Diferencia entre revisiones de «Estatuto antropológico del embrión humano»

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(Universidad de Málaga)
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gmartian@uma.es
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Revisión del 08:27 24 sep 2018

Introducción

Los continuos avances de la ciencia en el área de la embriología humana dejan pocas dudas de la naturaleza humana del embrión desde sus primeras etapas de deasarrollo. Biologicamente no cabe otra definición de esta entidad, desde su fase unicelular, es un individuo de la especie humana con las características, ya definidas pero aun no desarroladas, del particular ser humano que será toda la vida, ver Estatuto biológico del embrión.

¿Basta esta evidencia científica para que el embrión humano, especialmente en sus primeras etapas de desarrollo, sea considerado una persona humana con las prerrogativas propias a su condición?

Creemos que es lógico pensar, sin acudir a escuelas filosóficas particulares, que la realidad biológica del embrión o sea sus características biológicas únicas que le otrogan su condición de ser un individuo de la especie humana permite deducir su projección ontológica, si es así y lo podemos probar, probaremos la unicidad del embrión, única e irrepetible que caracterizará al individuo durante toda su vida. Pero veamos como se presenta el debate en nuestros días.

En ese sentido, citamos un estudio del Observatorio de Bioética UCV que afirma, No hay unanimidad en cuanto a sí la especie, como tal, es más que sólo materia y resulta relevante para determinar la «personeidad» de algunos individuos y para el reconocimiento de sus derechos inherentes.

La distinción entre seres humanos (en sentido biológico) y personas humanas (como depositarias de derechos fundamentales) es nuclear en sede bioética. A modo de muestra, baste recordar que las controversias en torno a la despenalización del aborto han consolidado la aparición de dos posicionamientos enfrentados y claramente definidos: el posicionamiento pro life, que sostiene el estatuto personal del concebido no nacido y su correspondiente derecho fundamental a la vida; y el posicionamiento pro choice, que amparándose en la vieja fórmula romana del mulieris portio, cosifica al embrión humano presentándolo como un apéndice del cuerpo materno.[1]


La persona del naciturus

Dentro de esta polémica destaca, en nuestra opinión, un articulo recientemente publicado en lor la revista científica Linacre[2] afirma que Esta discusión se centra en distinguir el ser humano físico de la persona ontológica humana que tiene un estatus moral, si existe tal distinción. La persona humana se refiere al individuo ontológico: "una sola entidad concreta que existe como un ser distinto y no es una agregación de cosas más pequeñas ni simplemente una parte de un todo mayor; ... su unidad es ... intrínseca "(Ford 1988). La definición tradicional de Boecio de la personalidad presupone una sustancia individual que posee una naturaleza racional (Boethius n.d., capítulo 3), evitando así la extensión de la personalidad a los no humanos. Este trabajo explora si un ser humano formado en la fecundación se convierte en una persona humana en algún momento del desarrollo versus la noción de que la persona está inextricablemente interrelacionada e inherente desde el punto de fecundación o fusión del óvulo y el esperma. Las etapas de la vida humana relevantes para discernir la personalidad incluyen, pero no se limitan a: fertilización (penetración de esperma / huevo), cigoto (ensamblaje del nuevo genoma), mórula, embrión, feto y nacimiento (supervivencia extrauterina). Si bien los seres en estas etapas de desarrollo se consideran biologicamente e irrefutablemente como seres humanos y mamíferos, no existe un consenso claro con respecto a determinar cuándo se establece la personalidad. Una vida humana puede considerarse una persona humana en la fecundación. Por otro lado, otros atribuyen personalidad una vez que la apariencia física de un feto se asemeja a la forma humana madura alrededor de la semana 9 de gestación durante la embriogénesis. Alternativamente, un ser humano puede llegar a ser una persona cuando el sistema nervioso central se desarrolla y los órganos están funcionando, o en un punto donde las funciones vitales, como la respiración y la filtración del riñón, se establecen o se pueden mantener con equipos mecánicos alrededor de los veinte -6 semanas de gestación (Moore 1988).

Los filósofos, bioéticos y legisladores consideran aspectos del desarrollo humano biológico como estos al definir y establecer la personalidad . '

Más adelante el artículo define las dos posturas enfrentadas sobre cuando el individuo de la especie humana se transforma en persona, con una identidad propia esencialemte invariable en todo su existencia vital, " Farah y Heverlein describen la importancia de definir "Persona es un concepto fundamental en ética, que incluye tanto la ética filosófica pura como el campo de la bioética aplicada". Continúan diciendo "sin embargo, definir criterios para la personalidad ha sido esquivo" (Farah y Heverlein 2007, 37-48). Para los propósitos de este trabajo, un ser humano se refiere a una entidad biológicamente humana, y la persona humana constituye una categoría moral. Se presentan dos hipótesis en competencia que constituyen un dilema filosófico en la definición de la personalidad.

1. La primera de las dos hipótesis es que un ser humano ha existido desde la fecundación y que la persona es siempre inherente a un ser humano en todas las etapas del desarrollo. Un ser humano no se convierte en una persona en una etapa particular de desarrollo después de la fertilización. Se sigue que una persona humana está en continuo desarrollo de potencialidades y un ser humano ha sido una persona desde que comenzó a existir en la fecundación. Además, los términos "cigoto", "embrión" y "feto" describen etapas del desarrollo humano biológico y, como tales, no describen el desarrollo en una persona humana. Los defensores de la primera hipótesis afirman que la persona se logra desde el momento de la fecundación cuando se ensambla un nuevo genoma zigótico, o incluso antes cuando una espermática penetra en un oótido. Como en el caso de la muerte, los defensores de la primera hipótesis seleccionan un punto en el tiempo para la personalidad que es absoluto y no varía entre los individuos.

2. La segunda de las dos hipótesis es que una entidad biológicamente humana se convierte en una persona humana en algún momento después de la fertilización. Es decir, que no todos los seres humanos son personas humanas y, como resultado, no todos los seres humanos tienen un estatus moral. Los defensores de este último pueden creer que un cigoto, embrión o feto son etapas de desarrollo de la vida humana y tienen potencial para convertirse en un ser humano o una persona, pero pueden no ser aún una persona. Algunos defensores de esta hipótesis pueden creer que el estado de personalidad se designa en un punto arbitrario en el tiempo después de la fertilización al cumplir ciertos criterios. Algunos de estos momentos coinciden con los hitos del desarrollo, como la implantación, ciertas etapas del desarrollo embrionario o fetal, el nacimiento o incluso después del nacimiento. Como algunas de estas etapas de desarrollo constituyen un continuo o proceso en lugar de un final o punto de partida absoluto, el logro de la personalidad necesariamente varía entre los sujetos, a diferencia de la primera hipótesis.

El estudio continua con las diversas posturas del momento en que la persona humana surgiría de esa entidad que ya es un individuo de la naturaeza humana desde la fecundación, como lo hemos referido citando el Estatuto biológico del embrión humano y concluye defendiendo la primera hipótesis arriba referida que en nuestra opinión es concluyente, A la luz de la evidencia biológica y los argumentos filosóficos expuestos aquí, es más razonable apoyar la noción de que el estatus de persona está presente desde el momento de la fertilización humana.Texto en negrita

Conclusión

Despejando cualquier duda semántica, nos parece que la definición más acertada e ineqívoca de persona es la de Boecio (S. XIII) Rationalis naturae individua substantia («substancia individual de naturaleza racional») es la definición clásica de Boecio que se caracteriza por tres notas: la sustancialidad, la individualidad y la capacidad de razonar, que se va desarrolla en los primeros años de su vida. Es sin duda la radical unicidad del ser humano lo que lo diferencia de todas las criaturas Así, podríamos reformular el principio general en otros términos: la incomunicabilidad se acrecienta en la medida en que el ser se destaca sobre la esencia. Y por eso podemos decir que la incomunicabilidad en la persona es plena. En efecto, en cuanto sujetos subsistentes, los animales, las plantas y los entes inanimados son ciertamente incomunicables; pero sus principios individuantes y, por tanto, aquello 13 Tomás de Aquino: In I Sententiarum, d. 25, q. 1, a. 1, ad 6: «... in individuatione […] est duo considerare; id est individuationis causam quae est material […]; et secundum, scilicet rationem individuationis quae est ratio incommunicabilitatis…» 14 Forment Giralt, Eudaldo: “Introducción” a El orden del ser: Antología filosófica. Madrid: Tecnos, p. 97. Esto fundamenta la formulación de una Antropología trascendental, algo a lo que Leonardo Polo ha consagrado buena parte de su obra. La metafísica de la persona —en cuanto metafísica del ser— se resuelve en una antropología trascendental. 124 Sustancia individual de naturaleza racional: el principio personificador y la índole del alma separada que los hace incomunicables tienen poca entidad, y por ello son fácilmente intercambiables. La persona, en cambio, en cuanto que su constitutivo formal es el ser, es completamente insustituible: en la persona la incomunicabilidad —la singularidad— alcanza todas las dimensiones de su ser en cuanto que personal, haciendo suyos incluso los accidentes.15 Sustancia individual de naturaleza racional: el principio personificador y la índole del alma separada Individual Substance of Rational Nature: The Personification Principle and the Nature of the Separated Soul Gabriel Martí Andrés Doctor en Filosofía Profesor Titular de Edufamilia Colaborador honorario del Departamento de Filosofía (Universidad de Málaga) gmartian@uma.es Unum bonum verum pulchrum