Estatuto antropológico del embrión humano
Introducción
Los continuos avances de la ciencia en el área de la embriología humana dejan pocas dudas de la naturaleza humana del embrión desde sus primeras etapas de deasarrollo. Biologicamente no cabe otra definición de esta entidad, desde su fase unicelular, es un individuo de la especie humana con las características, ya definidas pero aun no desarroladas, del particular ser humano que será toda la vida, ver Estatuto biológico del embrión.
¿Basta esta evidencia científica para que el embrión humano, especialmente en sus primeras etapas de desarrollo, sea considerado una persona humana con las prerrogativas propias a su condición?
Creemos que es lógico pensar, sin acudir a escuelas filosóficas particulares, que la realidad biológica del embrión o sea sus características biológicas únicas que le otrogan su condición de ser un individuo de la especie humana permite deducir su projección ontológica, si es así, probaremos la codición de persona del nasciturus dada su unicidad, única e irrepetible que caracterizará al individuo durante toda su vida. Pero veamos como se presenta el debate en nuestros días.
En ese sentido, citamos un estudio del Observatorio de Bioética UCV que afirma, No hay unanimidad en cuanto a sí la especie, como tal, es más que sólo materia y resulta relevante para determinar la «personeidad» de algunos individuos y para el reconocimiento de sus derechos inherentes.
La distinción entre seres humanos (en sentido biológico) y personas humanas (como depositarias de derechos fundamentales) es nuclear en sede bioética. A modo de muestra, baste recordar que las controversias en torno a la despenalización del aborto han consolidado la aparición de dos posicionamientos enfrentados y claramente definidos: el posicionamiento pro life, que sostiene el estatuto personal del concebido no nacido y su correspondiente derecho fundamental a la vida; y el posicionamiento pro choice, que amparándose en la vieja fórmula romana del mulieris portio, cosifica al embrión humano presentándolo como un apéndice del cuerpo materno.[1]
La persona del naciturus
Dentro de esta polémica destaca, en nuestra opinión, un articulo recientemente publicado en lor la revista científica Linacre[2] que afirma Esta discusión se centra en distinguir el ser humano físico de la persona ontológica humana que tiene un estatus moral, si existe tal distinción. La persona humana se refiere al individuo ontológico: "una sola entidad concreta que existe como un ser distinto y no es una agregación de cosas más pequeñas ni simplemente una parte de un todo mayor; ... su unidad es ... intrínseca "(Ford 1988). La definición tradicional de Boecio de la personalidad presupone una sustancia individual que posee una naturaleza racional (Boethius n.d., capítulo 3), excluyendo así la extensión de la personalidad a los no humanos. Este trabajo explora si el ser humano formado en la fecundación se convierte en una persona humana en algún momento del desarrollo versus la noción de que la persona está inextricablemente interrelacionada e inherente desde el punto de fecundación o fusión del óvulo y el esperma. Las etapas de la vida humana relevantes para discernir la personalidad incluyen, pero no se limitan a: fertilización (penetración de esperma / huevo), cigoto (ensamblaje del nuevo genoma), mórula, embrión, feto y nacimiento (supervivencia extrauterina). Si bien los seres en estas etapas de desarrollo se consideran biologicamente e irrefutablemente como seres humanos y mamíferos, no existe un consenso claro con respecto a determinar cuándo se establece la personalidad. Unos afirman que el embrión puede considerarse una persona humana desde la fecundación. Por otro lado, otros atribuyen personalidad una vez que la apariencia física de un feto se asemeja a la forma humana madura alrededor de la semana 9 de gestación durante la embriogénesis. Alternativamente, un ser humano puede llegar a ser una persona cuando el sistema nervioso central se desarrolla y los órganos están funcionando, o en un punto donde las funciones vitales, como la respiración y la filtración del riñón, se establecen o se pueden mantener con equipos mecánicos alrededor de los veinte -6 semanas de gestación (Moore 1988).
Los filósofos, bioéticos y legisladores consideran aspectos del desarrollo humano biológico como estos al definir y establecer la personalidad . '
Más adelante el artículo desarrolla las dos hipótesis enfrentadas, sobre cuando el individuo de la especie humana se transforma en persona, afirma " Farah y Heverlein describen la importancia de definir "Persona es un concepto fundamental en ética, que incluye tanto la ética filosófica pura como el campo de la bioética aplicada, sin embargo, definir criterios para la personalidad ha sido esquivo" (Farah y Heverlein 2007, 37-48). Para los propósitos de este trabajo, un ser humano se refiere a una entidad biológicamente humana, y la persona humana constituye una categoría moral (que se situa en el campo de la filosofía, más especificamente en la ontología). Las dos hipótesis en competencia constituyen un dilema filosófico.
1. La primera de las dos hipótesis es que un ser humano ha existido desde la fecundación y que la persona es siempre inherente a un ser humano en todas las etapas del desarrollo. Un ser humano no se convierte en una persona en una etapa particular de desarrollo después de la fertilización. Se sigue que una persona humana está en continuo desarrollo de potencialidades y un ser humano ha sido una persona desde que comenzó a existir en la fecundación. Además, los términos "cigoto", "embrión" y "feto" describen etapas del desarrollo humano biológico y, como tales, no describen el desarrollo en una persona humana. Los defensores de la primera hipótesis afirman que la persona se logra desde el momento de la fecundación cuando se ensambla un nuevo genoma zigótico, o incluso antes cuando una espermática penetra en un oótido. Como en el caso de la muerte, los defensores de la primera hipótesis seleccionan un punto en el tiempo para la personalidad que es absoluto y no varía entre los individuos.
2. La segunda de las dos hipótesis es que una entidad biológicamente humana se convierte en una persona humana en algún momento después de la fertilización. Es decir, que no todos los seres humanos son personas humanas y, como resultado, no todos los seres humanos tienen un estatus moral. Los defensores de este último pueden creer que un cigoto, embrión o feto son etapas de desarrollo de la vida humana y tienen potencial para convertirse en un ser humano o una persona, pero pueden no ser aún una persona. Algunos defensores de esta hipótesis pueden creer que el estado de personalidad se designa en un punto arbitrario en el tiempo después de la fertilización al cumplir ciertos criterios. Algunos de estos momentos coinciden con los hitos del desarrollo, como la implantación, ciertas etapas del desarrollo embrionario o fetal, el nacimiento o incluso después del nacimiento. Como algunas de estas etapas de desarrollo constituyen un continuo o proceso en lugar de un final o punto de partida absoluto, el logro de la personalidad necesariamente varía entre los sujetos, a diferencia de la primera hipótesis.
El estudio continua con las diversas posturas del momento en que la persona humana surgiría de esa entidad que ya es un individuo de la naturaeza humana y concluye defendiendo la primera hipótesis arriba referida que en nuestra opinión es concluyente, A la luz de la evidencia biológica y los argumentos filosóficos que expondremos a continuación, es más razonable apoyar la noción de que el estatus de persona está presente desde el momento de la fertilización humana.Texto en negrita
Fundamentación ontológica (referida al ser) de la persona humana en su fase embrionaria.
Despejando cualquier duda semántica, nos parece que la definición más acertada e ineqívoca de persona es la de Boecio (S. XIII) Rationalis naturae individua substantia («substancia individual de naturaleza racional») es la definición clásica de Boecio que se caracteriza por tres notas: la sustancialidad, la individualidad y la capacidad de razonar, que en el caso del embrión se desarrollará bastante después del naciemiento. Es así que podeemos afirmar que sustancia individual de naturaleza racional es el principio personificador y la índole que le da su caracter incomunicable y completamente insustituible. En la persona la incomunicabilidad —la singularidad— alcanza todas las dimensiones de su ser en cuanto que personal, haciendo suyos incluso los accidentes.
No es nada fácil entender la condición de persona de esa minúscula realidad que es el embrión temprano y la plenitud del ser que esta significa lo que le confiere su dignidad.
Sin embargo los estudios científicos, particularmente los genéticos, nos presentan una evidencia de esta particular singularidad en la conformación genética del nuevo individuo de la naturaleza humana, el cigoto que forma a partir de los genes del esperma y del óvulo su propio genoma, diferente al padre y a la madre, que le da su singulariad única e irrepetible y que esencialmente no sufrirá cambios hasta su muerte. Citamos una comparación que cita Sgreccia, que nos parece muy reveladora, "Imaginemos que tenemos que construir una casa. Necesitamos na arquitecto que realiza y supervisa el proyecto, un constructor que desarrola el proyecto y albañiles que lo van ejecutando según sus especialidaes. El cigoto es el palnificador, el constructor y el trabajador que va disponiendo los materiales de construcción según conviene. Estas actividades se encuentran y se activan desde dentro. El cigoto, como en el ejemplo de la casa, manfiesta ya su completa esturctura como individuo; la madre aporta solamente el entorno que lo contiene y los materiales necesarios para la construcción.(Personalist Bioethics, Ed. National Catholic Bioethics Centre, pág. 433) Sin duda esta autonomía e individualidad biológica nos ayuda a entender mejor la categoría de persona que hemos descrito en el ámbito ontológico.
Nos permitimos una consideración final. ¿Cómo considera la teología católica al embrión? Ofrecemos una cita breve, sin pretender agotar el tema del libro, THE SOUL OF THE EMBRYO (El alma del embrión) – Una investigación del estatuto del embrión en la tradición cristiana que afirma, "En el contexto de la biología moderna parece más natural decir que la vida humana comienza cuando el embrión humano empieza a existir, con la fertilización. Desde la perspectiva de la tradición cristiana, la vida humana comienza con la fertilización, luego es ahí cuando el alma comienza a existir, pues en el pensamiento cristiano, vida y alma están correlacionadas. Esto es así, aunque las más elevadas facultades del alma no serán desplegadas sino mucho más tarde en la vida [...] “Jesús, comenzó su vida en el vientre de María.” Más adelante cita a un teólogo contemporáneo escocés que afirma, “Cada niño en el vientre de su madre ha sido hermanado por Jesucristo, que se hizo ser humano por nosotros, el también se hizo embrión en atención a todos los embriones y para nuestro cristiano discernimiento del ser, naturaleza y estatuto del niño no nacido a los ojos de Dios.” [3]
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sin recurrir a los atributos del ser que definió Santo Tomás. Estos son cuatro: unum,verum,bonum y pulchrum.El primero, unum (unicidad) es el soporte de los otros tres que a su vez surge por la mera razón de existir. El ser otorgado a la persona humana se distingue de la otras creaturas por su radicalidad siendo el unico see viviente plenamente incomunicable.
Así podríamos sintetizar la condición de persona humana atribuida al enmbrión humano desde la fecundación en un atributo: unum,el que le da su caracter incomunicable. En efecto, en cuanto sujetos subsistentes, los animales, las plantas y los entes inanimados son ciertamente incomunicables; pero sus principios individuantes y, por tanto, aquello 13 Tomás de Aquino: In I Sententiarum, d. 25, q. 1, a. 1, ad 6: «... in individuatione […] est duo considerare; id est individuationis causam quae est material […]; et secundñum, scilicet rationem individuationis quae est ratio incommunicabilitatis…» 14 Forment Giralt, Eudaldo: “Introducción” a El orden del ser: Antología filosófica. Madrid: Tecnos, p. 97. Esto fundamenta la formulación de una Antropología trascendental, algo a lo que Leonardo Polo ha consagrado buena parte de su obra. La metafísica de la persona —en cuanto metafísica del ser— se resuelve en una antropología trascendental. 124 Sustancia individual de naturaleza racional: el principio personificador y la índole del alma separada que los hace incomunicables tienen poca entidad, y por ello son fácilmente intercambiables. La persona, en cambio, en cuanto que su constitutivo formal es el ser, es completamente insustituible: en la persona la incomunicabilidad —la singularidad— alcanza todas las dimensiones de su ser en cuanto que personal, haciendo suyos incluso los accidentes.15 Sustancia individual de naturaleza racional: el principio personificador y la índole del alma separada Individual Substance of Rational Nature: The Personification Principle and the Nature of the Separated Soul Gabriel Martí Andrés Cabría hacerse una pregunta que exede los límites de la filosofía pero está estrechamente relacionada con nuestro tema, cómo considera la teología católica al embrión. Ofrecemos una cita breve, sin pretender agotar el tema del libro, THE SOUL OF THE EMBRYO (El alma del embrión) – Una investigación del estatuto del embrión en la tradición cristiana que afirma, En el contexto de la biología moderna parece más natural decir que la vida humana comienza cuando el embrión humano empieza a existir, con la fertilización. Desde la perspectiva de la tradición cristiana, la vida humana comienza con la fertilización, luego es ahí cuando el alma comienza a existir, pues en el pensamiento cristiano, vida y alma están correlacionadas. Esto es así, aunque las más elevadas facultades del alma no serán desplegadas sino mucho más tarde en la vida [...] “Jesús, comenzó su vida en el vientre de María.” Más adelante cita a un teólogo contemporáneo escocés que afirma, “Cada niño en el vientre de su madre ha sido hermanado por Jesucristo, que se hizo ser humano por nosotros, el también se hizo embrión en atención a todos los embriones y para nuestro cristiano discernimiento del ser, naturaleza y estatuto del niño no nacido a los ojos de Dios.” [3]
Doctor en Filosofía
Profesor Titular de Edufamilia
Colaborador honorario del Departamento de Filosofía
(Universidad de Málaga)
gmartian@uma.es
Unum bonum verum pulchrum