Estado vegetativo
Introducción[editar | editar código]
El estado vegetativo es un estado complejo y difícil de comprender, en que existe falta de respuesta, pérdida de conciencia y pérdida de capacidad de reacción. Conlleva muchas alteraciones, siendo una de las principales la incapacidad del paciente para alimentarse de forma autónoma. Así, entra en juego la decisión de elegir como nutrir el paciente, que métodos utilizar y hasta cuándo. La decisión de iniciar, suspender o retirar nutrición artificial es una de las más difíciles que el equipo multidisciplinar y los familiares tendrán que hacer.
Fue definido por primera vez en el año 1972 por Bryan Jennett y Fred Plum. Para su definición, es de vital importancia diferenciarlo de otras alteraciones neurovegetativas como el coma, la muerte encefálica o fases terminales de la demencia, debiendo de recordar que este tipo de pacientes mantienen las funciones vitales, además del sueño y la vigilia, sin ser capaces de tener actividad voluntaria.
Consideraciones sobre el estado vegetativo[editar | editar código]
La consciencia de ser es muy debatida por filósofos y médicos. La definición de William James en 1894 es útil para ayudar a comprender el estado vegetativo. Este autor refiere que, en su estado mínimo, la consciencia humana consiste en una capacidad organizada, ordenada en tiempo, de atención y orientación de la persona y ante al medio ambiente[1].
La Asociación Americana de Neurología utiliza siete criterios diagnósticos en pacientes en estado vegetativo:
- Cuando no existe evidencia de estar consciente sobre sí mismo o el medio ambiente e incapacidad de interactuar con otros.
- Cuando no hay evidencia de comportamiento sustentado, reproducible, con propósito o voluntario en respuesta a estimulación visual, auditiva, táctil o dolorosa.
- Cuando no hay evidencia de comprensión de lenguaje o expresión.
- Cuando hay presencia de ciclos de sueno-vigilia.
- Cuando hay suficiente preservación de función autonómica e hipotalámica que permita sobrevivir con cuidados médicos y de enfermería.
- Cuando el paciente presenta incontinencia vesical y fecal.
- Cuando hay alguna preservación de los nervios craneales (glosofaríngeo, óptico, óculo-motor, vago) y de los reflejos espinales.
La misma asociación agrupa en tres categorías la etiología del estado vegetativo:
- Daño cerebral agudo traumático o no traumático en lo cual el estado vegetativo se desarrolla normalmente dentro de un mes desde el evento.
- Enfermedades degenerativas y metabólicas del cerebro. Muchas de estas enfermedades desarrollan en un estado vegetativo irreversible y si este estado se mantiene durante varios meses, la recuperación de consciencia es poco probable.
- Malformaciones severas del sistema nervioso. Este desarrollo de estado vegetativo afecta niños que no llegan a adquirir consciencia de sí mismos o del ambiente – como niños con anencefalia.
Las alteraciones en un paciente diagnosticado con estado vegetativo son muchas, al mencionarse las relacionadas con disfunciones de deglución, es posible afirmar que no permiten la alimentación de forma tradicional. Debido a la ausencia de reactividad al medio, estas disfunciones son expectables, asociadas a la hipotonía de la faringe y alteración de movimientos peristálticos del esófago[2]. Así, surge la necesidad de considerar alternativas de nutrición e hidratación artificiales.
Posibilidades de alimentación de pacientes en estado vegetativo[editar | editar código]
De acuerdo con Schub T, Pravikoff D, los pacientes en estado crítico se ven frecuentemente afectados por malnutrición, debido al aumento de gasto energético relacionado con el proceso de enfermedad, ya que esta causa un aumento de metabolización de proteínas y hay baja de ingesta de nutrientes. Según Franzosi, Abrahao y Loss,[3] 2012, la hospitalización es un factor de riesgo independiente para la malnutrición.
El adecuado aporte nutricional es fundamental para el óptimo funcionamiento celular, orgánico y para una correcta regeneración de heridas. Algunas complicaciones de malnutrición en estos pacientes incluyen gasto muscular, debilidad e infección. El soporte nutricional tiene un papel fundamental en la prevención y tratamiento de malnutrición en estos pacientes[4].
Aunque la ingesta oral sea la vía preferida para alimentar pacientes, en pacientes en estado vegetativo hay que optar por otras alternativas, como la alimentación por sonda nasogástrica, por sonda de gastrostomía endoscópica percutánea (sonda PEG) o por vía parentérica[4].
Nutrición entérica[editar | editar código]
La nutrición enteral es el tipo de nutrición administrada mediante catéter insertado:
- Directamente en el estómago (sonda orogástrica, sonda nasogástrica, sonda PEG).
- Intestino delgado (sonda nasointestinal y sonda de yeyunostomía) en un paciente que tiene tracto intestinal funcionante pero que no puede suplir sus necesidades nutricionales por vía oral.
Nutrición por sonda orogástrica y nasogástrica[editar | editar código]
La sonda nasogástrica es un tubo flexible que permite acceso al estómago a través de la nariz. Usar la ruta nasogástrica es el método más común de administrar nutrición entérica, así que la sonda orogástrica está solamente indicada cuando la ruta nasogástrica esta indisponible o provoque un compromiso de la vía aérea.
Inserción de la sonda nasogástrica[editar | editar código]
La inserción de una sonda nasogástrica es un procedimiento bastante común, pero no exento de riesgos si no es realizado de forma correcta. Para insertar una sonda nasogástrica en un paciente es necesario estudiar si tiene criterios para inserción, medir la sonda, confirmar ubicación y monitorizar al paciente para complicaciones tras la inserción.
La inserción de la sonda es, de forma general, un procedimiento “a ciegas”, ya que se introduce sin observación directa, en el cual se usa una técnica limpia no estéril. La inserción incluye pasar la sonda por la nariz, a través de la faringe y el esófago, hasta que la punta de la sonda llegue al estómago del paciente[4].
Las sondas nasogástricas han sido asociadas a resultados clínicos positivos, ya que estas mantienen la función gastrointestinal, reduciendo el riesgo de atrofia durante el tiempo de inactividad. También ayudan a moderar la respuesta metabólica y prevenir la colonización de bacterias del tracto intestinal a los nódulos linfáticos y posteriormente circulación sistémica. Otros de sus resultados están relacionados con:
- Ayudar a aportar sangre a los órganos abdominales.
- Aumentar absorción.
- Digestión de nutrientes.
- Disminuir costes.
Nutrición por gastrostomía endoscópica percutánea (PEG)[editar | editar código]
La sonda de gastrostomía endoscópica percutánea, o sonda PEG, es una sonda flexible introducida a través de la cavidad abdominal y del estómago con el propósito de administrar nutrición entérica, medicación, hidratación y agentes de contraste en pacientes que tienen un tracto gastrointestinal funcionante pero que no pueden suplir sus necesidades nutricionales a través de ingestión oral o por vía nasofaríngea.
Principales complicaciones[editar | editar código]
Algunos de los obstáculos relacionados con el uso de una sonda nasogástrica están relacionados con:
- Incorrecto posicionamiento de la sonda.
- Perforación esofágica.
- Trauma durante la inserción.
Es esencial efectuar el procedimiento de forma correcta y apenas iniciar la alimentación cuando haya confirmación de la ubicación de la sonda.
¿Es moralmente lícito suspender el aporte nutricional a pacientes en estado vegetativo?[editar | editar código]
A la hora de considerar moralmente lícito el suspender cualquier aporte nutricional y de hidratación a un paciente que se encuentre en situación de estado vegetativo, y por tanto no es inminente su muerte, en primer lugar se debe tener en cuenta la intención o la finalidad de la acción que se quiere llevar a cabo. Con frecuencia puede ser acabar con la vida del paciente, por diversos motivos o razones. En este caso estamos ante una evidente eutanasia. No debe sorprender que en algunos países, sobre todo donde están habituados a realizar esta última práctica, utilicen aquel modo de proceder con la finalidad de poner fin a la vida del paciente[6].
Cuando no es esa la intención[7], hay que sopesar los beneficios esperados y los posibles perjuicios de la medida terapéutica. Entre los beneficios de la hidratación asistida se encuentra[8]:
- El prolongar la vida del enfermo,
- El alivio de algunos síntomas ligados a la deshidratación,
- Una mejoría de la calidad de vida[9].
Los daños asociados al aporte de líquidos, que sobrevienen sobre todo cuando se realiza por vía parenteral:
- Posibles edemas,
- Ascitis,
- Problemas ligados a la incontinencia,
- Efectos secundarios de la intervención quirúrgica (cuando la haya), y del mantenimiento de la vía[10].
Teniendo esto en cuenta debemos considerar la proporcionalidad o no de los medios que se están utilizando para mantener la vida del paciente. Tampoco basta de hablar de futilidad de unos tratamientos, sin mostrar claramente que son fútiles. Un argumento que es utilizado con frecuencia para la LET de la hidronutrición es la calidad de vida, o la atribución de pérdida de la dignidad cuando esa vida tiene poca calidad.
Un punto que resulta bastante claro en la literatura sobre limitación de la hidratación es que en muy pocos casos es el paciente quien toma la decisión. Generalmente lo hace el médico, la mayoría de las veces con el consentimiento de los familiares; y en algunos casos, tras consultarse con algún otro colega [11].Si el paciente dejó expresada claramente su voluntad de no querer ser alimentado en el caso de encontrarse en una situación irreversible, parece razonable que el deseo debe ser respetado y solo deben ser mantenidas aquellas medidas de higiene y comodidad compatibles con la dignidad humana.
Sin embargo, es importante añadir que para cumplirse dicha decisión, debe exigirse que las directivas sobre limitación de tratamiento hagan mención expresa de alimentación e hidratación, ya que la mayoría de los enfermos que han dado instrucciones en este sentido, suelen referirse a tratamientos invasivos, como la ventilación artificial o a medicamentos, pero desean seguir siendo alimentados e hidratados[12]
En relación con las decisiones que se pueden adoptar al final de la vida es su indudable el carácter ético de las mismas. Se trata de decisiones que entrañan cuestiones morales de gran trascendencia, desde el momento en que afectan a valores esenciales de la persona humana. En concreto, al valor de la vida y al valor de la dignidad humana.
En caso de que la familia demande un tratamiento que el profesional considere no indicado y las discrepancias sean irresolubles, el profesional puede argumentar objeción de conciencia pero, en este caso, tiene la obligación de asegurar que otro profesional o institución, en su caso, se hará cargo del paciente.
Intervenciones de la iglesia católica[editar | editar código]
La Academia Pontificia Para La Vida[13] y la Federación Mundial de Asociaciones de Médicos Católicos[14], reflexionan en 2004 acerca del hecho de que toda persona, únicamente por el hecho de serla, posee dignidad, la cual está caracterizada por ser inmutable e intocable. La dignidad humana tiene la capacidad de no depender de las circunstancias existenciales ni de subordinarse al juicio de nadie, por lo que bajo ningún concepto se podrán justificar actos en contra de la vida humana, mediante la autonomía personal, ya que sin vida no hay posibilidad de libertad.
Otro de los aspectos más interesantes que se pueden encontrar es la enumeración de una serie de derechos básicos de pacientes en situación de estado vegetativo:
- Una valoración correcta y profunda de diagnóstico, con el fin de evitar posibles errores y orientar del mejor modo posible las intervenciones de rehabilitación.
- Una asistencia fundamental, que abarque hidratación, alimentación, calefacción e higiene.
- La prevención de las posibles complicaciones y el control de cualquier signo de recuperación; un adecuado proceso de rehabilitación prolongado en el tiempo, que favorezca la recuperación y el mantenimiento de los objetivos alcanzados.
- Ser tratado como cualquier otro paciente, con la debida asistencia y con un trato afectuoso.
Además es posible reafirmar que el paciente en estado vegetativo, poseedor de dignidad humana, no ha de ser tratado como una carga para la sociedad, debiendo de trabajar en desarrollar nuevos y más modelos de asistencia sanitaria y social, que por ejemplo incluyan a los familiares, ya que por su cercanía y lazos con el paciente se encuentran en una situación de sufrimiento, siendo necesaria ayuda por parte de los agentes sanitarios y que dispongan de recursos de apoyo de carácter humano, psicológico y económico que les ayude a afrontar la situación.
Otras situaciones relevantes son la del enfermo con falta persistente de consciencia, el llamado “estado vegetativo”, y la del enfermo en estado “de mínima consciencia”. Es siempre engañoso pensar que el estado vegetativo, y el estado de mínima consciencia, en sujetos que respiran autónomamente, sean un signo de que el enfermo haya cesado de ser persona humana con toda la dignidad que le es propia.[15] Al contrario, en estos estados de máxima debilidad, debe ser reconocido en su valor y asistido con los cuidados adecuados. El hecho que el enfermo pueda permanecer por años en esta dolorosa situación sin una esperanza clara de recuperación implica, sin ninguna duda, un sufrimiento para aquellos que lo cuidan.
En Marzo de 2004 fue organizado en Roma un congreso Internacional sobre “Tratamientos de Sustento a La Vida y Estado Vegetativo: Avances Científicos y Dilemas Éticos”, en el cual se han expuesto las visiones de la teología moral católica relativas a este asunto.
Uno de los principales puntos a destacar es que el estado vegetativo no puede ser inmediatamente asociado a muerte cerebral, ya que se considera que el paciente puede volver a tener funciones corticales. El deber de la medicina en particular y de la sociedad en general sería proporcionar la mejor calidad de vida a cada ser humano. Reconoce que la dignidad individual de cada persona se puede expresar por su ejercicio de la autonomía, pero la autonomía personal no puede nunca justificar decisiones o actos contra la vida humana.
Con base en este supuesto, se reconoce que cada paciente en estado vegetativo continúa siendo una persona humana, y, como tal, tiene derecho fundamental al respeto, a la vida y a la salud.
En el mismo congreso el Papa Juan Pablo II hizo referencia particular a la importancia de la nutrición: “quisiera poner de relieve que la administración de agua y alimento, aunque se lleve a cabo por vías artificiales, representa siempre un medio natural de conservación de la vida, no un acto médico. Por tanto, su uso se debe considerar, en principio, ordinario y proporcionado, y como tal moralmente obligatorio, en la medida y hasta que demuestre alcanzar su finalidad propia, que en este caso consiste en proporcionar alimento al paciente y alivio a sus sufrimientos.”[16].
La Congregación para la doctrina de la fe en un escrito de 2007, tratando de los pacientes en estado vegetativo, afirma que «suministrar alimento y agua, incluso por vía artificial, es, en principio, un medio ordinario y proporcionado para la conservación de la vida. Por lo tanto es obligatorio en la medida y mientras se demuestre que cumple su propia finalidad, que consiste en procurar la hidratación y la nutrición del paciente[17]. Este planteamiento se ha reiterado en la Carta Samaritanus bonus de 2020 [18]
La enseñanza católica considera que se debe favorecer la administración de nutrición e hidratación artificial mientras se considere que los beneficios son más que los riesgos para el paciente.
Algunos teólogos católicos (McCormick, 1992, O’Rourke, 1988 y Chaill, 1987)[19] refutan la noción de que la nutrición e hidratación artificial son un medio ordinario que traen beneficios a los pacientes. Aquí entra en cuestión la remoción de nutrición artificial cuando esta es considerada fútil. Así, al discontinuar esta terapia, la intención directa no es de discontinuar nutrición e hidratación y permitir la muerte del paciente, pero si de permitir que la muerte ocurra como el resultado de la enfermedad.
De acuerdo con los mismos teólogos, cuando no hay esperanza de recuperación, posponer la muerte y mantener la existencia física del ser humano no es moralmente obligatorio. Remover la nutrición e hidratación artificial puede así permitir que el paciente logre satisfacción espiritual plena y eterna.
Texto de Referencia[editar | editar código]
- Rojo Lloret, José Alberto (15 de Julio de 2017). "La Alimentación de pacientes en estado vegetativo. ¿Cuidados, tratamiento o distanasia?". Universidad Católica San Antonio.
Otras voces[editar | editar código]
Bibliografía[editar | editar código]
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Referencias[editar | editar código]
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- ↑ Una buena presentación crítica de la discusión y la bibliografía puede encontrarse en la monografía: Á. CORTÉS MÁRQUEZ, El problema ético dela supresión de la alimentación e hidratación artíficial en enfermos en estado vegetativo, ESC, Roma 2012
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- ↑ Cfr. GENERAL MEDICAL COUNCIL, «Treatment and care towards the end of life: good practice in decision making, (2010), pp. 54-58
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