Sexualidad

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SEXUALIDAD

La palabra sexualidad viene del latín “secare” que significa “separar”. Se fundamenta en la existencia de una diferenciación entre el varón y la mujer y en la búsqueda de lo diferente para complementarse gracias al amor.

El animal está determinado por el instinto de conservación de su especie. Es decir, por el impulso biológico dirigido por mecanismos preestablecidos con el fin de que su especie no desaparezca. El animal no es libre. Sin embargo, en el ser humano sucede algo muy distinto. El impulso biológico con vistas a la conservación de la especie también existe, pero está informado por la razón e integrado por la afectividad y por el amor. La relación sexual entre dos personas que se aman involucra y compromete sus libertades personales a favor de un proyecto familiar común y estable. Ya no se trata del problema de un individuo reproductor, sino de dos personas que se aman.

SALUD SEXUAL

Una de las definiciones de “salud sexual” de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es: “la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor”.

Según la definición de la OMS que se describe arriba, también queda implícito que la sexualidad humana se diferencia de la cópula animal en varios aspectos, entre los que destaco algunas en la tabla siguiente:

CÓPULA ANIMAL SEXUALIDAD HUMANA
Se trata de un instinto Hablamos de tendencias integradas por la inteligencia y el afecto
Es determinista Intervienen la voluntad y la libertad.

Es posible elegir si tener o no una relación sexual

Consiste en un apareamiento reflejo Gracias a la cultura, la sexualidad es diversa
Suele haber estacionalidad y períodos de celo Está siempre presente.

Somos seres “sexuados”

El animal no comprende su sentido Es un acto consciente
Es un acoplamiento de aparatos reproductores Se integra en una relación interpersonal y afectiva
Puede ser más propicio hablar de “coito”, “cópula” Preferimos hablar de “encuentro sexual”, “relación, abrazo sexual”
El proceso de excitación es reflejo El proceso de excitación es complejo
Hay una exhibición inconsciente en la cópula Existe el pudor, la intimidad
No se aplica Podemos hablar de Amor
No se aplica Si uno es creyente, integra su espiritualidad, su religión, en su sexualidad

Cualquier persona puede identificarse con una o más características de esta tabla. Al ser libre, el ser humano puede adoptar estilos de vida o comportarse de manera que nos pudiera recordar más a las características propias de los animales en la columna de la izquierda. Por ejemplo, hay personas que difícilmente controlan sus impulsos y que se dejan llevar por sus apetencias como si tuvieran un instinto determinista e incontrolable más propio de la columna de la izquierda. Pueden llegar a tener relaciones sexuales solamente para satisfacer un deseo personal y sin preocuparse por la otra persona, dejándole incluso sin alcanzar el goce propio de una relación sexual humana. Las relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol o de las drogas, perdiéndose la libertad propia de todo ser humano, se parecerían también a la situación de “ausencia de conciencia”, correspondiente a la columna de la “cópula animal”.

Es bastante evidente que estas personas estarían empobreciendo mucho su sexualidad, porque no desarrollarán todo su potencial humano. Siguiendo este argumento, se puede afirmar que, en cierto modo, muchas personas viven una sexualidad que no llega a su pleno potencial humano. Los conceptos de libertad, voluntad y aprendizaje o educación, adquieren una especial relevancia cuando uno proyecta vivir sus relaciones sexuales. En este contexto, las relaciones sexuales se desarrollan con más plenitud. Cuando hablo de relación, encuentro o abrazo conyugal/sexual, estoy, de hecho, queriendo hacer énfasis en el aspecto de relación interpersonal propia de la sexualidad humana. En la relación sexual humana es de hecho más importante la relación personal que la técnica sexual para que sea plenamente gozosa.

A la hora de fundamentar nuestras conductas y decisiones, siempre nos basamos en presupuestos antropológicos. Todo el mundo, aunque no sea consciente de ello, posee su propia definición de lo que significa ser “humano” y de las consecuencias que tiene esta definición en su concepción de la vida. Por ejemplo, la antropología llamada “naturalista” u “observadora” es reduccionista. Pretende ser neutral y evita cualquier interpretación moral o social de los hechos; afirma que ninguna educación debe frenar los instintos y que la normalidad es “lo frecuente”. Esto nos conduciría más bien a una sexualidad que no estaría armonizada por las características propias, naturales, del ser humano. Por el contrario, una “antropología integral” afirma la primacía de la persona como merecedora de encuentro y amor. De esta manera, no podría existir el “don de uno mismo” si no somos dueños de nosotros mismos; y esto no es posible sin libertad, voluntad y educación. Esta es la antropología que mejor nos puede conducir a una sexualidad plenamente humana.

La sexualidad humana tiene varias dimensiones: biológica, afectiva, placentera, cognitiva, socio-cultural, religiosa y espiritual. Todas deberían desarrollarse de manera armónica. Es preciso que cada persona valore en su caso si está preparada para poder vivir la sexualidad en todas sus dimensiones. Si fuera necesario, tendrá que trabajar las que necesitan mejorar. Otra manera de describir los contenidos de las dimensiones anteriores es agruparlas así:

1.     El entendimiento amoroso, a través de la ternura.

2.     El entendimiento sexual o alcance del goce sexual compartido por ambos.

3.     La relación, la conversación, el compañerismo, la amistad, la complementariedad y la comunicación.

4.     El deseo de tener hijos, que las parejas describen como una de las culminaciones más ilusionantes del amor que sienten. También se incluye la llamada “fecundidad social” del matrimonio (todo lo que pueden hacer a favor de la sociedad), tanto si puede, o no, tener hijos propios.

Ninguno de estos pilares debería desaparecer de la vida matrimonial.

Aunque muchos se esfuercen en afirmar lo contrario, las relaciones sexuales no son intrascendentes, indiferentes, como tomarse una copa con alguien. Somos seres sexuados, y la sexualidad implica todo nuestro ser y no solamente los órganos genitales. Las decepciones o los desengaños amorosos, por ejemplo, son responsables de mucho sufrimiento. En cada relación sexual dejamos parte de nosotros (nuestra intimidad) en la otra persona, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Por eso la relación sexual conlleva una sensación de “pertenencia”; deja, en cierto modo, una sensación de que ambas personas se pertenecen. Se puede afirmar, por todo lo anterior, que la sexualidad humana siempre, tarde o temprano, tiene consecuencias, que obviamente pueden ser buenas o malas. La sexualidad humana implica diferentes grados de entrega y posesión mutua de la persona amada. Es una de las formas más íntimas y completas de entrega, pero también de cierta posesión porque está involucrada toda nuestra persona, con todas sus dimensiones integradas (física, psicológica, espiritual y social).

Los deseos y las pasiones tienen un significado, un valor añadido; son fuerzas importantes en el desarrollo de todo ser humano. No se trata de suprimirlos siempre, pues eso nos llevaría a la frialdad, inactividad e infelicidad. Tampoco se trata de abandonarnos en sus fantasías porque podrían llevarnos a depender de una persona como si fuera la fuente de todas nuestras necesidades, o también a utilizar a las personas como objetos de placer. Por eso, la sexualidad humana puede llevar a relaciones de dependencia o dominación cuando las personas no están preparadas, con la suficiente madurez afectiva para alcanzar una relación personal en pie de igualdad y donde la toma de decisiones sea libre y equilibrada. Una relación donde no exista para ambas personas la misma posibilidad de tomar decisiones autónomas se puede convertir fácilmente en una relación dependiente y abusiva. Es una de las críticas que los expertos hacen de la relación existente entre los protagonistas de la conocida película “50 sombras de Grey”. La describen como una relación típica de dominación y dependencia. En este contexto, no se puede hablar de un consentimiento verdaderamente válido entre sus protagonistas, y sus relaciones sexuales acaban siendo más fácilmente problemáticas aunque se presenten como “variantes eróticas”. Se trata, por tanto, de descubrir el significado de los deseos y placeres, de ponerlos al servicio del amor, y de canalizar esa fuerza para liberarnos de la búsqueda constante de pequeños placeres cotidianos que no nos preparan para satisfacer deseos más profundos como entregarnos por completo a alguien o a un ideal.

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  1. De Irala, jokin (2020). Un momento inolvidable. Juntos por primera vez.. Amazon. ISBN 979-8607679521. Consultado el 5 de Octubre de 2020.