Efectos secundarios del aborto provocado

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Numerosos estudios han demostrado prevalencias significativas entre el aborto y el posterior consumo de sustancias, un problema de salud mental reconocido[1]

Uno de los problemas de mayor actualidad es, hoy, lo relativo al aborto, lo que suele llamarse aborto provocado o también aborto intencionado y voluntario. Complejí­simo tema, que añade a su vertiente estrictamente médica, otras de carácter jurí­dico, moral, sociológico, religioso, demográfico, etc.[2]

El derecho de las mujeres a elegir el aborto ha sido objeto de acalorados debates, y se ha convertido en un factor importante en el panorama político general. Existe una considerable polémica entre los académicos sobre la medida en que el aborto plantea graves riesgos para la salud mental de las mujeres.[1]

A lo largo de las últimas décadas, se han publicado cientos de estudios que indican asociaciones estadísticamente significativas entre el aborto inducido y resultados psicológicos adversos de diversa índole.[3] Sin embargo, los autores de las tres revisiones bibliográficas cualitativas más recientes llegaron a la conclusión de que el aborto no plantea riesgos graves más allá de los asociados a un embarazo no deseado.[4][5][6] Esta conclusión es problemática:[1]

Sólo un pequeño grupo de estudios han incluido realmente el embarazo no deseado llevado a término como grupo de control. [1]

La intencionalidad del embarazo no está bien definida en la literatura y los problemas básicos de conceptualización y medición ponen en duda la validez de la variable de intencionalidad tal y como se utiliza en los estudios disponibles. En concreto, los embarazos que se interrumpen a veces son inicialmente deseados por uno o ambos miembros de la pareja, y los embarazos no deseados inicialmente pueden convertirse en deseados a medida que avanza el embarazo, lo que hace que la evaluación de la intencionalidad esté sujeta a cambios considerables a lo largo del tiempo. Además, la intencionalidad del embarazo suele medirse de forma dicotómica (deseado/no deseado) cuando las verdaderas respuestas pueden de un continuo que va desde los totalmente intencionados y planificados durante años a totalmente involuntarios, con una gran variación probable entre estos dos extremos. Al menos la mitad de los embarazos en los Estados Unidos se clasifican como no deseados, entre las adolescentes y las mujeres de más de 40 años, el porcentaje es superior al 75%[7][8], lo que significa que la mayoría de las mujeres de los grupos de control en los estudios que comparan el aborto con el embarazo a término realmente dieron a luz a embarazos no deseados, incluso si la variable no se evaluó directamente.[1]

Son innumerables las dificultades que se tienen para valorar adecuadamente los efectos psicopatológicos del aborto; puede ser debido:

  1. A que no es fácil la elaboración estadí­stica de los resultados.
  2. A que tampoco existen valoraciones médicas sistemáticas de estas pacientes después del aborto.
  3. También a que las mujeres que han abortado no suelen estar propicias a seguir relacionándose con el médico que le ha inducido el aborto.[2]

Síntomas psicopatológicos más frecuentes tras un aborto provocado

  • Los más frecuentes son cuadros depresivos que se acompañan de un sentimiento grande de culpabilidad y en lo que todos los autores están de acuerdo.

Es éste probablemente el sí­ntoma sobre el que existe mayor experiencia y mayor acuerdo entre los cientí­ficos. Se despierta en ellas lo que los psiquiatras llaman «culpabilidad psicológica». Es una culpa distinta de esa otra culpa moral, aunque en este caso ambas se encuentren incluidas. Se ha podido constatar que este sentimiento de culpa en muchos casos es irreversible y permanece durante toda la vida de la mujer.[2]

Para acercarse con objetividad a este problema, se debería utilizar exclusivamente datos de la literatura médica, de lo contrario, siempre se encontrarán argumentos a favor o en contra de la existencia de trastornos psicológicos secundarios al aborto.[9]
  • Desasosiego y tristeza («No tiene el alma en paz, ni el espí­ritu en paz»).[2]
  • Revive continuamente el momento traumatizante del aborto de un modo muy profundo: aunque pasen 5, 10 ó 15 años recuerda la vestimenta de la enfermera, las paredes de la habitación donde el aborto sucedió… y se pregunta a menudo ¿Cómo serí­a el niño ahora?; «Suelen justificarlo diciendo que no tení­an otra opción, que no podí­an hacer otra cosa… pero ese pensamiento vuelve».[2]
  • El estadio siguiente, es una gran depresión. Depresión profunda con un gran sentimiento de culpabilidad, perdiendo interés por las cosas que antes eran interesantes en su vida, y a veces no ve otra salida que el suicidio.» No como elección por la muerte en sí­, sino como una elección para salir de la situación de dolor, de pena, como un modo de salir de allí­»…
  • También es posible que se experimente la depresión de aniversario: aniversario que se sitúa alrededor de la fecha del posible nacimiento o alrededor de la fecha del aborto.[2]
  • Otras de las consecuencias del aborto suele ser el rechazo de su propia sexualidad. Presentan sentimientos de animadversión y rechazo a su propia pareja, que pueden interrelacionarse con sentimientos de frigidez sexual, esterilidad futura y distintas dificultades especí­ficas en la adaptación sexual. En general suelen ser mujeres con poca identidad femenina y con rechazo de su papel maternal, que puede llevar en algunos casos a la destrucción de su matrimonio.[2]

Secuelas provocadas post aborto

  • El aborto provocado por aspiración produce un riesgo aumentado de pérdida del hijo en el siguiente embarazo, resultados de Shangai Institute of Planned Parenthood Research, China (International Journal of Epidemiology 2003, 32:449-54).[10]
  • Trombosis de la vena ovárica con presentación atípica, de Washington University/Barnes-Jewish Hospital, St. Louis, Missouri, EEUU (Obstet Gynecol. 2000, 96:828-30).
  • Las mujeres con antecedente de aborto provocado tuvieron un riesgo mayor de presentar un recién nacido altamente prematuro que aquéllas sin este antecedente (3 de cada 5 mujeres con historia de aborto provocado presentaron parto gravemente prematuro; OR + 1.5, 95% CI 1.1-2.0) (Bjog. 2005, 112:430-437).[10]
  • Un aborto previo, provocado o espontáneo, se ha demostrado que no protege frente a la preeclampsia y la hipertensión gestacional en el siguiente embarazo.
  • Las mujeres con historia de un aborto, espontáneo o provocado, tenían un 99% más de probabilidad de ejercer abuso físico sobre sus hijos que las que no habían tenido abortos.[10]
  • Las mujeres pueden presentar graves alteraciones en el sueño, sobre todo en los 180 días tras el aborto provocado y que éste se reducía tres años tras el aborto (Sleep, 2005).[10]

Conclusión

Es posible afirmar que no todo se traduce a efectos negativos, ya que en un estudio realizado entre mujeres que se provocaron abortos inducidos, aseguraron que habían avanzado en su vida espiritual; otras que se habían involucrado en trabajos de voluntariado relacionados con la lucha anti-aborto; un porcentaje mas pequeño se habían convertido en activistas próvida y otro grupo se había convertido al cristianismo.[9]

En general, puede decirse que todos los abortos, también desde el punto de vista psicológico, tienen consecuencias negativas no sólo para la propia mujer, sino también para su familia y para la sociedad en general.[2]

Por eso se cree que quizá uno de los argumentos más poderosos que puede haber en contra del aborto es, precisamente, las consecuencias psicopatológicas, porque como dice el profesor Willke: "es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacárselo de su pensamiento".[2]

Otras voces

Referencias

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 Coleman, Priscilla K. (2011). «Abortion and mental health: quantitative synthesis and analysis of research published 1995–2009». The British Journal of Psychiatry 199: 180-186. doi:10.1192/bjp.bp.110.077230. 
  2. 2,0 2,1 2,2 2,3 2,4 2,5 2,6 2,7 2,8 Goméz Lavín, Carmen (21 de enero de 2004). «Consecuencias psicopatológicas del aborto en la mujer (Dra. GómezLaví­n)». Bioeticaweb. Consultado el 6 de septiembre de 2021. 
  3. Bradshaw, Z.; Slade, P. (2003). «The effects of induced abortion on emotional experiences and relationships: a critical review of the literature.». Clin Psychol Rev 23. 
  4. «American Psychological Association Task Force on Mental Health and Abortion.». Report of the American Psychological Association Task Force on Mental Health and Abortion. APA. 2008. 
  5. Charles, VE.; Polis, CV.; Sridhara, SK.; Blum, RW. (2008). «Abortion and long-term mental health outcomes: a systematic review of the evidence». Contraception 78: 436-50. 
  6. Robinson, GE.; Stotland, NL.; Russo, NF.; Lang, JA.; Occhiogrosso, M. (2009). «Is there an ‘abortion trauma syndrome’? Critiquing the evidence». Harv Rev Psychiatry 17: 268-90. 
  7. Kost, K.; Forrest, JD. (1995). «Intention status of US births in 1988: differences by mothers’ socioeconomic and demographic characteristics.». Fam Plann Perspect 27: 11-7. 
  8. Squires, S. (9 de mayo de 1995). «Most pregnancies unplanned or unwanted, study says». Washington Post 11: 7. 
  9. 9,0 9,1 «Síndrome post aborto». Bioeticawiki. 25 de febrero de 2020. Consultado el 6 de septiembre de 2021. 
  10. 10,0 10,1 10,2 10,3 «Consecuencias, efectos secundarios y secuelas del aborto provocado o interrupción del embarazo en la mujer». Bioeticaweb. 27 de marzo de 2006. Consultado el 6 de septiembre de 2021.