Evangelium vitae
Encíclica del Papa Juan Pablo II, promulgada el 25 de marzo de 1995. El título completo es el siguiente: "Carta Encíclica a los obispos, a los sacerdotes y diáconos, a los religiosos y religiosas, a los fieles laicos y a todas las personas de buena voluntad sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana".
Esta Encíclica ha sido definida por Juan Pablo II como "una gran meditación sobre la vida, considerada en la plenitud de sus dimensiones naturales y sobrenaturales; una meditación rebosante de gratitud al Señor, Dios de la vida" ("L'Osser Rom" 31-III-1995, 1). Para la comprensión de la Encíclica Evangelium vitae es, pues, imprescindible tener a la vista este juicio del Papa. Por ello, quienes consideren sólo el aspecto biológico de la existencia del hombre no podrán calar la sabiduría humana y aun la altura intelectual de este importante Documento Magisterial.
La Encíclica consta de una Introducción y cuatro Capítulos, en los que, después de una amplia enumeración de las actuales amenazas que sufre la vida (cap. I), el Papa se extiende en una profunda reflexión bíblica sobre el valor de la vida humana (cap. II) y, a la luz del mandato bíblico "no matarás", enjuicia el delito del aborto y de la eutanasia (cap. III). La Encíclica incluye una llamada insistente a que se inicie una cultura nueva que proclame la grandeza de la vida humana (cap. IV). La Conclusión es una meditación sobre María, que ha dado a luz al Autor de la Vida.
Estos temas, que componen el índice de la Encíclica Evangelium vitae, ya habían sido objeto de enseñanza magisterial en no pocos Documentos anteriores. En efecto, numerosos discursos del Papa Pío XII están dedicados a problemas médicos que suscita la vida humana. Más tarde, la Constitución Gaudium et spes (nn. 12-17; 22; 27) y la Encíclica Humanae vitae ensalzan el valor de la vida del hombre y ofrecen los fundamentos de lo que, a partir del año 1970, se denomina la Bioética, o sea la Ética acerca de la vida (* bioética). Pero ha sido Juan Pablo II el que, desde el inicio de su pontificado, se convirtió en paladín en la defensa de la vida. Frente a la "cultura de la muerte", el Papa propone la "cultura de la vida".
Pero los antecedentes inmediatos de esta Encíclica han sido los siguientes: cuatro Documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe: las Declaraciones De aborto procurato (18-XI-1974); Persona humana (29-XII-1975); De euthanasia (27-VI-1980) y la Instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación, Donum vitae (22-II-1987). Por su parte, Juan Pablo II publicó otros dos Documentos de excepcional importancia: la Carta a los obispos de la Iglesia sobre la intangibilidad de la vida humana inocente (19-V-1991) y la Carta a las Familias Gratissimam sane (2-II-1994).
A pesar de este abundante y reiterado magisterio, el Consistorio Extraordinario de Cardenales, celebrado en Roma del 4 al 7 de abril de 1991 sobre el tema de la vida, por unanimidad, pidió al Papa que ratificase con su autoridad en un Documento solemne "el valor de la vida humana y su carácter inviolable". La Encíclica Evangelium vitae es, pues, la respuesta del Papa a esta petición de los Cardenales.
Además, con el fin de que este Documento subrayase la colegialidad episcopal, en Pentecostés de 1991, el Papa escribió a todos los obispos pidiendo su colaboración para la redacción de la Encíclica. Y Juan Pablo II asumió las "informaciones, sugerencias y propuestas" enviadas por los obispos. De este modo, "testimoniaron su unánime y convencida participación en la misión doctrinal y pastoral de la Iglesia sobre el Evangelio de la vida" (n. 5). Con estas colaboraciones, el Papa quiso manifestar el carácter colegial de este importante documento.
El mismo Papa subraya la importancia del contenido de esta Encíclica. La compara con la Rerum novarum: al modo como la Encíclica de León XIII salió al paso de los delitos que se cometían contra "los derechos sacrosantos de la persona del trabajador", así la presente Encíclica defiende el derecho a la vida, especialmente de los más indefensos. Por ello, "da su voz a los que no tienen voz", pues muchos millones de inocentes están amenazados en la actual civilización de la muerte, al modo como la masa obrera del siglo XIX padecía las injusticias del capitalismo liberal de la época. Este mismo pensamiento lo desarrolló el Cardenal López Trujillo en la presentación de la Encíclica: "Esta situación grave y dramática de los pobres es considerada en el Evangelium vitae en una perspectiva de tensión, de lucha, con contornos precisos: una lucha de la cultura de la vida contra la cultura de la muerte, de las fuerzas del bien y del mal y no como mero conflicto histórico, social, político o económico" (Presentación de la "Evangelium vitae", "L'OsserRom" 31-III-1995, 24).
Juan Pablo II subraya la fecha de la Encíclica (25 de marzo) con esta sugerencia: "La encíclica lleva la data de la Anunciación. He elegido esta solemnidad por el valor sumamente significativo que reviste precisamente con relación al tema de la vida. En la Anunciación, la Virgen acoge el anuncio de su maternidad divina. En el sí que pronuncia, tiene su coronamiento el sí de toda madre a la vida de su propio hijo" ("L'OsserRom" 31-III-1995, 1).
La literalidad del texto adquiere una gravedad especial al momento de condenar la eliminación de los deficientes físicos y psíquicos (n. 57), el aborto (n. 62) y la eutanasia (n. 65). En efecto, la fórmula de la condena es de tal densidad magisterial, que, antes de la publicación de la Encíclica, se decía que el Papa trataba definir como dogma de fe la maldad intrínseca de esas tres acciones. No es así, porque, según declara el Código de Derecho Canónico (c. 749), debe constar explícitamente que el Papa habla "ex cátedra".
En la presentación de la Encíclica, el Card. Ratzinger aludió a los intentos de declarar infalible estas enseñanzas, pero que se había desistido. No obstante, el Card. Ratzinger ha dejado constancia de estos datos: "Los expertos han descubierto que, en una fórmula de dogmatización, la fórmula misma nunca habla de su infalibilidad. Es éste un atributo que puede ser deducido de la estructura, sea del acto, sea del contenido. Aquí, en cuanto al contenido, tenemos ciertamente la estructura más elevada, de la más alta exigencia de asentimiento, porque de ello hablan la Escritura, la Tradición, el Magisterio, la unanimidad de los obispos y de los fieles. Ciertamente la fórmula más severa es la primera [de las tres señaladas, la del homicidio directo]: aquí el Santo Padre dice que habla con la autoridad concedida por Cristo a san Pedro y a sus sucesores; subraya que la cosa está contenida en la Escritura y expresada unánimemente en el consenso de los fieles. Mientras que, en la segunda y en la tercera fórmula [se refiere al aborto y a la eutanasia], están un poco atenuadas esas afirmaciones, en cuanto que la materia no está ‘contenida’ sino ‘fundada’ en la Escritura. Por tanto, el Papa no hace un acto formal de dogmatización, sino un acto de confirmación, porque la evidencia de la Escritura y de la Tradición es tal que sería absurdo dogmatizar una cosa que es un contenido evidente de todo el mensaje cristiano y que responde también a la razón y a todo humanismo” (Evangelium vitae è pronunciamento "infallibile" anche se non c´è scritto, "Adista" 5364 -1995-3).
Dado que un importante sector de la cultura actual está empeñado en esos tres temas, sobre todo en la defensa de las leyes a favor del aborto y de la eutanasia y lo lleva a cabo con muchos medios materiales y de comunicación, el Papa finaliza la Encíclica invitando a una gran campaña de oración: "Con esta profunda certeza, y movido por la firme solicitud por cada hombre y mujer, repito hoy a todos cuanto he dicho a las familias comprometidas en sus difíciles tareas en medio de las insidias que las amenazan: Es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero. Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida. Jesús mismo nos ha mostrado con su ejemplo que la oración y el ayuno son las armas principales y más eficaces contra las fuerzas del mal (cf. Mt 4,1-11) y ha enseñado a sus discípulos que algunos demonios sólo se expulsan de este modo (cf. Mc 9,29). Por tanto, tengamos la humildad y la valentía de orar y ayunar para conseguir que la fuerza que viene de lo alto haga caer los muros del engaño y de la mentira, que esconden a los ojos de tantos hermanos y hermanas nuestros la naturaleza perversa de comportamientos y de leyes hostiles a la vida, y abra sus corazones a propósitos e intenciones inspirados en la civilización de la vida y del amor" (EV 100).[1]
Referencias
- ↑ BIBLIOGRAFÍA: AA.VV., Evangelium vitae: commento all´enciclica della bioética. Leumann. Torino 1995..D. TETTAMANZI, Evangelium vitae: valor y carácter inviolable de la vida humana. PPC. Madrid 1995. J. PEREA, Valor magisterial de las fórmulas empleadas en el "Evangelium vitae", "Mor" 19 (1996) 11-32. AA.VV., Commenio interdisciplinare alla "Evangelium vitae. Ed. Vaticano. Città del Vaticano 1997. J. DE LA VEGA-HAZAS RAMÍREZ, El hombre ante sí mismo. Reflexiones sobre moral fundamental a la luz de la encíclica Veritatis splendor. Grafite. Baracaldo (Vizcaya) 1999. M. SCHLAG, Das moralische Gesetz in Evangelium vitae. Peter Lang. Frankfurt a. Maim. 2000. AA.VV., Symposium Internacional a los cinco años de la Evangelium Vitae. Univ. San Antonio. Murcia 2002.