Aborto(ética)
La consideración ética de lo que llamamos aborto y también interrupción voluntaria del embarazo viene dada por los dos aspectos de lo que en la realidad ocurre:
- la mujer está embarazada, y deja de estar embarazada
- el embrión o feto que la mujer lleva en su seno muere.
Excluir una de las dos, independientemente de la valoración que se le dé, supone un error en la valoración ética de lo que se lleva a cabo. De hecho en la sociedad se suele utilizar uno de los dos términos según el aspecto que se quiera remarcar: el hecho de interrumpir el embarazo, o de abortar. No parece encontrarse un término que abarque simultáneamente las dos realidades.
En la secuencia biológica de los hechos, lo primero que nos encontramos es que la presencia del embrión o feto, produce que la mujer esté embarazada, lo segundo el reconocimiento del embarazo, a continuación la decisión de acabar con él, y para ello acabar con la vida de ese feto. Por tanto también bajo el aspecto lógico hay que considerar que producir el aborto tiene como fin interrumpir el embarazo.
Además, en el tema del aborto, existen prejuicios -en el sentido de juicios previos al tema-, que se deben tener en cuenta.
- El primero es la anuencia legal con la que cuenta en muchos países [1]El estar extendido por muchos lugares puede lleva a concluir con que se trata de una situación normal y, por tanto, que es supérfluo debatir sobre su eticidad.
- Otro punto a tener en cuenta es el planteamiento de relegar este tema al ámbito de las creencias –de lo religioso-, que por ser de ámbito subjetivo no puede salir a la palestra de lo social. Independientemente de que las religiones tomen una posición, parece que el tema de la vida forma parte de los objetivos del bien común que se plantea cualquier sociedad.
- La participación en la decisión de legalizar o no el aborto es evidente que debe llevarse a cabo en el ámbito democrático, y con el respeto que cada persona merece, y en un ámbito de tolerancia.
Para ordenar los diversos aspectos con valencia ética que surgen en el ámbito del aborto hemos hecho cuatro apartados:
Interrupción voluntaria del embarazo
La expresión “interrupción voluntaria del embarazo”[2], se ajusta a uno de los dos focos éticos que deben considerarse al estudiar el aborto. En concreto a que hay una persona que sufre el proceso del embarazo, y que puede llevarlo:
- por decisión propia: porque ha decidido quedarse embarazada, y así ha sido. A veces se decide pero después no se produce;
- por comportamientos propios: no se había planteado quedarse embarazada, pero por las relaciones sexuales que sí que ha decidido llevar a cabo, resulta que inesperadamente se queda embarazada. Aquí hay que contemplar también el caso de quedarse embarazada por “fallo”, bien sea por pensar que estaba en un día no fértil, como porque los medios que ha utilizado contra la concepción han fallado;
- contra la voluntad y sin poner actos propios, como es el caso de una agresión sexual, que –aunque sea en una proporción muy baja- puede producir el embarazo.
En cualquiera de los casos, si sólo se considera el aspecto del embarazo como situación sufrida por una persona, se podría afirmar, apoyándose en el respeto a la autonomía de la persona, la capacidad de cada mujer para decidir si sigue adelante o no con el proceso del embarazo.
De hecho parece que, en los casos de embarazo no deseado, o no fácilmente aceptado, esta suele ser la consideración principal: se ha producido un problema, que se desea resolver cuando antes. El modo de resolución es parando el embarazo. Se trata de decisiones que se toman con cierta urgencia, movidos por el deseo de resolver el problema que se ha presentado ya que puede afectar de forma importante a diversos aspectos de la vida de la persona: estético, de relación de pareja, económico, profesional, etc.
La multiplicación de las dificultades puede empujar a tomar decisiones con poca deliberación, y sin considerar los problemas que pueden surgir para la misma persona por el hecho de interrumpir el embarazo. Es especialmente importante que se suministre la suficiente información para que el consentimiento realmente sea informado. No debería dejar de informase de los efectos secundarios de tipo médico, y psicológico que se pueden producir [3][4].
La irreparabilidad de la decisión tomada, acentúa la importancia de que se procure un ambiente adecuado para que el consentimiento se pueda ejercer con el mínimo de coacciones psicológicas.
Aborto
La interrupción voluntaria del embarazo es una acción que no se ejecuta primariamente sobre la embarazada, sino de forma directa sobre el feto y sólo transeuntemente sobre la embarazada. Es decir, no se deja de estar embarazada sino mediante la producción de la muerte del feto. Esta es la primera acción que se lleva a cabo aunque lo que se quiera finalmente es detener el embarazo. Por ello no se puede valorar éticamente el hecho y la utilidad de poner fin al embarazo, sin considerar el valor ético de la muerte del feto, es decir del aborto.
La expresión "con mi cuerpo hago lo que quiero"[5], aunque utilizada en algunas ocasiones, no es correcta desde el punto de vista biológico, y por tanto ético. Relacionar el aborto con la disponibilidad que una persona puede tener respecto a órganos o partes de su propio cuerpo, no parece tener un fundamente ético, por carecer de fundamento biológico.
Independientemente de lo que se pueda pensar sobre el carácter personal, o el valor de dignidad que tenga el feto, es evidente que se trata de individualidades biológicamente distintas la madre y el hijo.
El núcleo de la cuestión ética podría plantearse de una forma sencilla y sintética:
- Acabar con la vida de un ser humano en el feto materno hoy es legal.
- Matar a un niño no lo es.
- Por tanto cualquier defensor del aborto, que quiera defender este comportamiento de una forma racional y humana, debe demostrar por qué es distinto, desde el punto de vista biológico o ético, matar a un feto en las primeras semanas del embarazo y matar a un niño [6].
Respecto a la realidad biológica individual, hay que decir, que las discusiones que se han dado con referencia al embrión preimplantatorio, han tenido como efecto indirecto que el campo de discusión sobre si estamos o no ante una realidad biológica individual, se ha restringido a los 14 primeros días de su existencia, o al período previo a la implantación. No parece que haya discusiones razonables acerca de la individualidad del embrión implantado o del feto.
Respecto a la realidad ética del aborto suelen plantearse dos posturas:
- Los que hacen una opción “pro vida”, entienden que el ser humano es un todo único, y que debe ser respetada su vida desde que empieza, con la concepción, hasta su finalización natural. Que en algún momento pueda no poder expresar algunas de las características más plenamente humanas por falta de desarrollo de órganos corporales, no cambia lo que ya se es. No hay un cambio de quién es uno desde el primer momento en que empieza su vida. Para estas personas el aborto siempre será un mal ético
- Los que admiten la posibilidad del aborto defienden que el ejercicio de algunas de estas características es clave para reconocer la intangibilidad de esa vida o no. Para estas personas, el aborto en ocasiones será un mal, y en otras un bien.
El problema que se plantea en este segundo posicionamiento es que no es posible hablar de una gradación en la intangibilidad de la vida. Es decir, no puede darse que una vida humana sea más o menos intangible, en función de otro, porque eso ya es no reconocerle la dignidad que exige ser tratado como un fin y no como un medio. Por tanto estos deberían establecer muy claramente cuál es la característica o el conjunto de características que se deben fijar para que haya obligación de respetar siempre esa vida humana.
Algunos autores soslayan este problema haciendo razonamientos de tipo utilitarista o consecuencialista. Peter Singer, su principal representante, afirma que la fuente de derechos en el ser humano a la que hay que referirse es:<templatestyles src="Plantilla:Cita/styles.css"/>
a sus características relacionadas con la ética. Algunas de éstas son inherentes a la naturaleza del ser, entre las que se incluyen, la conciencia, la capacidad para interactuar física, social y mentalmente con otros seres, el preferir conscientemente seguir con vida y el tener experiencias agradables. Otros aspectos pertinentes dependen de la relación del ser con los demás, por ejemplo, tener parientes que llorarán tu muerte o estar tan situado en un grupo que, si te matan, los demás temerán por sus vidas
[7].
Pocas personas defienden que el hecho del nacimiento –al que se suele dar tanto valor jurídico- pueda ser una referencia ética sobre el valor del individuo. En efecto, no se ve muy bien cómo puede cambiar tanto lo que uno es, por el hecho de nacer, cuando el parto podría haberse adelantado, o ser prematuro. Esta dificultad se agrava porque con el progreso de la medicina neonatal cada vez están sobreviviendo niños que nacen con menos semanas de embarazo, con lo cual la pretensión de fijar una frontera en la posibilidad de supervivencia tras el nacimiento se va adelantando Error en la cita: Etiqueta de apertura <ref>
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Aborto terapéutico
El término terapéuticoEl aborto terapéutico es el aborto inducido justificado por razones médicas:
- Riesgo grave para la vida de la madre, cuando la continuación del embarazo o el parto significan un riesgo grave para la vida de la madre;
- Para salvarguardar la salud física o mental de la madre, cuando éstas están amenazadas por el embarazo o por el parto;
- Riesgo de enfermedad congénita o genética, para evitar el nacimiento de un niño con una enfermedad congénita o genética grave que es fatal o que le condena a padecimientos o discapacidades muy graves.
- Reducción de embriones o fetos en embarazos múltiples, hasta un número que haga el riesgo aceptable y el embarazo viable.
- Riesgo grave para la vida del hijo, cuando la continuación del embarazo o el parto significan un riesgo grave para la vida del hijo, ya sea porque viene con una malformación, o tiene un alto riesgo de vida cuando nazca.
La valoración ética del aborto terapéutico está muy ligada a la valoración general sobre el aborto. Si se atribuye un valor de respeto a la vida desde la concepción, las razones que puedan darse explicarán los motivos por los que era más o menos difícil respetar esa vida, pero no justificarán el haber acabado con ella.
Para quien retrasa la atribución de dignidad al ser humano en el seno materno hasta determinados estadios de su desarrollo, antes de ese momento la acción abortiva podrá tener una valoración ética positiva.
En los casos de malformación del feto, hay que hablar más bien del aborto eugenésico
Aborto indirecto
Otros artículos
Referencias externas
Lawrence M. Hinman University of San Diego. «Abortion and Ethics». Ethics Updates (en inglés). Consultado el 20 de diciembre de 2012.
Guttmacher, Institute (2010). Aborto a nivel mundial.
Notas
- ↑ United Nations. Abortion Policies. A Global Review.
- ↑ La ley orgánica que, en España, introduce esta despenalización se llama “Ley Orgánica 9 de 5 de julio 1985 que modifica el art. 417 bis del Código Penal”, y en su breve articulado solo aparece el término “aborto” y lo hace en 7 ocasiones. .Por el contrario, la ley italiana lleva como título: Legge 22 maggio 1978 n. 194. Norme per la tutela sociale della maternita' e sull'interruzione volontaria della gravidanza
- ↑ Gómez Lavín, Carmen (1996). «Consecuencias psicopatológicas del aborto en la mujer». Cuadernos de Bioética 5 (17-18): 28-30.
- ↑ Observatorio Regional para la Mujer de América Latina y el Caribe (ORMALC) (28 de septiembre de 2005). «El aborto y su relación con la salud de la mujer». Consultado el 20 de diciembre de 2012.
- ↑ Por otra parte ya usada por Empédocles(siglo V a.c.), lo defiende Ulpiano (siglo II p.c.) como aparece en el Digesto de Justiniano: “partus, antequam edatur, mulieris portio est vel viscerum” (Digesto 25, 4,1,1).
- ↑ The Telegraph (21 de mayo de 2006). Legal nicety that kills babies. Consultado el 20 de diciembre de 2012.
- ↑ Singer, Peter (1997). Repensar la vida y la muerte. El derrumbe de nuestra ética tradicional. Paidos. pp. 188-189. ISBN 978-84-493-0414-9.Cfr. también H. Engelhardt Jr., Manuale di bioetica (Milán 1991), pp. 126-128, 244 ss. R. Dworkin, El dominio de la vida. Una discusión acerca del aborto, la eutanasia y la libertad individual (Barcelona 1994)