23:52 18 feb 2014

La riqueza del ser de la persona no es fácil conceptuarla. Para la Filosofía y la Teología es clásica la definición de Boecio:"Sustancia individual de naturaleza racional". Más simplemente sin empeñarse en definirla, el DRAE la califica brevemente: "Individuo de la especie humana".Es decir, persona es cada hombre y cada mujer que son generados, nacen y pisan este mundo en que vivimos.

Historia del concepto persona

Epóca antigua y patrística: Origen del término

Originariamente, "persona" deriva de la nomenclatura del teatro; en concreto, de la "máscara" que caracterizaba a un personaje determinado, pues "per-sonaba", es decir, "sonaba" o mejor "resonaba" la voz en la concavidad de la máscara que el actor se colocaba en el rostro para representar al personaje en cuestión (Dramatis personae) . En la lengua griega, el término para designar a la persona era "prósôpon", que los latinos tradujeron por "persona", y así pasó sin cambio fonético alguno al español.


Más tarde, en la teología cristiana, Tertuliano ya había empleado el concepto de "persona", el que fue usado con profusión para tratar de explicar el Misterio Trinitario y la realidad humano-divina de Jesucristo. Es evidente que el término "persona" ayudó a esclarecer nocionalmente el misterio de la Santísima Trinidad, en la unidad de su naturaleza y en la trinidad de personas. Asimismo, fue un apoyo intelectual a los teólogos y a los Concilios para definir las verdades en torno a Jesucristo: una persona, pero con doble naturaleza, humana y divina.

Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio fue un filósofo romano del siglo VI, y a quien se atribuye la primera definición técnica de persona.
Tertuliano (160 d.c - 220 d.c) "Se nos pide cómo designar a estos tres (la Trinidad) y se ha hablado de substancias o de personas. Por estos nombres no se ha querido tanto comprender su distinción, sino la singularidad" (De Trinitate, VII, 4, 9 –Tertuliano-).


Esta misma enseñanza constituyó el subsuelo intelectual de toda la reflexión teológica desde santo Tomás de Aquino. En efecto, el Aquinate parte de la definición de la persona según Boecio, si bien acentúa el aspecto íntimo de la misma. Por eso no habla de "algo" (quid), sino de "alguien" (aliquis, quis). De aquí la interpretación del "prosopon" como "suppositum" o "sujectum" [1]. Las explicaciones del Aquinate a Boecio, como escribe Guggenberger, "resaltan el factor `personalizante´ que atañe a todo lo que es persona, eliminando aquello en que no consiste, por ejemplo, en la naturaleza humana individual por sí sola" [2].


Es claro que este concepto de persona deriva de una filosofía "sustancialista" (de ahí la definición de "sustancia individual"), que entiende lo real como ontológico, es decir, deriva de la concepción óntico-ontológico de la realidad. Indiscutiblemente, una filosofía realista no puede abandonar esta definición; más aún, ha de considerarse como un feliz hallazgo, dado que alcanza a definir la persona como ese ser individual, distinto a cualquier realidad del entorno en que vive, y que se caracteriza por ser de "naturaleza racional", frente a los demás seres que no alcanzan la racionalidad.

Santo Tomás de Aquino, filósofo y teólogo italiano analizo el concepto de persona en su obra "La Suma Teológica"


No obstante, otras corrientes filosóficas, que acentúan el aspecto subjetivo de esa naturaleza o ser de índole racional, pretenden negar validez a esta definición, a la que califican de "metafísica", dado que va más allá de los fenómenos vitales con que se manifiesta y expresa la persona humana. A algunos filósofos vitalistas les parece que Boecio (y los escolásticos, sus seguidores) ha "cosificado" a la persona, como "la mariposa disecada y clavada sobre una cartulina" (Bergson). Otros van más allá, pues niegan cualquier entidad en sí a la persona, puesto que la caracterizan como pura subjetividad: no tiene esencia, sino que es un puro existente (Sartre). La doctrina en torno a la persona, desde el racionalismo cartesiano y las antropologías a partir del vitalismo, el historicismo y el existencialismo, son muy numerosas [3].


Es de justicia reconocer que, sin renunciar a la definición de persona por su ser (definición ontológica), esta definición cabe enriquecerla con los elementos que sustenta la subjetividad, pues esa "sustancia individual" no es una "cosa", sino un sujeto vivo que encierra en sí grandes realidades imprevistas, pues rompe con todo programa. Además, no cabe sólo interpretarlo "desde fuera", sino que es preciso acercarse a su intimidad, para descubrir que no se trata de un simple "qué", sino de un "quién". Es lo que con tanta frecuencia insiste el filósofo Julián Marías: "Al hablar del `hombre´ (es decir, de la estructura empírica de la vida humana) se corre el riesgo de verlo desde fuera, inevitablemente como una cosa; cuando se piensa `interiormente´ se cae en la subjetividad y la psicología. Para intentar comprender la persona misma, como tal, era menester descubrir la vida, para verla desde dentro de la vida, que no acontece ´dentro´, sino en el mundo. Y falta un paso más, sin el cual ese conocimiento no es posible: el quién que es la persona es lo más íntimo pero consiste en ir fuera de la realidad. La persona es a la vez intimidad y trascendencia. Por consiguiente, hay que evitar el escollo en que tantas veces se ha tropezado: ver la persona `desde fuera´, como algo que `está ahí´. Con ello se recae en el modelo mental de la cosa, en lugar de verla como lo que es: un acontecimiento dramático; un sujeto que es alguien que consiste en acontecer. Y es peligroso emplear el término `sujeto´, porque puede hacer pensar en el subjetivismo, algo ajeno a la condición personal, transitiva y futuriza de la persona" [4]

Época moderna

La visión racionalista

La época moderna se caracteriza por varios acontecimientos. Uno de ellos es el surgimiento de las ciencias,en el sentido moderno del término las ciencias naturales son las que describen la realidad. El primer gran progreso es descubrir que la naturaleza tiene una entraña matemática. Por ejemplo Newton encuentra leyes matemáticas para explicar el movimiento de los objetos.Por ejemplo, la ley de gravitación universal, supuso pasar de un conocimiento cualitativo a un conocimiento cuantitativo.


Descartes habla de res cogitans, res extensa. La realidad es una red extensa, una materia organizada, que está sometida a leyes mecánicas. Por otro lado habla de la res cogitans, el alma, pero no sabe establecer una relación entre ambas. El hombre es una res extensahabitada por una res cogitans. Establece una separación entre ambas, un aislamiento entre la res cogitans y la res extensa.


Consecuencias de este planteamiento:

  1. Se desplaza la personalidad hacia el espíritu, hacia la conciencia.
  1. Se duda de la consistencia ontológica de la persona (substancia).


Okham por otra parte señalaba : “entia non sunt multiplicanda sine necessitate”, es decir, “no hay que multiplicar los entes sin necesidad”. Niega la validez del término substancia, intentando explicar toda la realidad a través de los hechos experimentales. Basta un conjunto de experiencias interiores unidad por la memoria. Persona deriva hacia conciencia y no significa tanto substancia o sujeto ontológico.

La definición moral de Kant

Realiza una definición moral de la persona, señalando "La humanidad misma es una dignidad, porque el hombre no puede ser tratado ni por otro ni siquiera por sí mismo como un simple medio, sino siempre a la vez, como un fin, y en ello estriba precisamente su dignidad.” Las cosas que se utilizan sólo como medios reciben el nombre de cosas. En cambio a los seres racionales reciben el nombre de personas porque su naturaleza los destaca ya como fines en sí mismos".

Hegel y la disolución del individuo

La época moderna subraya el papel de la conciencia,un ser humano es una conciencia, un sujeto ante distintos objetos de los cuales adquiere conocimiento y libertad. Hegel establece un giro, pues no se fija en los sujetos, sino en la cultura. El protagonista de la historia es el crecimiento de la cultura, es decir, de los frutos del espíritu humano. El espíritu que crece y se realiza a través de las personas. Cada individuo es un momento en el desarrollo del espíritu absoluto. Contempla la historia del desarrollo de conocimiento de la cultura (técnica, derecho, etc.).


Las naciones, cada una con su espíritu, su cultura nacional, con los protagonistas de su espíritu,se podría decir que es un precedente teórico de los totalitarismos que justifica el estado absoluto por encima de las personas. Esto será criticado por Kierkegaard, que defiende al individuo. Y por los personalistas que defienden que el sujeto es persona y relación, no sólo un sujeto ante objetos.

Contexto ideológico de los personalismos modernos

En el siglo XX, diferentes autores personalistas decidieron definir lo que es la persona y sus relaciones con la sociedad. Reaccionan revalorizando una idea de ‘persona’. La mayoría de estos autores están insertos en una fe cristiana, o en un ambiente judío.


¿Por qué se sitúan así estos autores? Porque tienen una idea de Dios y de la ‘persona’. Reaccionan ante unas corrientes que tienen delante (estas corrientes son el fuerte individualismo de las tradiciones liberales burguesas y los colectivismos que disuelven la persona en la sociedad). Los personalistas redescubren la importancia de la noción de persona en cuanto sujeto espiritual (Hecho a imagen y semejanza de Dios. Es libre. Abierta a la Verdad y a la Belleza. Subraya así el valor de la persona) y su ser para la relación (Primeramente con Dios y también con los demás).

Reflexiones en la filosofía moderna sobre el concepto

El resultado de las nuevas reflexiones sobre la condición personal del hombre es que pocas realidades han tenido tanta evolución a lo largo de los siglos como el concepto de "persona". El filósofo Ferrater Mora lo constata en estos términos:


"El concepto de persona ha ido experimentando ciertos cambios fundamentales, por lo menos en dos aspectos. En primer lugar, en lo que toca a la estructura. En segundo término, en lo que se refiere al carácter de sus actividades. Con respecto a la estructura se ha tendido a abandonar la concepción "sustancialista" de la persona para hacer de ella un centro dinámico de actos. En cuanto a sus actividades, se ha tendido a contar entre ellas las volitivas y las emocionales, tanto o más que las racionales. Solamente así, piensan muchos autores, es posible evitar realmente los peligros del impersonalismo, el cual surge tan pronto como se identifica demasiado la persona con la sustancia y ésta con la cosa, o la persona con la razón y ésta con la universalidad" [5]


Ahora bien, la expresión "centro dinámico de sus actos", si no incluye la sustantividad de la persona, es, al menos en la Teología Moral, equívoca, pues rompería la conexión moral de los actos humanos. Como afirma Zubiri, "la persona no consiste en ser sujeto, sino en ser subsistente" [6].Pero, afirmado ese "ser subsistente", la filosofía moderna subraya la operatividad. Así Millán-Puelles, que define a la persona como "ser subsistente", añade: "Las personas son individuos con capacidad de iniciativa" [7]


En medio de tales especulaciones, parece que en los ambientes teológicos se llega a un consenso al afirmar que la persona es algo en sí, irreductible a cualquier otra realidad; es de otro orden si se compara con cualquier otro ser de su entorno. Por ello, su especificidad no se cataloga en la gama de los seres puramente animales, sino que aporta una subjetividad tan rica (conocimiento, tendencias, libertad, sentimientos...), que tampoco cabe encerrarla sólo en la categoría de "sustancia individual", tal como se aplica a otros seres. No es "algo", sino "alguien"; es un "Yo" que hace referencia a otros seres de su especie con los que vive y con-vive, y a los que se dirige con un "Tú". Ese aspecto dialogal del ser subsistente es una de las características de ese ser vivo, inteligente y libre, que se abre a los otros y que denominamos "persona".


En Teología Moral el concepto de persona adquiere especial relieve, por cuanto quien actúa es, precisamente, la persona. De ahí que la condición personal del individuo no se pueda guiar por la simple espontaneidad, menos aún por la fuerza de los instintos, sino que, tanto su índole "racional" como la libertad que se origina de su condición espiritual y sobretodo su calidad de "hijo de Dios", imponen al hombre un tipo de conducta. Consecuentemente, en la concepción cristiana de la persona, tampoco es suficiente la conducta moral que propone la ética filosófica, sino que se exige un nuevo comportamiento. En este sentido, la moral cristiana tampoco es la ética del humanismo, sino un tipo de conducta que refleje la altura de su ser. Como escribe J. Pieper: La moral sobrenatural del cristiano se distingue de:


  1. La moral del gentleman (del caballero)
  2. la conexión íntima de las virtudes cardinales con las teologales


El filósofo alemán muestra cómo incluso las cuatro virtudes cardinales se diferencian, bien sea ejercitadas por un cristiano o por un no creyente [8].

En resumen, en medio de esta amplia y difícil reflexión sobre el concepto de persona, la Teología Moral ha de destacar en todo momento los siguientes elementos que se integran en el ser personal:

  • 1. La realidad del alma y la unión radical del cuerpo y del alma. La persona es "uno en cuerpo y alma" (GS 14; CEC 362-365). Y con esa dimensión espiritual, se ha de destacar el papel de la libertad, de la conciencia, de la afectividad, etc. Al tiempo,que entiende el actuar ético como un actuar responsable.
  • 2. La inclinación profunda al mal. Es un hecho atestiguado por la experiencia de cada uno y que está avalado por el dogma cristiano del pecado original. El desconocimiento de esa "herida" originaria en lo más profundo de su persona es un dato irrenunciable para explicar el origen del mal moral, al tiempo que es una exigencia para buscar los medios adecuados para superarlo.
  • 3. La socialidad o alteridad como constitutivo de su ser. Su condición social permite que la persona se comunique con los demás y lleve a la convivencia las exigencias sociales y políticas de la fe. La dimensión esencial de la socialidad es también un estímulo para "superar la ética individualista" (GS 30).
  • 4. La eticidad. Las exigencias morales brotan de la propia estructura de su ser y no por imperativos de las costumbres, de la sociedad o de las religiones. La definición aristotélica del hombre como ser ético (Política I, 1, 1253a), está ratificada con la narración bíblica del "árbol de la ciencia del bien y del mal" (Gén 3,1-7).
  • 5. La historicidad. La persona es un ser histórico, por lo cual cuenta con el tiempo y con su actuar moral trata de desvelar el misterio de su acción en el marco del cristianismo, que se entiende como "historia de la salvación". También aquí tiene aplicación la enseñanza de la Veritatis splendor, al afirmar que "para poder aprehender el objeto de un acto, que los especifica moralmente, hay que situarse en la perspectiva de la persona que actúa" (VS 78).
  • 6. Apertura a la trascendencia. El hombre no es un ser cerrado sobre sí mismo, sino que se siente religado a un ser superior al cual debe su existencia y al cual orienta su vida. Y, visto desde Dios, el hombre se siente llamado por Dios y es invitado a seguirle. De aquí que la moral cristiana se entienda como una llamada de Cristo a seguirle e imitar su vida.
  • 7. Dimensión sobrenatural del ser y de la existencia cristiana. Esta nota es específica de la antropología del bautizado. La vida del hombre comunica con la vida de Dios, y esa nueva condición de su ser demanda un nuevo tipo de comportamiento que conduce a la "transformación en Cristo. La cima de la moral cristiana es la expresión paulina: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gál 2,20).



Bibliografía

  1. de Aquino, Santo Tomás (2001). Suma Teológica. Mare Nostrum. p. 29. ISBN 8492349972. 
  2. Marías, J. (1966). Conceptos Fundamentales de la Teología. Madrid: Cristianidad. 
  3. Antropología del siglo XX. Salamanca: Sígueme. 1976. 
  4. Persona. Madrid: Alianza. 1996. p. 17. 
  5. Diccionario de Filosofía. Madrid: Alianza. 1984. p. 2253. 
  6. Zubiri, Blondel (1986). Sobre el hombre. Madrid: Alianza. p. 122. 
  7. Léxico filosófico. Madrid: Rialp. 1984. pp. 458-459. 
  8. Pieper, J. (1980). Las virtudes fundamentales. Madrid: Rialp. pp. 16-29.