Proyecto Gran Simio
Introducción[editar | editar código]
El “Proyecto Gran Simio” surgió durante la década de los noventa del pasado siglo como una propuesta filosófica de la mano de Peter Singer y de Paula Cavalieri (1998) bajo el eslogan “La igualdad más allá de la humanidad”. Se basa en una filosofía anclada en el utilitarismo, el animalismo, el ecologismo radical y en el materialismo científico, que solo reconoce el estatuto de persona a un ser plenamente “consciente”, sea humano o no, por lo que Singer (2003) llega a justificar hasta el infanticidio:
“La vida de un recién nacido tiene menos valor que la de un cerdo, un perro o un chimpancé […] Las razones para no matar personas no son válidas para los recién nacidos”[1]
Según sus ideólogos está concebido desde los más recientes descubrimientos de la ciencia. Así, basándose en los estudios de algunos primatólogos y etólogos que aseguran que ciertos primates poseen “conductas humanas” tales como:
- La anticipación.
- El sentido del tiempo.
- La resolución de problemas.
- El dolor ante la muerte.
- Incluso el lenguaje propiamente humano aunque no vocalicen.
Defienden que los grandes simios poseen características que se creían exclusivamente humanas y que por tanto son iguales a las personas intelectualmente, psíquicamente, moralmente y jurídicamente. Sin embargo, esta aseveración científica es falsa ya que está muy influida por intuiciones subjetivas del observador, no se puede olvidar que el hombre tiende a antropomorfizar el universo. La mayor parte de esos estudios están hechos, generalmente, con monos en cautividad y/o influidos por los lazos sentimentales que se establecen entre el animal y la persona que los cuida-estudia, por lo que no merecen ninguna fiabilidad; de hecho los intentos de repetir empíricamente los experimentos han sido un fracaso.
La campaña “Declaración de los Grandes Simios”, que defiende este Proyecto, “exige que la ‘comunidad de los iguales’ se haga extensiva a todos los grandes simios: chimpancés, gorilas, seres humanos, orangutanes y bonobos”. Y asume que “la ‘comunidad de los iguales’ es una comunidad moral dentro en la cual ase acepta que determinados principios o derechos morales fundamentales, que se puedan hacer valer ante la ley, rijan las relaciones mutuas”.
El debate sobre cuánto ADN separa a los humanos de los chimpancés sugiere, según estos ideólogos, que los humanos están tan estrechamente relacionados con los simios que, el chimpancé no solo debe ser parte de la misma familia taxonómica sino también del mismo género. Por ello, aunque las comparaciones genéticas entre chimpancés y humanos muestran resultados dispares en función de la secuencia analizada, Se dice que las mayores diferencias se dan en el llamado ADN “basura”, no codificador de proteínas, estableció la fecha de la divergencia entre las dos especies entre hace cinco y seis millones de años atrás como prueba de una proximidad a nivel genérico, olvidando que se han encontrado especies homínidas más antiguas.
Semejanzas y diferencias genéticas entre el hombre y los grandes simios Se[editar | editar código]
Se sabe que el humano comparte la mayor parte del ADN con los grandes simios: el 98.4% de genes con el chimpancé, 97.7% con el gorila, y 96.4% con el orangután.
¿Asegura ese grado tan íntimo de “igualdad”, como pretenden los partidarios de otorgar al chimpancé y a otros monos, el estatuto de persona?
Porque los estudios de las diferentes secuenciaciones del genoma de los distintos organismos están indicando que todos comparten genes prácticamente idénticos, lo que no significa que a igualdad de genes, igualdad de organismos, algo evidente para cualquier profano. Sin embargo, autores como Wildman et al. (2003) parecen empeñados en basar la igualdad hombre-simio en esa única evidencia: “Los chimpancés son genéticamente más parecidos a los humanos que a cualquier otro primate, por eso pensamos que debe compartir el mismo género y hasta la misma familia con los seres humanos”.
Las aportaciones del Proyecto Genoma Humano, el gran descubrimiento que ha marcado el inicio de este milenio, han sorprendido con una novedad radical: que del total de genes que tiene el hombre, unos 26.000, solo está activo "un 2%" Y esto parece ser la pauta de la mayor parte de los organismos. Es decir, la diferencia entre los distintos organismos radica en la diferente activación de unos genes frente a otros, particularidad que ya no es tan coincidente entre sí.
Por ello, no sería posible basarse en la afinidad genética, exclusivamente, la igualdad entre seres vivos, independientemente del estado de los genes y de otros importantes factores, porque si no, a otros organismos aparentemente menos próximos a nosotros pero que comparten también la casi totalidad de los genes, por ejemplo los ratones, habría de otorgárseles.
La activación-desactivación genética de la que no se habla en el “Proyecto Gran Simio”, reduce la concordancia genética hasta un 96% frente al 98.4% aparente. Y es que dos libros no son iguales porque se emplean las mismas letras en su escritura. Si además se tiene en cuenta cómo están agrupados esos genes en los cromosomas, y el número de cromosomas es diferente, lo que tampoco se suele mencionar a pesar de que es la base sobre la que se identifica una especie (algo tan característico de cada especie que impide el entrecruzamiento fértil de sus individuos con los de otra), las diferencias aumentan notablemente, hasta un 26%. Los simios se caracterizan por disponer sus genes en 48 cromosomas en vez de en los 46 cromosomas típicos y característicos de la especie humana. Y esta cuestión, que puede parecer trivial, no lo es en absoluto porque tiene que explicar la pérdida de dos cromosomas enteros en el transcurso de la evolución, dado que si cada cromosoma posee un cierto número de genes, el perder cromosomas significa perder muchos genes, fatal para la supervivencia de la especie más que un mecanismo exitoso de producción de especies nuevas.
Otras diferencias[editar | editar código]
Estas diferencias genéticas, epigenéticas y proteínicas se materializan tanto anatómicamente como fisiológicamente. No hace falta entrar en detalles ni tener grandes conocimientos biológicos como para no ver las diferencias entre el hombre y el chimpancé:
- El diferente desarrollo cráneo-encefálico.
- La disposición de la garganta.
- La columna vertebral.
- El grado de inervación.
- El grado vascularización.
- La diferente posición y estructura de los huesos de la cintura pelviana así como de los músculos implicados en su movimiento.
- Etc.
¿Es acaso comparable la mente humana con la mente chimpancé?, ¿Acaso llega a desarrollar un chimpancé alguna vez pensamiento abstracto?, ¿Es posible decir que es un ser libre? Sin embargo, los defensores de la igualdad simio-hombre dicen que a pesar de las diferencias visibles, las similitudes entre Homo sapiens y el chimpancé van más allá de la visión estereoscópica y de los pulgares oponibles.
- Es obvio que un chimpancé no es un hombre. Tiene el cuerpo diferente. Tan distintos son a los humanos que un simio nunca podrá hablar, por mucho que se empeñen en enseñarle, porque la boca del chimpancé no deja a la lengua espacio para articular palabras, ni su faringe actúa de caja de resonancia por estar la laringe demasiado alta.
- Otra cuestión muy humana es la capacidad manual, clave en el uso de herramientas y en el desarrollo tecnológico. El chimpancé tampoco podría trabajar con las manos como el hombre porque el pulgar de un chimpancé, es mucho más pequeño que el humano y no es tan oponible, por lo que la prensilidad es más pequeña y no llegan a desarrollar el llamado tacto fino.
- El cerebro del chimpancé es incomparablemente más pequeño, más aplanado y alargado, con menos circunvoluciones cerebrales y asimetría entre los hemisferios. No está tan desarrollado en áreas y faltan las específicamente humanas.
Las diferencias insalvables[editar | editar código]
El hombre es el único ser con inteligencia reflexiva, libertad y voluntad. El conocimiento de mi “yo”, el conocimiento del “mundo” como algo diferente a sí mismo pero de lo que forma parte, el descubrimiento de lo otro, del otro y del Otro, de un “tú” que me interpela, es algo privativo del hombre. Y de la posibilidad de elegir los fines, y de querer orientar esos fines hacia el bien.
De la libertad que me permite incluso negar al propio hombre y querer reducirlo a mero animal para que el animal sea libre como el hombre. Porque los autores del “Proyecto Gran Simio”, a tenor de lo que declaran, desconocen que el hombre siempre es libre, aun confinado en una jaula. Que trasciende el tiempo y el espacio, y se trasciende a sí mismo, algo inconcebible en ningún animal. Como desconocen que el hombre es el único ser capaz de amar ni en qué consiste el amor, la donación de sí.
Pretender dar derechos a un animal, sea un simio o una mariposa, no es solo permitir que no se les cuide y defienda del sufrimiento y de la aniquilación sino reconocerles como:
- Seres libres.
- Seres responsables.
- Seres sujetos a deberes, lo que obviamente es falso.
La especie humana es el resultado de un largo proceso evolutivo. Recapitula toda la historia del Cosmos desde el Big Bang. En el cuerpo del hombre se encuentran los mismos quarks que componen toda la realidad energético-material existente y responde a las mismas leyes físicas.
Suprimir la barrera de la especie, como pretende el Proyecto Gran Simio, es reducir al hombre a pura animalidad negándole lo que es específicamente humano, su estrato superior, su espíritu. La genética moderna ha confirmado que todos los hombres del mundo de hoy son pertenecientes a la especie Homo sapiens sin que se pueda establecer categorías ni diferencias en relación a ningún factor.
Panteísmo mundialista y Proyecto Gran Simio[editar | editar código]
Este Proyecto que iguala la liberación de los simios con la liberación de la mujer, de los homosexuales, etc., traslada la “lucha de clases” de Marx a la naturaleza. “Habiendo aceptado el principio de igualdad como base moral sólida para las relaciones con otros miembros de nuestra propia especie, igualmente nos comprometemos a aceptarlo como base moral sólida para las relaciones con los que no pertenecen a ella: los animales no humanos”.
Por ello, se exige que el concepto de especie se difumine, se supriman las fronteras hombre-animal, y que algunos derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos[2], adoptada por la ONU en 1948, sean también derechos propios de los grandes simios, como:
- El derecho a la vida.
- Derecho a la protección de la libertad individual.
- Y a la prohibición de la tortura.
Es posible recordar “que existen humanos discapacitados intelectualmente que tienen menos derecho a que se les considere conscientes de sí mismos, o autónomos, que muchos animales no humanos”. Y mantiene que “la pertenencia a una especie no es más importante en estas circunstancias que la pertenencia a una raza o un sexo”. Proclama Singer: “sugiero que acordemos no dar más valor a la vida del feto que a la vida de un animal no humano dado un nivel similar de racionalidad, conciencia de sí mismo, conocimiento, capacidad de sentir, etcétera”.
El Proyecto Gran Simio se sumerge así en la línea de los recientes documentos mundialistas de carácter panteísta y relativista, como la Carta de la Tierra[3]. En las líneas citadas más arriba, se trasluce constantemente la idea del hombre como “animal humano”, que, por lógica, no ha de diferenciarse de un “animal no humano”. Este es el problema de Singer y de los que piensan como él, que el hombre es pura animalidad, materia. Y esta es la tragedia del hombre de hoy: al ser animalizado pierde su dignidad y no merece más que la de cualquier otro ente del planeta, no tiene “privilegios” frente al resto de los animales, puede ser sacrificado.
Cuando verdaderamente somos hombres, con todas las facultades en acción, el ecologismo, y otras ideologías, carecen de sentido. Pero si la sociedad llega a aceptar que el hombre es un animal más, cuyo crecimiento y desarrollo hay que controlar para que la Tierra permanezca igual, para preservar sus recursos naturales, la propuesta del “Proyecto Gran Simio” y de otras leyes que atentan contra la persona humana, serán cada vez más una triste realidad.
Para pedir la protección de la naturaleza en general, y de los simios en particular, no hace falta reducir al hombre y privarle de su dignidad. El Génesis es un canto bellísimo sobre el universo, la vida, y el hombre, al que Dios erige guardián y responsable de la naturaleza. Cuando el hombre es de verdad hombre no necesita legislar la defensa de los demás organismos, basta amar, ¿cómo pretende el Proyecto Gran Simio hacerlo despojando al hombre de su humanidad? En el afán humano de autosuficiencia se ha desterrado a Dios del mundo, han olvidado la condición de criatura y que las personas son Su imagen.
Conclusiones[editar | editar código]
Es falso que el Proyecto Genoma Chimpancé haya desvelado la similitud biológica humana con los simios, aunque se compar cerca del 99% con alguno de ellos. La nueva genética enseña la complejidad del genoma y de la manifestación de los genes, rebajando ese porcentaje considerablemente. En consecuencia, la diferencia entre los distintos organismos radica en la diferente activación de unos genes frente a otros, lo que ya no es tan coincidente entre sí, y en la agrupación de estos en cromosomas diferentes en tamaño, número y locus, según especie. Esas “semejanzas genómicas” se reducen hasta en un 26% cuando se estudian en detalle. De hecho los estudios sobre proteínas rebajan la similitud a un 23%.
La evolución también muestra diferencias sustanciales con los simios, separados de nuestro árbol evolutivo mucho antes de que empezara el proceso de hominización. Las características propiamente humanas: inteligencia reflexiva, libertad y voluntad, no se pueden reconocer en los simios, son exclusivas del hombre, y son las que permiten descubrir la presencia de un “tú” que interpela y la del mundo en el que se vive, donde hay criaturas que necesitan del cuidadohumano.
La capacidad de amar, un “yo” que se hace “tú”, incluso hasta dar la propia vida, es también exclusivamente humana, producto de la inteligencia y libertad; por ello, solo el hombre, en un acto de amor a la naturaleza, puede ser el guardián y defensor de otras especies.
Otras voces[editar | editar código]
Texto de referencia[editar | editar código]
- Encinas Guzmán, María del Rosario (Mayo 2012). «Voz:Proyecto Gran Simio». Pardo, Antonio, ed. Nuevo Diccionario de Bióetica (2° edición) (Monte Carmelo). ISBN 978-84-8353-475-5.
Bibliografía[editar | editar código]
- Singer, Peter; Cavalieri, Paola (1998). «El proyecto Gran Simio : la igualdad más allá de la humanidad». Trotta (Madrid). ISBN 84-8164-196-0.
- Yoko, Kuroki; Toyoda, Atsushi; Noguchi, Hideki; Taylor, Todd D. (01 January 2006). «Comparative analysis of chimpanzee and human Y chromosomes unveils complex evolutionary pathway». Nature Genetics 38: 158-167. Consultado el 14 de julio de 2020.
- Marks, Jonathan (12 de mayo de 2000). «98% Alike? (What Our Similarity to Apes Tells Us About Our Understanding of Genetics)». The Chronicle of Higher Education. Consultado el 14 de julio de 2020.
- Toder, R.F.; Grutzner, T.; Haaf, E. (2001). Species‑Specific Evolution of Repeated DNA sequences in Great Apes 9. pp. 431-435. doi:10.1023/A:1011605824530. Consultado el 14 de julio de 2020.
- Uddin, Monica; Wildman, Derek E.; Liu, Guozhen; Xu, Wenbo (2 de marzo de 2004). «Sister grouping of chimpanzees and humans as revealed by genome-wide phylogenetic analysis of brain gene expression profiles». Proc Natl Acad Sci U S A. 101 (9): 2957-2962. PMID 14976249. doi:10.1073/pnas.0308725100. Consultado el 14 de julio de 2020.
Referencias[editar | editar código]
- ↑ Singer, Peter (2003). «Quitar la vida: el embrión y el feto». Ética práctica. Consultado el 14 de julio de 2020.
- ↑ «La Declaración Universal de Derechos Humanos».
- ↑ «¿Qué es la Carta de la Tierra?, la iniciativa de la carta a la tierra España».