Célula
El conocimiento de las células va unido a la aparición de los primeros microscopios que hicieron posible su visualización en los tejidos de las plantas y animales.
El término célula debe su nombre a las celdillas que observó y describió por primera vez el botánico inglés Robert Hooke (1635-1702) al utilizar un rudimentario microscopio y observar los pequeños huecos poliédricos que constituían la estructura de algunos tejidos vegetales como el corcho. Sus extraordinarios observaciones microscópicas con detallados dibujos fueron publicadas en 1665 en su obra Micrographía.
El primer microscopio que permitió hacer unos primeros descubrimientos de seres microscópicos constituidos por una sola célula, los protozoos, se debe al holandés Anton Van Leeuwenhoek(1632-1723), que construyó un microscopio simple con el que logró observar además los glóbulos rojos, fibras musculares, espermatozoides, etc.
La existencia de las células en los tejidos fue confirmada por dos investigadores alemanes del siglo XIX, el botánico Matthias Schleiden(1804-1881) y el fisiólogo animal Theodor Schwann(1810-1882), que coincidieron en la descripción de las células como compuestas por un magma o citoplasma rodeado por una pared membranosa y con un núcleo central.
Importante fue también la aportación del médico y biólogo alemán Rudolph Virchow(1821-1902), que enunció el conocido principio «omnis cellula e cellula», base de la Teoría Celular que manifiesta el concepto de una célula siempre procede de otra célula. Este principio es central en el conocimiento del desarrollo ontológico de los seres pluricelulares, el crecimiento corporal, la diferenciación celular y otra serie de fenómenos de interés en el contexto de los temas a tratar en este libro.
El mecanismo que hace posible la división de una célula en dos es la mitosis, cuyo descubrimiento de debe al médico alemán Walther Flemming (1843-1905) que siguiendo la idea de Virchow acuñó la expresión «omnis nucleus e nucleus». Culminan esta serie de importantes descubrimientos el de la meiosis realizado por el biólogo belga Édouard Van Beneden (1846-1910). Sus investigaciones en el gusano parásito Ascaris megalocephala le llevaron a descubrir los mecanismos de la meiosis y de la fecundación, base del entendimiento de la reproducción sexual en los organismos superiores.
Mediante la meiosis se forman los gametos, con la mitad de cromosomas que las células del tejido germinal del que provienen y tras la fusión de los gametos y de los pronúcleos masculino y femenino, se reconstruye la dotación doble de cromosomas y la formación del cigoto, primera célula de un nuevo organismo en los seres con reproducción sexual.
Con el desarrollo de la citología a lo largo del siglo XIX se fueron descubriendo los demás elementos internos constitutivos de las células. De este modo se distinguen dos espacios en el interior de la célula, un espacio interno, el núcleo rodeado por una membrana, llamada carioteca, y otro externo al núcleo, el llamado citoplasma. El núcleo contiene una o varias moléculas de ADN organizadas en interacción con unas proteínas de carácter básico para conformar los cromosomas, sede de la información genética. La carioteca aísla el ADN del resto del interior celular, el citoplasma.
Desde el punto de vista funcional se puede decir que esta organización propia de las células eucarióticas (con núcleo verdadero) revela una división de papeles. El núcleo es un espacio genético y el citoplasma un espacio metabólico. Esta separación no existe en la organización celular de los seres más simples, los procariotas (sin núcleo) como en las células de las bacterias, en las que el ADN se encuentra inmerso pero no aislado del resto de los componentes del citoplasma.
Más adelante ya en el siglo XX, con la aparición del microscopio electrónico, y el desarrollo de la histoquímica y la inmunocitoquímica se pudo profundizar en la estructura de los elementos subcelulares, con la presencia de numerosos orgánulos. Así se llegó a conocer la composición y propiedades moleculares del núcleo, los cromosomas, los nucléolos, las mitocondrias, los cloroplastos (en las células vegetales), el aparato de Golgi, el retículo endoplasmático, los ribosomas, etc. En la Figura 1 vemos un esquema de los principales componentes de una célula eucariótica animal.
En 1902, los citólogos Walter Sutton(1877-1916) y Theodor Boveri (1862-1915), a la vista de los descubrimientos sobre el núcleo, los cromosomas, la mitosis y la meiosis, propusieron la existencia de una relación entre el comportamiento de los factores hereditarios de Mendel y el de los cromosomas y establecieron la Teoría Cromosómica de la Herencia. En poco tiempo se acumularon pruebas de que los genes se encuentran en los cromosomas y de esta interacción entre la Genética y la Citología, nació una nueva rama de la Biología que se denominó Citogenética.
Los lectores podrán profundizar en la estructura de las células, sus componentes, sus tipos y los conocimientos actuales de la Biología Celular consultando en alguno de los excelentes manuales de esta rama de la Biología existentes en la literatura científica (Alberts et al., 2005; Becker et al., 2006; Fernández et al., 2000; Karp, G, 2006).
No obstante, nos interesa abordar aquí el conocimiento del comportamiento celular, base para lo que veremos más adelante sobre las llamadas células madre. En este sentido es preciso volver a mencionar a Rudolf Virchow (1821-1902), que dio una explicación del papel de las células en los procesos patológicos, según la cual las enfermedades surgen no en los órganos o tejidos en general, sino de forma primaria en células individuales.
En resumen, todos los seres vivos están organizados a base de células, desde las pequeñas bacterias unicelulares a los grandes seres superiores pluricelulares. Cada célula constituye una unidad de organización de modo que en el caso de los seres pluricelulares las células son como los ladrillos del gran edificio del cuerpo.
Toda vida de un organismo pluricelular con reproducción sexual, como el hombre y todos los animales superiores, parte de una célula inicial, el cigoto, que mediante el fenómeno de la «mitosis» va a dar lugar a dos células, que a su vez se dividirán y darán lugar a cuatro, luego ocho, después dieciséis y así sucesivamente hasta llegar a constituir el organismo adulto dotado de miles, cientos de miles o millones de células. El mecanismo de la «mitosis», tiene lugar en las células somáticas y mediante el mismo, de una célula con su núcleo se produce en primer lugar la formación de dos núcleos separados «cariocinesis», a lo que sigue la partición del citoplasma, «citocinesis», para formar dos células hijas.
En el interior del núcleo, se encuentran uno o varios «cromosomas» (cada especie se caracteriza por un número determinado de estos elementos), constituidos por una molécula de ADN organizada en interacción con unas proteínas de carácter básico (histonas) de las que depende su grado de compactación y la expresión de los genes. Todas las células de un mismo organismo pluricelular conservan una réplica de los cromosomas y de la información genética del ADN individual original, que se constituyó tras la formación del cigoto. El ciclo celular y la mitosis se esquematizan en la Figura 2.
Referencias bibliográficas
- Jouve de la Barreda, Nicolás (2013). Las células madre. Digital Reasons.
Otra bibliografía
- Alberts, B.; Bray, C.; Johnson, L.J.; Raff, M.; Roberts, K.; Walters, P. (2005). Introducción a la biología molecular. Omega. p. 900. ISBN 9786077743187.
- Becker, W.M.; Kleonsmith, L.J.; Hardin, J. (2006). El mundo de la célula. Pearson-Addison Wesley. p. 970. ISBN 9788420550138.
- Fernández, B.; Bodega, G.; Suárez, I.; Muñiz, E. (2000). Biología celular. Síntesis. ISBN 9788477387459.