Educación nutricional
La Educación Nutricional es el componente de la nutrición aplicada que orienta sus recursos hacia el aprendizaje, la adecuación y la adhesión a unas conductas dietéticas más saludables, de acuerdo con la evidencia científica en materia de nutrición, con el fin último de la promoción de la salud de la persona y de la comunidad. La educación nutricional constituye una herramienta de gran valor en la promoción de hábitos alimentarios saludables.
HISTORIA
La educación nutricional nace como ciencia a mediados del siglo XVIII, y su historia, que alcanza su plenitud en el siglo XX, puede dividirse en cuatro grandes períodos de duración desigual y límites imprecisos[1]:
-Período precientífico: era naturista. Se extiende desde la aparición del hombre sobre la tierra hasta la segunda mitad del siglo XVIII.
-Periodo químico-analítico: era del estudio de los balances. Comprende desde mediados del s. XVIII hasta principios del s. XX. Es en esta época que surge la ciencia de la nutrición a través de los aportes realizados por Antoine Lavoisier, considerado padre de la nutrición.
-Periodo de los descubrimientos: era de las enfermedades por déficit. Se extiende principios del s. XX hasta las proximidades de la década del cuarenta. Se toma conciencia de la necesidad de incluir en la dieta «sustancias accesorias» diferentes a los carbohidratos, las proteínas y las grasas. El principal exponente de la teoría de las vitaminas . La Liga de las Naciones publica las primeras recomendaciones nutricionales y un manual para la evaluación del estado nutricional de poblaciones entre los años 1932 y 1936. De esta manera, surgen las técnicas de enriquecimiento o fortificación de alimentos como alternativa para combatir estas enfermedades carenciales, como la yodación de la sal de mesa, el agregado de vitamina D a la leche y de vitamina A a la margarina son los primeros ejemplos de fortificación.
-Periodo de las enfermedades por exceso. Comprende desde mediados del s. XX hasta la actualidad. En este periodo surge la noción de que no solo el déficit de nutrientes puede ser causa de enfermedad, sino que también existe gran número de patologías relacionadas al consumo excesivo de nutrientes. Enfermedades como la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial, hiperlipidemias, etc., están estrechamente ligadas a la «malnutrición por exceso».
BIOÉTICA Y EDUCACIÓN NUTRICIONAL
En las últimas décadas, a raíz del desarrollo de la ciencia y la tecnología que, por un lado, dio solución a diversas cuestiones, pero que, al mismo tiempo, propició todo tipo de controversias a nivel ético y moral; se hizo necesario el surgimiento de una nueva ciencia que se ocupe de resolver los dilemas relacionados a la influencia de los actos humanos en torno a la vida humana, la salud y el medio ambiente. Esta ciencia recibe el nombre de bioética[2].
Paralelamente, también en el contexto del cuidado de la salud y la vida humana, adquiere una mayor importancia el estudio de la conducta alimentaria del ser humano (a finales del siglo XX y principios del XXI), reconociendo que, además de estar ligada a la conservación de la vida mediante la incorporación de sustancias energéticas; se trata de una actividad sumamente compleja[3], determinada por factores históricos, culturales, sociales, religiosos, ambientales, etc., constituyéndose en un factor de notable influencia en la salud y el bienestar de los individuos. La tarea de buscar la compatibilidad entre el comportamiento alimentario y el cuidado, conservación y recuperación de la salud, queda a cargo de la ciencia de la nutrición, a través de los profesionales nutricionistas.
Pero ¿cómo ha de ser el perfil del profesional nutricionista?. Resulta evidente que, para ser capaz de desempeñar sus funciones asistenciales, el nutricionista debe desarrollar una serie de cualidades o condiciones tales como: sensibilidad, para poder considerar al paciente, ante todo, como persona más que como un caso clínico más[4]; habilidad, para adaptar sus conocimientos profesionales a las diferentes situaciones; vocación de servicio, para buscar siempre beneficiar a la comunidad.
El nutricionista debe, ante todo, amar su profesión, considerando que está ligada a un aspecto fundamental de la existencia humana: la alimentación. Es necesario que encare su tarea con actitud positiva, manteniéndose permanentemente actualizado respecto a los constantes avances en este campo, para insertarse satisfactoriamente en el equipo multidisciplinario de salud.
No debe perder de vista, bajo ninguna circunstancia, el objetivo principal de la profesión, que es la protección de la salud, cuando existe, y su recuperación cuando falta, tanto a nivel individual como comunitario. como la nutrición, son dos disciplinas que, al estar ligadas al cuidado y protección de la salud, no pueden menos que estudiarse y considerarse como ciencias complementarias.
La bioética que, con sus bases morales y éticas, establece normas sustentadas en valores humanos cuando tienen que ver con la promoción de la salud y el cuidado del medio ambiente; debe insertarse tanto en la práctica de la profesión de la nutrición, como en la formación de los profesionales que van a desempeñarse en esta disciplina, tanto a nivel profesional en una consulta como en un Centro Hospitalario, ONG, etc.
De esta manera, el nutricionista, al tener conocimiento de las principales problemáticas que surgen en el ámbito de las prácticas médicas, así como de los argumentos existentes para resolverlos, cuenta con las herramientas necesarias para actuar con responsabilidad y conciencia ética, además de los conocimientos propios de la profesión, al desempeñarse en el ambiente clínico.
También, es necesario tener en cuenta que la alimentación, más que representar un elemento vital para la supervivencia, esta constituida por costumbres profundamente determinadas por factores culturales, históricos, religiosos, económicos, etc.; con lo cual, la tarea del nutricionista de proteger la salud del paciente, muchas veces entra en conflicto con los valores, creencias y opiniones de este. En estos casos, es necesario que el profesional se encuentre debidamente preparado para encontrar la mejor solución para cada situación.
Como miembro del equipo médico, el nutricionista debe velar siempre por la salud, tanto del paciente como de la comunidad, y mantener siempre este como objetivo fundamental de su accionar.
Como miembros del equipo médico, los nutricionistas deben estar capacitados para enfrentar todo tipo de situaciones en el ejercicio de sus funciones, ya que deben relacionarse al mismo tiempo con pacientes, colegas, otros miembros del equipo médico, familiares de pacientes, etc., encontrándose a veces en circunstancias en que la tarea de búsqueda y protección de la salud, entra en conflicto con otro tipo de valores de tipo moral, ético o religioso; en donde es fundamental la habilidad para encontrar una solución que sea beneficiosa para todos.
Por este motivo se hace necesaria la formación integral de los profesionales, tanto a nivel académico como a nivel personal, propiciando la incorporación de valores humanos que, junto a los conocimientos científicos, ayudarán al desempeño de la ciencia de la nutrición como herramienta en el cuidado de la salud y la vida humana.
- ↑ López, M., Suárez, M. «Fundamentos de nutrición normal.». Buenos Aires: El Ateneo, 2005.
- ↑ Alfonso-Sánchez, I. (2010). La bioetica y su relación con la tecnología medica.
- ↑ Macario; Bernabeu Mestre Alemany (josep), Alemany, M., & Mestre, J. B. (2010). Bioética y nutrición. Aguaclara.
- ↑ LONGO, E., NAVARRO, E. (1998). «Técnica dietoterápica.». El Ateneo, Buenos Aires.