Eutanasia neonatal

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Introducción

La muerte en el periodo neonatal es un hecho poco frecuente (3/1.000 recién nacidos (RN) vivos, en los primeros 27 días de vida)[1]

En la actualidad, la gran mayoría de los fallecimientos en el período neonatal ocurren en las unidades de cuidado intensivo neonatal y un porcentaje significativo de estas muertes se asocian a decisiones de limitación del esfuerzo terapéutico.

Las opiniones sobre qué es lo mejor en la atención a un recién naciodo (RN) gravemente enfermo pueden llegar a ser diferentes, ya que definir objetivamente cuál es su mejor interés no es fácil. Los profesionales que atienden a estos pacientes se preguntan a menudo si hay una opción mejor.

En el caso de los niños que nacen con graves enfermedades se plantean dos situaciones claramente distintas que es muy importante distinguir porque significan planteamientos distintos, aunque el resultado pueda ser semejante:

  1. La necesidad de tener claro cómo aplicar la limitación del esfuerzo terapéutico, lo cual supone una amplia deliberación y un juicio prudencial en el que frecuentemente entrarán los padres o tutores. Las medidas concretas pueden variar según los profesionales o las situaciones
  2. La decisión de practicar la eutanasia, que implica la decisión de poner fin a la vida del recién nacido, aunque se lleve a cabo evitando en lo posible el dolor.

Precedentes en Europa

El estudio EURONIC

Cuttini y su grupo publicaron en 2004[2] - como parte del proyecto EURONIC financiado por la Comisión Europea[3] - un estudio que presentaba la opinión de una muestra representativa de 143 unidades neonatales de diversos hospitales en 10 países europeos (Holanda, Suecia, Hungría, Lituania, Estonia, Francia, Alemania, Italia, España y Reino Unido) sobre la eutanasia activa y su regulación legal. Las entrevistas se realizaron entre los años 1996-1997. Hasta un total de 1391 doctores y 3410 enfermeras completaron un cuestionario anónimo con un porcentaje de respuesta del 89% y el 86%, respectivamente. En este trabajo, se definió la eutanasia activa como la administración de fármacos “con el propósito de terminar con la vida del paciente”.

Según este estudio, la eutanasia activa parecía aceptarse y practicarse:

  • Holanda. el 53% de participantes opinaban que la legislación debía ser más liberal.
  • Francia. Sólo el 24% la aceptaban con totalidad.
  • En menor medida en Lituania. el 7%.

Mientras que era poco aceptada en:

  • Hungría.
  • Italia.
  • España.

El rechazo de la eutanasia, tanto en la teoría como en la práctica era particularmente alto entre los médicos suecos.

El 17% de los neonatólogos británicos estarían a favor de un cambio en la legislación para permitir “más que ahora” la administración de fármacos para finalizar la vida.

Recomendaciones del Grupo de Trabajo de Ética de la Confederación de Especialistas Pediátricos Europeos (CESP)[4]

Los dilemas éticos respecto a las decisiones del final de la vida en neonatos son especialmente frecuentes.[5]

Con motivo de una demanda judicial resuelta en Estados Unidos que unos padres interpusieron porque los médicos reanimaron a su hijo tras el nacimiento –a pesar de que, previamente, habían indicado que no se hiciera–, los autores se plantearon una serie de preguntas:

  1. ¿Debe tratarse a todo recién nacido, independientemente de su situación (edad gestacional, enfermedad,…?
  2. ¿Tienen los padres derecho a tomar decisiones por el niño; cuál es el papel de otros cuidadores?
  3. Una vez que se inicia el tratamiento, ¿debe continuarse a pesar de los indicios de que podría sobrevivir con una grave discapacidad?
  4. Cuando se le da el derecho a decidir si iniciar o continuar el tratamiento a otras personas que no son los padres, ¿puede responsabilizarse a éstos de los gastos del tratamiento y cuidado del niño gravemente discapacitado?

Tras tratar diversos aspectos como las categorías de recién nacidos, los dilemas morales a los que se enfrentan el personal de salud con los neonatos y diversas consideraciones morales, llegaron a las siguientes conclusiones:

  • En el caso de un tratamiento fútil, la principal obligación del pediatra es aconsejar a los padres y permitir que el paciente muera con el mínimo sufrimiento. La decisión recae principalmente en el médico.
  • Cuando el paciente pueda sobrevivir con la ayuda de los cuidados intensivos neonatales, pero la perspectiva de cómo podría hacerlo sea dura, el pediatra y los padres deben discutir cuál es el mejor interés para el niño.

- Si padres y pediatra creen que hay que suspender el tratamiento, debería hacerse.

- Si los padres piden continuar el tratamiento, debería hacerse. Los pediatras no deberían interrumpir ningún tratamiento contra los deseos de los padres.

  • En una situación donde un paciente dependa del tratamiento médico pero su previsión de vida esté llena de sufrimiento que no pueda ser aliviado de ninguna manera, debe usarse toda posible intervención para aliviar el sufrimiento. Cuando este sufrimiento sólo pueda aliviarse por medios que podrían, como efecto secundario, acortar la vida del bebé, estas intervenciones estarían indicadas.

Aborto después del nacimiento

Se trata de la utilización de un término: "aborto", pero dándole otro significado: acabar con su vida, ya sea porque se debería haber hecho antes, ya sea por eutanasia.

Proponemos llamarlo así en lugar de “infanticidio” para enfatizar que el status moral del individuo asesinado (sic) es más comparable con el de un feto abortado que con el de un niño. No lo llaman eutanasia porque el ‘mejor interés’ del que muere no es necesariamente el criterio de elección primordial[6].

Fue en 2013 cuando en el Journal of Medical Ethics, apareció el artículo de Giubilini y Minerva sobre lo que ellos llamaron ‘aborto después del nacimiento’ (‘after-birth abortion’)[6] que levantó gran revuelo en todo el mundo.

Aunque el aborto sigue siendo la mejor opción, a la gente se le tiene que dar la posibilidad de no estar forzados a hacer algo que no pueden permitirse.

Sus argumentos a favor de permitir la muerte de recién nacidos, incluso en los casos en que éstos, no estén discapacitados, se basan en tres premisas:

  1. Tanto los fetos como los recién nacidos no tienen el mismo status moral que las personas en acto (o reales).
  2. El hecho de que ambos sean personas en potencia (o potenciales) es moralmente irrelevante.
  3. La adopción no es siempre el mejor interés para las personas reales.

Según los autores, tanto el feto como el recién nacido son seres humanos pero no pueden considerarse personas en un sentido moral relevante, en el sentido de ‘sujetos de derecho a la vida’. Dado que las no-personas no tienen derecho moral a la vida, no hay razones para prohibir los abortos después del nacimiento.

Por otra parte, no es posible provocar daños a un recién nacido impidiéndole que desarrolle la potencialidad de convertirse en persona en el sentido moralmente relevante. Siguiendo el razonamiento, si una persona potencial no se convierte en una persona en acto, entonces no hay ni una persona real ni una futura que pueda ser dañada, lo que significa que no hay daño en absoluto.

Como consecuencia, los presuntos derechos de estos individuos (fetos y recién nacidos) a desarrollarse están anulados por los intereses de las personas reales (padres, familia, sociedad). Así, los derechos e intereses de las personas reales implicadas deberían tener una consideración prevalente en la decisión de aborto o aborto después del nacimiento. Si criterios tales como los costes (sociales, psicológicos, económicos) son razones suficientes para un aborto incluso en un feto sano, si el status moral de feto y recién nacido es el mismo y si ninguno de los dos tiene valor moral en virtud de ser personas potenciales, entonces la mismas razones que justifican el aborto deberían también justificar la muerte de una persona potencial cuando está en estadio de recién nacido[6].

Conclusión

Dos principios se han ido afirmando como centrales en la toma de decisiones en los recién nacidos en situación crítica. Por un lado, el criterio estándar del “mejor interés” para el paciente y, por otra parte, la participación de los padres en la discusión de esas decisiones como sus representantes.

En la actualidad, la mayoría de las muertes en las UCIN son precedidas por decisiones de limitación del esfuerzo terapéutico, que comprenden tanto la retirada como el no inicio de tratamientos de soporte vital. Una de los principales problemas sigue siendo establecer si la alimentación y la hidratación parenterales pueden considerarse o no como tales.

Otras voces

Bibliografía

Referencias

  1. «American College of Pediatricians». 
  2. Cuttini, M.; Casotto, V.; Kaminski, M.; de Beaufort, I.; Berbik, I. (2004). «Should euthanasia be legal? An international survey of neonatal intensive care units staff». BMJ Publishing Group Ltd & Royal College of Paediatrics and Child Health 89 (1). doi:10.1136/fn.89.1.F19. Consultado el 9 de agosto de 2020. 
  3. Cuttini, M.; Kaminski, M.; Saracci, R. (Octubre de 1997). «The EURONIC Project: a European concerted action on information to parents and ethical decision-making in neonatal intensive care». Paediatr Perinat Epidemiol. doi:10.1046/j.1365-3016.1997.d01-29.x. Consultado el 9 de agosto de 2020. 
  4. Sauer, P.J. (Junio de 2001). «Ethical dilemmas in neonatology: recommendations of the Ethics Working Group of the CESP (Confederation of European Specialists in Paediatrics)». Eur J Pediatr 160 (6): 364-8. PMID 11421416. doi:10.1007/s004310100735. Consultado el 9 de agosto de 2020. 
  5. Martín Hortigüela, María Elena (2015). «Análisis del debate sobre la eutanasia neonatal a través de la literatura actual». Cuadernos de Bioética (2da edición) 26. Consultado el 9 de agosto de 2020. 
  6. 6,0 6,1 6,2 Giubilini, Alberto (2013). «After-birth abortion: why should the baby live?». Journal of Medical Ethics 39 (5): 261-263. doi:10.1136/medethics-2011-100411. Consultado el 9 de agosto de 2020.