Diferencia entre revisiones de «Muerte cerebral»

De Bioeticawiki
 
(No se muestran 88 ediciones intermedias de 3 usuarios)
Línea 1: Línea 1:
'''Concepto de muerte cerebral'''
La '''muerte encefálica''', también llamada '''muerte cerebral''', se define como el cese completo e irreversible de la actividad encefálica o cerebral. La aparente ausencia de función cerebral no es suficiente; se requieren pruebas de esa irreversibilidad.<ref>Escudero D., “Diagnóstico de muerte encefálica”, ''Med. Intensiva'' 2009, vol. 33, N° 4, Barcelona. <small>ISSN</small> (versión impresa): 0210-5691. Disponible en [http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0210-56912009000400006]. Consultado en septiembre de 2018.</ref> [[Archivo:Muerte cerebral.jpeg|thumb|Muerte de todo el cerebro]]
== Introducción ==
El '''concepto de muerte del ser humano tiene diversos niveles de análisis''' según el concepto que se tenga de qué es el ser humano, y el punto de vista desde el que se aborde. Se puede hablar de la [[muerte]] desde el punto de vista '''biológico''', o '''filosófico''' o '''religioso'''. También se puede concebir al ser humano como pura materia o como un ser abierto a la trascendencia o más específicamente según la religión que se practique. Además es distinto definir qué es la muerte, cómo se muere, o determinar el momento preciso de la muerte.


''La muerte cerebral se diagnostica después de la constatación, según parametros neurológicos bien identificados y compartidos por la comunidad científica internacional del '''cese de toda actividad encefálica''' - cerebro, cerebelo y tronco encefálico -, como signo de la pérdida de la capacidad integradora del organismo individual de la persona.''
En cualquier caso se puede hablar de '''muerte como disgregación de una realidad que llamamos ser o individuo humano'''. Independientemente de que pueda pervivir en otras realidades biológicas, o no. Y de que pueda persistir más allá del cuerpo.


Juan Pablo II en el Congreso Internacioan de Trasplante, 29 de agosto de 2000, se hace una pregunta, aun muy actual, y que nos servirá para entender mejor los criterios de muerte cerebral. La pregunta es, ¿Cuándo consideramos a una persona muerta?, lo que el Manual de Bioética de Elio Sgrecia la responde así, "[...] Existe una sola forma de muerte de la persona que consiste en la total desintegración del conjunto unitario e integrado que es la persona en sí misma, comoconsecuencia de la separación del principio vital o alma, de la persona, de su coporiedad. La muerte del ser humano, entendida en su sentido más estricto, es un acontecimiento que no puede ser identificado por ninguna técnica científica. Pero la experiencia humana enseña también que la muerte de un individuo produce signos biológicos, que se han aprendido a reconocer de forma cada vez más profunda y detallada." El criterio de muerte cerebral, Sgrecia continua con una breve pero concisa definición de esta, que hacemos nuestra, ''"el llamado criterio neurológico (muerte cerebral), o sea la constatación, según parametros bien identificados y compartidos por la comunidad científica internacional del cese de toda actividad encefálica - cerebro, cerebelo y tronco encefálico -, como signo de la pérdida de la capacidad integradora del organismo individual de la persona. lo que confirma que la persona a muerto"'' (Manual de Bioética I, pág. 824 825, BAC)· Sgrecia continua con una aclaración que nos parece de particular importancia para entender la controversia en la comunidad científica de este tema que trataremos más adelante, "Es necesario que una constatación de la muerte cerebral de la persona debe referirse a ''todo el cerebro'' - o sea incluyendo el cerebelo y el tronco encefálico - y determinarse con distintos procedimientos en un lapso de tiempo que permita verificar los datos obtenidos".
En un sentido filosófico "''existe una sola forma de muerte de la persona, que consiste en la total desintegración del conjunto unitario e integrado que es la persona en sí misma, como consecuencia de la separación del principio vital o alma, de la persona, de su corporeidad. La muerte del ser humano, entendida en su sentido más estricto, es un acontecimiento que no puede ser identificado por ninguna técnica científica. Pero la experiencia humana enseña también que la muerte de un individuo produce signos biológicos, que se han aprendido a reconocer de forma cada vez más profunda y detallada"''.<ref>{{cita web |url=https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/2000/jul-sep/documents/hf_jp-ii_spe_20000829_transplants.html |título=Discurso al XVIII Congreso Internacional de la Sociedad de Trasplantes |fechaacceso=22 de septiembre de 2018 |apellido=Juan Pablo II |nombre= |fecha=29 agosto 2000 |sitioweb= |idioma=español |cita= }}</ref>.


'''Antecedentes'''
El conocimiento de '''señales de muerte''' del individuo siempre ha existido: la '''parada cardiorespiratoria, la corrupción'''. La necesidad de encontrar otras ha surgido con el desarrollo de las técnicas terapéuticas que pueden permitir mantener a la [[persona]] en una apariencia, o realidad, de estar vivo y también cuando ha surgido la posibilidad de utilizar [[Trasplante de órganos|órganos para trasplantes]].


En agosto de 1968, un comité de la Escuela de Medicina de Harvard publicó un documento histórico titulado "Una definición de coma irreversible" [[http://Ver%20el%20documento https://jamanetwork.com/journals/jama/article-abstract/340177]]. Además de la forma tradicional de definir la muerte, en términos de la pérdida de la función cardiorrespiratoria, el comité sugirió una nueva definición de muerte - muerte cerebral - que se centró en la pérdida de la función neurológica. El informe proporcionó una base para una legislación que estableciese la muerte cerebral como muerte legal y fue promulgada en los 50 estados americanos.
En estas '''circunstancias surge el concepto de muerte cerebral.''' Se habla de criterio de muerte cerebral como criterio de muerte de la persona. Se elabora  ''"el llamado criterio neurológico (muerte cerebral), o sea la constatación, según parámetros bien identificados y compartidos por la comunidad científica internacional del cese de toda actividad encefálica - cerebro, cerebelo y tronco encefálico -, como signo de la pérdida de la capacidad integradora del organismo individual de la persona. lo que confirma que la persona a muerto"'' <ref name=":1">{{cita libro |apellido=Sgreccia |nombre=Elio |enlaceautor= |título=Manual de bioética. I: Fundamentos y ética biomédica |url= |fechaacceso= |idioma=español |otros= |edición= |año=2009 |editor= |editorial=BAC |ubicación= |isbn=8422014084, 9788422014089 |capítulo= |páginas=824-825 |cita=}} </ref>·


¿Cuales fueron los motivos que tuvieron los redactores del histórico documento referido? El Abstact del documento original, publicado en JAMA, nos lo dice, "Nuestro objetivo principal es definir el coma irreversible como un nuevo criterio para la muerte. Hay dos razones por las cuales hay necesidad de una definición:
En este criterio se asume que "es necesario que una '''constatación''' de la muerte cerebral de la persona se '''refiera a ''todo el cerebro''''' - o sea incluyendo el cerebelo y el tronco encefálico - y que se determine con distintos procedimientos en un lapso de tiempo que permita verificar los datos obtenidos"<ref name=":1" />.
1. Las mejoras en las medidas de resucitación y de apoyo han llevado a un aumento de los esfuerzos para salvar a los heridos de gravedad. A veces, estos esfuerzos solo tienen un éxito parcial, de modo que el resultado es un individuo cuyo corazón continúa latiendo pero cuyo cerebro está irreversiblemente dañado. La carga es grande en pacientes que sufren una pérdida permanente de intelecto, en sus familias, en los hospitales y en aquellos que necesitan camas de hospital ya ocupadas por estos pacientes en estado de coma.
2 Los criterios obsoletos para la definición de muerte pueden generar controversia en la '''obtención de órganos para trasplante'''.  


Esta nueva forma de diagnosticar la muerte provocó no pocas reacciones tanto en el campo de la bioética, la medicina y la fiolsofía. Lo que Lo que se argumentaba era hecho de que los motivos que refieron sus autores eran utilitaristas y con poca base científica.
== Clarificación terminológica ==


'''Controversia actual en torno a la determinación de la muerte cerebral como único criterio de la muerte de la persona'''
El término '''"muerte cerebral" es poco feliz'''<ref name=":4">{{cita publicación|url=https://www.bioeticaweb.com/muerte-cerebral-2/|título=El diagnóstico de muerte cerebral|apellidos=Requena Meana|nombre=Pablo|fecha=|publicación=Persona y Bioética|volumen=13|número=2 (33)|páginas=128-136|fechaacceso=29 septiembre 2018|doi=|pmid=|año=2009}}</ref>, pues en su sentido literal indica que el cerebro "muere", o que "ha muerto". No es ni un concepto médico, ni tiene una significación clara en un contexto no especializado. El médico habla de "necrosis" (concepto anatomopatológico) o "disfunción" (fisiopatológico) de un órgano, pero no se refiere a un "hígado muerto" o un "pulmón muerto". Incluso el concepto de "muerte cardiaca/cardiorespiratoria" ha comenzado a utilizarse solamente en los debates originados alrededor de la "muerte cerebral". La '''muerte es un término que se ha referido siempre al organismo''', como entidad biológica unitaria, y no a una de sus partes.


Nos interesa del punto de vista de la bioética considerar más de cerca los conceptos y la aplicaciones prácticas del criterio de muerte cerebral actualmente en uso. ¿Nos basta las disposiciones legales y los protocolos establecidos para resolver las dudas bioéticas que esta práctica está suscitando?
En realidad lo que quiere indicar el término '''"muerte cerebral" es un criterio diagnóstico para determinar la muerte del organismo humano'''. Se trata de un criterio similar al cardiorespiratorio (que sigue siendo el habitual para la certificación de la muerte), pero se utiliza solamente en un contexto muy determinado, como es el de la medicina intensiva (no se puede realizar un diagnóstico de "muerte cerebral" si no hay conexión a un respirador). Se trata por tanto de un procedimiento diagnóstico, que incluye sobre todo la observación de algunos signos clínicos, a los que pueden asociarse, según los casos, algunas pruebas complementarias (electrofisiológicas, ecográficas o de imagen), como el EEG, la angiografía, etc.<ref name=":4" />
Creemos que no, necesitamos un analisis no vinculado a intereses políticos o médicos. En ese sentido citamos un informe del Obervaorio de Bioética que, a nuestro juicio, echa un haz de luz sobre este complejo y grave tema bioético.  


José María Domínguez Roldan es Jefe de la Sección de Medicina Intensiva en el Hospital Universitario Virgen del Rocío y miembro del Observatorio, sin duda un experto en este delicado tema que afirma, ''''''"Llama la atención la persistencia de controversias en relación al concepto de muerte encefálica  a pesar de haber transcurrido más de 40 años del nacimiento de este concepto  de muerte de la persona publicado en JAMA en 1968.
=== ¿Qué no es la "muerte cerebral"? ===
¿Cuáles son los factores que pueden influir en estas controversias? Bernat en un reciente artículo publicado en The American Journal of Bioethics [http://ver%20AQUÍ https://med.stanford.edu/content/dam/sm/bioethics/documents/May-17-Whither-Brain-Death.pdf], las atribuye,  entre otras causas,  a la propia terminología “Muerte Encefálica” , la cual según él lleva a confusión al menos por dos razones; la primera que el término  “Muerte Encefálica” pudiera dar a entender que lo único que muere es el cerebro  y no la persona,  y la segunda que el término “Muerte Encefálica” pudiera  llevar a pensar que existe más de un tipo de muerte (por ejemplo, Muerte cardiaca, Muerte respiratoria, etc.) [  Bernat JL. Whither brain death? The American journal of bioethics: AJOB. 2014;14(8):3-8<nowiki>]</nowiki>].
Existen otras diversas razones que explican el hecho de que la muerte encefálica sea aún objeto de discusión. No podemos olvidar que el nacimiento  del concepto de muerte encefálica no estuvo vinculado a establecer una nueva definición de muerte, 8sino que  esta “nueva forma de muerte” se dirige hacia dos objetivos específicos: 1.- Realizar retirada de tratamiento en pacientes en cuidados intensivos  conectados a ventilación mecánica pero sin esperanza de supervivencia y 2.- Facilitar la donación de órganos para trasplantes. La conmoción inicialmente generada entonces por este  nuevo concepto (la muerte por criterios neurológicos, en contraposición a los criterios cardiocirculatorios que se habían mantenido durante milenios), fue contrabalanceada con la indudable utilidad que el diagnóstico de muerte encefálica tenía al posibilitar conseguir órganos para trasplantes y dar vida a pacientes que no sobrevivirían sin esos órganos trasplantados. Esta vertiente utilitarista reflejada en el artículo de JAMA ha sido siempre enfatizada por aquellos que se oponen a este concepto de muerte. Por otra parte, tampoco se puede olvidar que el artículo de JAMA no reconoce en su título el hecho de que se esté definiendo un nuevo concepto de muerte, sino que el artículo de la Harvard Medical School  se titula  “ A definition of irreversible coma” y solamente en el subtítulo hace referencia a una nueva definición de muerte.


¿Del punto de vista bioético y médico es aceptable que coesxitan tres conceptos de muerte cerebral diferentes?
#'''No es una nueva definición de muerte''' a la que se llega a través de un proceso deductivo. Aunque las causas de muerte sean variadas, hay una sola muerte del organismo (que coincide con la muerte de la persona). Algunos utilizan el término "muerte cerebral" como si quisieran desdoblar la muerte del organismo y la personal. Estos autores explican que, como el cerebro es el órgano esencial para la [[vida]] de relación, para lo propio de la persona, si muriese este órgano, habría muerto la persona, aunque el corazón siguiera latiendo. Esta posición no es compatible con una antropología cristiana, ni con aquellas filosofías que ven la persona humana como unidad sustancial de cuerpo y principio espiritual.
#'''No es un estado patológico muy grave,''' como puedan serlo el '''coma profundo''', el '''[[estado vegetativo]]''', o algunos síndromes neurológicos como el '''"locked-in"''' (donde la persona mantiene la conciencia, pero sufre una parálisis total, salvo la musculatura de los ojos, cuyo movimiento es la única posibilidad de comunicar con el exterior)<ref name=":4" />.


En los años posteriores la controversia se vio aumentada por el hecho de que surgieron nuevos conceptos de “muerte encefálica” diferentes al que había sido establecido por la escuela de Harvard. Esta exigía para establecer la muerte, la ausencia irreversible de función en el tronco del encéfalo y hemisferios cerebrales (Muerte Encefálica Global). Sin embargo, posteriormente los neurólogos británicos acuñaron el concepto de muerte de la persona basada en la ausencia de función irreversible del tronco del encéfalo (Muerte Troncoencefálica), sin necesidad, por tanto, de cese irreversible de las funciones de los hemisferios cerebrales, disminuyendo así los requisitos neurológicos para establecer la muerte de la persona.  Posteriormente,  un tercer concepto de muerte encefálica fue descrito por el profesor Robert Veatch (3)  al proponer esté  que la muerte de la persona debía establecerse en aquellas situaciones en que se había perdido de modo irreversible el contenido de la consciencia (situación equivalente a la que ocurre en pacientes en Estado vegetativo permanente) con independencia de que existiesen o no otras funciones cerebrales o troncoencefálicas.
=== El criterio neurológico de determinación de la muerte ===


La existencia de tres conceptos simultáneos de muerte encefálica no fue el mayor escollo con el que se topó la aceptación universal de este concepto. También ha sido un importante obstáculo a su definitiva implementación el hecho de que algunos de los científicos más relevantes que habían apoyado el concepto de muerte encefálica global en sus inicios, retiraran su apoyo al mismo. El principal exponente es el profesor Alan  Shewmon. Algunos de estos autores, tal como Bernard refiere en su artículo, han llegado a calificar la muerte encefálica de poco científica, ilógica, e incluso de tratarse de una ficción legal exclusivamente diseñada para realizar los trasplantes a través de los donantes cadavéricos.
Desde un punto de vista filosófico, a partir de '''Platón''' se define la muerte como la '''separación del cuerpo y el alma'''. Ciertamente no es posible determinar esta separación con ninguna prueba empírica. La '''medicina''', desde siempre, ha buscado un '''criterio para su diagnóstico que fuera seguro,''' y lo ha encontrado en el cese de la respiración y del latido cardiaco. En un paciente con una patología de base conocida, y sabiendo que se encuentra en una fase terminal, estos signos han sido utilizados durante siglos para determinar la muerte de la persona. Nadie ha presentado objeciones de entidad a este criterio, incluso sabiendo, que el paciente terminal al que se para el corazón, podría -al menos durante un cierto espacio de tiempo- recuperar el flujo sanguíneo gracias a las llamadas "maniobras de resucitación".


Otro elemento importante que dificultó la consolidación del concepto de muerte encefálica fue el hecho de que la President’s Commission for the Study of Ethical Problems in Medicine and Biomedical and  Behavioral Research (4) rectificase alguna de las aseveraciones incluidas en el documento elaborado en 1981. En dicho documento se sostenía que la muerte de la persona podía establecerse por criterios neurológicos (muerte cerebral) dado que estos criterios significaban la muerte del individuo “como un todo” y que la muerte del individuo ocurría al producirse la muerte encefálica debido al hecho de que el cerebro poseía las “funciones integradoras y coordinadoras” del resto del organismo. En consecuencia, la “ausencia de actividad cerebral implicaba la ausencia de integración y control del resto del organismo” y por ello, la ausencia de un elemento crítico para la integración del organismo, como es el cerebro, suponía la ausencia de control del organismo como un todo.
El '''cese del flujo sanguíneo''' condiciona la pérdida de oxigenación de los tejidos, y por tanto su necrosis<ref name=":4" />. El '''primer sistema que sufre la falta de oxígeno es el nervioso,''' y concretamente el encéfalo, que en pocos minutos presenta daños irreparables. El papel regulador de este sistema es tal, que su pérdida hace imposible mantener la integración propia del organismo como un todo. Sucesivamente, la pérdida de flujo sanguíneo en el resto de órganos provoca la necrosis de cada uno de ellos, de los tejidos y células que lo forman.


En 1999 el profesor Shewmon (5) rebatió dicho planteamiento al argumentar que muchas de las funciones de integración corporal que se habían atribuido el cerebro no eran ejecutadas por éste, sino fuera de él.  Así, en pacientes en muerte encefálica podían  persistir funciones como la homeostasis, el reciclaje de desgaste celular, cicatrización, respuesta a la infección, maduración celular, gestación, crecimiento, etc…..por ello Shewmon afirmó  que “no es posible que la muerte encefálica  se sustente sobre la base biológica de que esos individuos han perdido la capacidad de integración corporal” (6). Estos argumentos fueron estudiados por la Comisión Presidencial (documento de la Comisión Presidencial 2008) (7) ofreciendo nuevos fundamentos para la muerte encefálica como la muerte del individuo: “En muerte encefálica existe una incapacidad irreversible para llevar a cabo el trabajo fundamental de un organismo vivo, incluyendo la conexión con el entorno, así como la capacidad de interaccionar unitariamente con ese entorno”.
La '''medicina ha distinguido siempre entre la muerte del organismo''', su desintegración como un todo, que se determina a partir de un criterio diagnóstico (muerte clínica); '''y la "muerte" de cada uno de los órganos''' y tejidos que lo componen (muerte biológica). A nadie se le ocurre pensar que sea necesario llegar a este último estado de descomposición para poder certificar la muerte de una persona.


El propio Bernat manifestó recientemente  que la muerte cerebral no se “fundamenta en la integración” sino en el cese del organismo como un todo (como una globalidad), concepto biofilosófico acuñado en 1916 por el biólogo Jacques Loeb. Para este, el “organismo como un todo” (8) no se refiere a la globalidad del organismo (la suma de sus partes), sino más bien a aquellas “funciones superiores” más allá de la suma de sus partes: Las funciones emergentes que se manifiestan cuando los órganos en su conjunto trabajan de modo coordinado. La muerte del cerebro sería por tanto la muerte porque el organismo “como un todo “ha cesado, aunque obviamente muchas de las partes del organismo permanezcan vivas. Bernat admite en su artículo de American Journal of Bioethics  de Noviembre de 2014, que es cierto que, aún ahora, el concepto del “organismo como un todo” sigue siendo un concepto vago, proponiendo un sustento biofilosófico para el mismo de acuerdo a las propuestas de Bonelli y colaboradores(9), los cuales  formulan cuatro criterios para considerar una forma de vida como un “organismo global unificado”:
El '''criterio neurológico de determinación de la muerte es un criterio alternativo al cardiorespiratorio, cuando éste no puede aplicarse''' (sin caer en la [[futilidad]] médica), debido a la suplencia que realiza el respirador artificial (suplencia que permite no solo el recambio de oxígeno, sino también la permanencia del latido cardiaco que, aunque dispone de un sistema de activación intrínseco en el corazón, no puede mantenerse durante mucho tiempo en ausencia de la respiración<ref name=":4" />. Es más, el criterio neurológico, corresponde a una situación fisiopatológica más evolucionada respecto al criterio cardiorespiratorio, ya que como se ha visto, el daño encefálico es posterior a la parada cardiaca. Por tanto, este último criterio es más preciso que el anterior.
''''Texto en cursiva''
1.- “Completion” (finalización, culminación): El organismo no es una parte componente de otra entidad viviente, sino que es en sí misma un todo completo e independiente ;


2.- Indivisibilidad: Ningún organismo puede ser dividido en más de un organismo vivo, y si se produce una división tal y el organismo sobrevive, el organismo debe de sobrevivir en una de las partes divididas,
Si el criterio cardiorespiratorio supone la pérdida definitiva de actividad del corazón y de los pulmones, el criterio neurológico supone la del sistema nervioso central, concretamente del cerebro y del tronco de encéfalo (es lo que se denomina total brain death)<ref name=":4" />.


3.- Autofinalidad o autoreferencia: Los procesos vitales de las partes sirven para la preservación de la globalidad, incluso a expensas de la supervivencia de las partes, porque la supervivencia de la globalidad viva es el fin primario y
== Antecedentes ==


4.- Identidad: A pesar de cambios incrementales de pérdida o ganancia de ciertas partes componentes, el ser vivo permanece como uno y único a lo largo de toda la vida.
En 1968 un comité de expertos de la Universidad de Harvard propuso una definición del coma irreversible, a la que denominó "muerte cerebral" (brain death), y estableció un protocolo para su diagnóstico. En agosto  publicó el documento histórico titulado "Una definición de coma irreversible" <ref name=":0">{{Cita publicación|url=https://jamanetwork.com/journals/jama/article-abstract/340177|título=A Definition of Irreversible Coma: Report of the Ad Hoc Committee of the Harvard Medical School to Examine the Definition of Brain Death|apellidos=|nombre=|fecha=|publicación=JAMA|número=205(6)|fechaacceso=|doi=10.1001/jama.1968.03140320031009|pmid=|año=1968}}</ref>. El Comité sugirió que además de la forma tradicional de definir la muerte, en términos de la pérdida de la función cardiorrespiratoria, se aceptase una nueva definición de muerte - muerte cerebral - que se '''centró en la pérdida de la función neurológica'''. A partir de entonces este término entró a formar parte tanto del vocabulario científico-médico, como sucesivamente, del lenguaje común. El informe proporcionaba con esto una base científica para una legislación que estableciese la muerte cerebral como muerte legal y fue promulgada para los 50 estados norteamericanos.  


Bonelli y colaboradores (y así también lo apoya Bernat)  argumentan que la muerte encefálica es la muerte del individuo porque :
¿Cuáles eran los motivos que había movido a los redactores del documento referido? El Resumen del artículo original los especifica: <blockquote>"El objetivo principal es definir el coma irreversible como un nuevo criterio para la muerte. Hay dos razones por las cuales hay necesidad de una definición: </blockquote><blockquote>1. Las mejoras en las medidas de [[Reanimación|resucitación]] y de apoyo han llevado a un aumento de los esfuerzos para salvar a los heridos de gravedad. A veces, estos esfuerzos solo tienen un éxito parcial, de modo que el resultado es un individuo cuyo corazón continúa latiendo pero cuyo cerebro está irreversiblemente dañado. La carga es grande en pacientes que sufren una pérdida permanente de intelecto, para sus [[Familia|familias]] y para los [[Hospital|hospitales]] que necesitan camas disponibles para otros pacientes graves.</blockquote><blockquote>2 Los criterios obsoletos para la definición de muerte pueden generar controversia en la '''obtención de órganos para trasplante'''.<ref name=":0" /> </blockquote>


El organismo ha perdido su inmanencia, dado que sus procesos de vida ya no surgen de sí mismo sino del soporte externo de la UCI,
Esta nueva forma de diagnosticar la muerte provocó no pocas reacciones tanto en el campo de la [[Bioética (definición)|bioética]], la medicina y la filosofía.
El organismo ha perdido su autofinalidad, porque el control sobre los componentes (órganos-subsistemas) está ahora dirigido a la supervivencia de las partes y no del todo;
El organismo ha perdido autorreferencia, porque el funcionamiento continuado de sus partes ya no es compatible con la función de la totalidad;
El organismo ha perdido su integridad e indivisibilidad, porque sus diferentes componentes y subsistemas no pertenecen el uno al otro y no constituyen un todo.
Finaliza Bernat su artículo de opinión haciendo referencia al hecho de que a pesar de que en el ámbito académico existen áreas de escepticismo y críticas al concepto de muerte cerebral, estas críticas no han trascendido de modo relevante al público en general, existiendo en este ámbito una aceptación del concepto de muerte cerebral como la muerte de la persona.  No obstante, de las reflexiones de Bernat también puede inferirse que es recomendable una profundización en los aspectos biofilosóficos de la muerte cerebral como concepto de muerte a fin de rebatir las críticas que la muerte cerebral tiene en algunos ámbitos académicos.


¿Cómo entiende el público en general la muerte cerebral?
== Controversia muerte cerebral versus muerte de la persona ==


Resaltamos la importancia de punto de vista bioético y de la salud pública en general de una correcta interpretación de la muerte cerebral para la toma de decisiones y el ejercicio de la autonomía del paciente.
'''No todo el mundo está de acuerdo''' en considerar la determinación de la muerte cerebral como el criterio para determinar la muerte de la persona. "''Llama la atención la persistencia de controversias en relación al concepto de muerte encefálica a pesar de haber transcurrido más de 40 años del nacimiento de este concepto de muerte de la persona publicado en JAMA<ref name=":0" />en 1968''" <ref name=":3">{{Cita publicación|url=https://www.observatoriobioetica.org/2015/06/sobre-el-concepto-de-muerte-cerebral-y-muerte-de-la-persona/8499|título=Sobre el concepto de muerte cerebral y muerte de la persona|apellidos=Dominguez Roldán|nombre=José María|fecha=12 junio 2015|publicación=Informes Bioética Press|fechaacceso=23 septiembre 2018|doi=|pmid=}}</ref>.


En relación con ello, comentamos el trabajo: Depiction of “brain death” in the media: medical and ethical implications, publicado en el Journal Medical Ethics (2014;40:253–259), que analiza las diferentes interpretaciones que el término «muerte cerebral» ha tenido en los medios de comunicación de EE.UU. y Canadá del 2005 al 2009, haciendo referencia a 904 artículos publicados en los periódicos de mayor difusión en estos países, “con el objetivo de obtener posibles causas comunes de la confusión, sobre el concepto de muerte determinada exclusivamente por criterios neurológicos «muerte cerebral», de los expertos y del público en general sobre este concepto crucial.
'''Dos casos recientes''' en los que el diagnóstico de muerte encefálica derivó en problemas clínico-ético-asistenciales que trascendieron a los medios de comunicación y a la opinión pública.  


La vida persiste a un encefalograma plano. Leyendo esta trabajo se valora su metodología, el razonable tamaño de la muestra y el cuidadoso análisis.   Después de hacer una minuciosa evaluación, los autores concluyen: “Nuestro estudio revela una importante confusión sobre la muerte cerebral. En primer término llama la atención que la noción de «muerte cerebral»,  que frecuentemente se usa coloquialmente, carece de un significado médico claro y riguroso, tanto para el público en general como por los expertos que se dedican a discusiones médicas y éticas.
Uno de ellos es el caso de '''Jahi McMath''', una joven que sufrió un cuadro de encefalopatía anóxica grave a consecuencia del cual desarrolló un cuadro compatible con el diagnóstico de muerte cerebral. Los padres del Jahi no aceptaron el diagnóstico de muerte y solicitaron el mantenimiento de las terapias al paciente al no considerarlo muerta<ref>{{Cita noticia|apellidos=Schmidt|nombre=Samantha|título=Jahi McMath, the Calif. girl in life-support controversy, is now dead|url=https://www.washingtonpost.com/news/morning-mix/wp/2018/06/29/jahi-mcmath-the-calif-girl-declared-brain-dead-4-years-ago-is-taken-off-life-support/|fecha=29 junio 2018|fechaacceso=23 septiembre 2018|periódico=The Washington Post|ubicación=|página=|número=}}</ref>.  


“En segundo lugar, señalamos la falta de sentido claro y preciso del término cuando se utiliza no coloquialmente, lo que consideramos más grave. El criterio neurológico para la determinación de la muerte se menciona en menos del 10% de los artículos y las pruebas para determinarla solamente en la mitad de ellos (4,8%; N = 45). Este término también se define con poca frecuencia (2,7%, n = 14 en EE.UU. y el 3,6%; N = 15 en Canadá). Errores importantes sobre el “diagnóstico de la muerte cerebral”, su significado  y los tiempos requeridos para declarar la muerte del paciente se encuentran solo en el 1, 2 y 5,3% de todos los artículos. Varios artículos sugieren que el paciente cuya muerte ha sido declarada, siguiendo el criterio neurológico, realmente muere una segunda vez cuando el corazón deja de funcionar. Algunos sugieren que la muerte realmente ocurre después de que los órganos han sido retirados para su trasplante.
El segundo caso es el caso de '''Marlise Muñoz,''' paciente [[Embarazo|embarazada]], que también desarrolló muerte encefálica y cuyos médicos decidieron mantener las medidas de soporte vital (conexión al respirador, y mantenimiento del resto de terapias) basándose en el hecho de que estaba en juego la supervivencia del [[Embrión|feto]]. La familia de Marlise  pidió que se suspendieran dichas medidas de soporte dado que Marlise se consideraba clínica y legalmente fallecida<ref>{{Cita noticia|apellidos=Parker|nombre=Malcolm|título=Brain death, pregnancy and ethics: the case of Marlise Munoz|url=http://theconversation.com/brain-death-pregnancy-and-ethics-the-case-of-marlise-munoz-22076|fecha=21 enero 2014|fechaacceso=23 septiembre 2018|periódico=The Conversation|ubicación=|página=|número=}}</ref>.


“La falta de un sentido unívoco atribuido a la «muerte cerebral», que ha sido una fuente continua de debates y discusiones, no puede sorprendernos, si bien existe en todo el mundo un consenso general, a nivel de las asociaciones profesionales, varios estudios han puesto de manifiesto el escaso valor de la información de los medios de comunicación tradicionales sobre determinadas situaciones  neurológicas como el estado vegetativo y el coma. Por eso, existe una profunda confusión acerca de la «muerte cerebral» en los medios de comunicación, lo que cuestiona su capacidad de realizar debates sobre este tema […]. Nuestros datos sugieren, también, que la «muerte cerebral» se utiliza con frecuencia en los medios de comunicación en relación con temas de donación de órganos, principalmente como un requisito previo para la donación. En consecuencia, el público la adopta por creer que esto es lo que se necesita para convertirse en un donante de órganos.” Ver artículo completo [https://www.observatoriobioetica.org/2014/08/la-declaracion-de-muerte-por-medio-del-diagnostico-de-muerte-cerebral-sus-implicancias-eticas-desde-el-personalismo-cristiano/5269 Ver aquí artículo completo]
¿Cuáles son los '''factores que pueden influir en estas controversias'''? El profesor J.L. Bernat en un artículo publicado en The American Journal of Bioethics<ref>{{Cita publicación|url=https://med.stanford.edu/content/dam/sm/bioethics/documents/May-17-Whither-Brain-Death.pdf|título=Whither Brain Death?|apellidos=Bernat|nombre=James L.|fecha=2014|publicación=The American Journal of Bioethics|número=14(8)|páginas=3-8|fechaacceso=23 septiembre 2018|doi=10.1080/15265161.2014.925153|pmid=}}</ref>  las atribuye, entre otras causas, a la propia terminología “Muerte Encefálica” , la cual según él lleva a confusión al menos por dos razones;
* La '''primera''' que el término “Muerte Encefálica” pudiera dar a entender que lo único que muere es el cerebro y no la persona, y
* La '''segunda''' que el término “Muerte Encefálica” pudiera llevar a pensar que existe más de un tipo de muerte (por ejemplo, Muerte cardiaca, Muerte respiratoria, etc.).


'''Otro motivo''' que ha estado en el origen de las controversias ha sido la misma '''motivación utilitarista''' que reconoce el artículo de JAMA <ref name=":0" />: '''conseguir órganos para trasplantes'''<ref name=":3" />.


Por último la '''confusión''' ha aumentado debido a que los '''términos "muerte cerebral" han sido definidos de tres formas diferentes.'''
[[Archivo:Defining death.png|thumb|Comisión Presidencial de EEUU 1981]]


===Tres formas diferentes de definir la muerte cerebral ===


''
# El protocolo de '''Harvard''' exigía para establecer la muerte, la ausencia irreversible de función en el tronco del encéfalo y hemisferios cerebrales ('''Muerte Encefálica Global''')
# Posteriormente los '''neurólogos británicos''' acuñaron el concepto de muerte de la persona basada en la ausencia de función irreversible del tronco del encéfalo ('''Muerte Troncoencefálica'''), sin necesidad, por tanto, de cese irreversible de las funciones de los hemisferios cerebrales, disminuyendo así los requisitos neurológicos para establecer la muerte de la persona.
# Un tercer concepto de muerte encefálica fue descrito por el profesor '''Robert Veatch'''<ref>{{Cita publicación|url=https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16029987|título=The death of whole-brain death: the plague of the disaggregators, somaticists, and mentalists.|apellidos=Veatch|nombre=RM|fecha=2005 Aug|publicación=J Med Philos|volumen=30(4)|páginas=353-378|fechaacceso=23 septiembre 2018|doi=|pmid=16029987}}</ref> al proponer esté que la muerte de la persona debía establecerse en aquellas situaciones en que se había '''perdido de modo irreversible el contenido de la consciencia''' (situación equivalente a la que ocurre en pacientes en Estado vegetativo permanente) con independencia de que existiesen o no otras funciones cerebrales o troncoencefálicas.


Introducción Creemos que para entender el concepto de muerte cerebral es necesario referirse primero a la controversia en torno a los criterios de muerte cerebral que divide a la comunidad científica,en el marco creciente del trasplante de órganos y sobretodo de la escasez y la demanda urgente de órganos para trasplantes con la consecuente lista de espera, casi siempre, en aumento en los diferentes paises. Por otra parte la especialización de esta técnica y los buenos resultados que se están obteniendo hace que los equipos, cuya misión es conseguir órganos, retiralrlos del donante en el mejor estado, mannerlos intactos y hacerlos llegar a tiempo y en forma para que los cirujanos puedan transplantarlos con la mayor posibilidad de éxito. Estos equipos ,cada vez más especializados, con contactos en todos los hospitales, particularmente con las unidades de cuidados intensivos y cuidados paliativos, posibilita que puedan estar presentes ante la muerte inminente del donante, disponiendo todo, para actuar apenas sea diagnosticada la muerte de este. Es vital para el éxito del trasplante de órganos que los organos a ser retirados del donante no se hagan después que estos
'''La segunda opción:''' la pérdida funcional del tronco de encéfalo supone el cese de las funciones vegetativas, y entre ellas, la respiración. Se trata, por tanto, más de un criterio pronóstico de una muerte próxima que de un criterio diagnóstico.
 
'''La tercera opción:''' tiene la dificultad  pues no corresponde a un criterio de muerte del organismo, ya que los pacientes en [[estado vegetativo]] podrían entrar en este grupo, y ciertamente no están muertos.
 
La mayoría de los especialistas propugna como criterio neurológico el cese irreversible de todas las funciones del encéfalo entero (cerebro y tronco): la opción de Harvard. Este criterio, que puede realizarse a través de una serie de pruebas clínicas, no implica que todas las células nerviosas de estos órganos se hayan necrotizado, sino que el encéfalo ha perdido de modo irreversible su funcionamiento<ref name=":4" />.
 
=== La "muerte encefálica" es la muerte del individuo ===
Las razones que da Bonelli<ref>{{Cita publicación|url=https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19270615|título=Philosophical considerations on brain death and the concept of the organism as a whole|apellidos=Bonelli|nombre=Raphael M.|apellidos2=Prat|nombre2=Enrique H.|fecha=2009-3|publicación=Psychiatria Danubina|volumen=21|número=1|páginas=3–8|fechaacceso=2018-09-30|issn=0353-5053|pmid=19270615|apellidos3=Bonelli|nombre3=Johannes}}</ref> y recoge Bernat son que:
# El organismo ha perdido su inmanencia, dado que sus procesos de [[vida]] ya no surgen de sí mismo sino del soporte externo de la UCI.
# El organismo ha perdido su autofinalidad, porque el control sobre los componentes (órganos-subsistemas) está ahora dirigido a la supervivencia de las partes y no del todo.
# El organismo ha perdido autorreferencia, porque el funcionamiento continuado de sus partes ya no es compatible con la función de la totalidad.
# El organismo ha perdido su integridad e indivisibilidad, porque sus diferentes componentes y subsistemas no pertenecen el uno al otro y no constituyen un todo.
 
===El concepto de "muerte cerebral" en la opinión pública===
 
''¿Ha trascendido a la opinión pública el concepto técnico de muerte cerebral o con frecuencia se usa este concepto con otros significados?''
 
En '''2014''' se llevó a cabo un trabajo que analiza las diferentes interpretaciones que el término «muerte cerebral» ha tenido en los medios de comunicación de '''EE.UU. y Canadá''' del 2005 al 2009, haciendo referencia a '''904 artículos publicados en los periódicos de mayor difusión''' en estos países, “con el objetivo de obtener posibles causas comunes de la confusión, sobre el concepto de muerte determinada exclusivamente por criterios neurológicos «muerte cerebral», de los expertos y del público en general sobre este concepto crucial.”<ref>{{Cita publicación|url=https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23584826|título=Depictions of ‘brain death’ in the media: medical and ethical implications|apellidos=|nombre=Daoust A, Racine E|fecha=2014 Apr|publicación=Journal of Medical Ethics|número=40(4)|páginas=253-259|fechaacceso=23 septiembre 2018|doi=10.1136/medethics-2012-101260|pmid=}}</ref>
 
Después de hacer una minuciosa evaluación, los autores concluyen:
* “Nuestro estudio revela una '''importante confusión sobre la muerte cerebral.''' En primer término llama la atención que la noción de «muerte cerebral»,  que frecuentemente se usa coloquialmente, carece de un significado médico claro y riguroso, tanto para el público en general como por los expertos que se dedican a discusiones médicas y éticas.”
 
* “En segundo lugar, se señala la '''falta de sentido claro y preciso del término cuando se utiliza no coloquialmente''', lo que se considera más grave. El criterio neurológico para la determinación de la muerte se menciona en menos del 10% de los artículos y las pruebas para determinarla solamente en la mitad de ellos (4,8%; N = 45). Este término también se define con poca frecuencia (2,7%, n = 14 en EE.UU. y el 3,6%; N = 15 en Canadá). Errores importantes sobre el “diagnóstico de la muerte cerebral”, su significado  y los tiempos requeridos para declarar la muerte del paciente se encuentran solo en el 1, 2 y 5,3% de todos los artículos. Varios artículos sugieren que el paciente cuya muerte ha sido declarada, siguiendo el criterio neurológico, realmente muere una segunda vez cuando el corazón deja de funcionar.”
 
* “La '''falta de un sentido unívoco''' atribuido a la «muerte cerebral», que ha sido una fuente continua de debates y discusiones, ya que si bien existe en todo el mundo un consenso general, a nivel de las asociaciones profesionales, varios estudios han puesto de manifiesto el escaso valor de la información de los medios de comunicación tradicionales sobre determinadas situaciones  neurológicas como el estado vegetativo y el coma. Por eso, existe una profunda confusión acerca de la «muerte cerebral» en los medios de comunicación, lo que cuestiona su capacidad de realizar debates sobre este tema […]. Los datos sugieren, también, que la «muerte cerebral» se utiliza con frecuencia en los medios de comunicación en relación con temas de donación de órganos, principalmente como un requisito previo para la donación, lo que no es verdadero.”
* Terminan de describir la grave situación, “el público y las familias aceptan implícitamente que '''una mera condición neurológica grave sin posibilidad de recuperación (y no «muerte cerebral»)''' sería un criterio suficiente para la donación de órganos, una confusión que también se da en los médicos especialistas.” (Doig CJ, Young K, Teitelbaum J, et al. Brief survey: determining brain death in Canadian intensive care units. Can J Anaesth 2006; 53(6): 609–12.and Joffe AR, Anton N. Brain death: understanding of the conceptual basis by pediatric intensivists in Canada. Arch Pediatr Adolesc Med 2006; 160 (7): 747–52).
 
== Criterios éticos ==
En 1985, un grupo de trabajo constituido por eminentes científicos<ref>{{Cita publicación|url=http://www.pas.va/content/accademia/en/publications/scriptavaria/artificialprolongationoflife.html|título=The Artificial Prolongation of Life and the Determination of the Exact Moment of Death|apellidos=Working Group 19-21 October 1985 C. Chagas (ed)|nombre=|fecha=|publicación=Scripta Varia|páginas=XXVII-114|fechaacceso=29 septiembre 2018|lugar-publicación=Vatican City|doi=|pmid=|isbn=88-7761-001-8|año=1986}}</ref> elaboró un documento, en el que se daba una '''definición biomédica de la muerte''': <blockquote>"Una persona está muerta cuando ha padecido una pérdida irreversible de la capacidad de integrar y de coordinar las funciones físicas y mentales del cuerpo". </blockquote>y un '''criterio diagnóstico sobre el momento del deceso''': <blockquote>"La muerte se produce cuando: a) las funciones espontáneas del corazón y de la respiración han cesado definitivamente, o bien b) se ha comprobado la cesación irreversible de todas las funciones cerebrales".</blockquote>Más aún, se concluía que<blockquote>"'''La muerte cerebral es el verdadero criterio de muerte''', puesto que la parada definitiva de las funciones cardiorrespiratorias conduce rápidamente a la muerte cerebral".</blockquote>Cuatro años más tarde, un segundo grupo de trabajo confirmó las precedentes conclusiones de los científicos<ref>{{Cita publicación|url=http://www.pas.va/content/accademia/en/publications/scriptavaria/braindeath.html|título=The Determination of Brain Death and its Relationship to Human Death|apellidos=Working Group 10-14 December 1989 R.J. White, H. Angstwurm, C. De Paula (eds)|nombre=|fecha=|publicación=Scripta Varia|páginas=XXVII-210|fechaacceso=29 septiembre 2018|lugar-publicación=Vatican City|fecha-publicación=|doi=|pmid=|isbn=88-7761-048-4|año=1992}}</ref>
 
Se pueden extraer algunas conclusiones por lo que atañe tanto a la pertinencia de los parámetros de muerte cerebral en relación con la muerte de la persona, como a las condiciones de licitud para el uso de tales parámetros teniendo en cuenta las dudas teóricas y prácticas que todavía persisten. En concreto:
* Debe reconocerse como grave la obligación de hacer todo lo posible para evitar que en '''ningún caso sea considerada muerta''', y tratada como tal, una persona que en realidad está viva. En otras palabras, hay que emplear métodos diagnósticos que sean ciertos y seguros.
* El problema de la validez de las señales de muerte cerebral para verificar la defunción de un paciente cuya función cardiorrespiratoria está siendo asistida artificialmente, sigue siendo '''competencia exclusiva de los reanimadores'''<ref>El parecer favorable al uso de los parámetros de muerte cerebral es aceptado pacíficamente desde hace más de treinta años, no ha encontrado hasta ahora una oposición científica bien documentada, se ha introducido sólidamente en la praxis médica y es considerado un criterio deontológicamente válido. Por contra, el parecer adverso resulta claramente en minoría, y hasta ahora aduce observaciones y razonamientos no siempre apoyados en una documentación metodológicamente intachable. Todo esto hace aún más complicado, y casi imposible, un debate sereno y bien informado. Es de esperar que esta situación se supere lo más pronto posible, de manera que los expertos puedan comparar datos controlables y comprobables según la metodología científica. En el entretanto, parece éticamente justificado conceder más crédito a la tesis común.</ref>. Dada la delicadeza del tema y sus importantes implicaciones de naturaleza ética, legal, social, etc., los expertos deben aplicar el máximo rigor y profesionalidad tanto para definir un protocolo de muerte cerebral como para disipar todas las dudas razonables al respecto.
* Deben tomarse todas las precauciones para impedir que otros intereses puedan condicionar el diagnóstico de muerte. En concreto, ningún miembro del equipo de trasplante debería intervenir en el procedimiento de diagnóstico de muerte.
* Los parámetros de la muerte cerebral han de ser entendidos como un procedimiento específico que se emplea sólo en los casos en los que existe una indicación precisa, como por ejemplo en pacientes sometidos a terapia intensiva. Particularmente, nunca serán aplicados ni a niños ni a adultos que estén '''bajo el efecto de sustancias depresivas''' del sistema nervioso.
* Los parámetros de muerte cerebral no deben ser entendidos ni usados como una definición alternativa de la muerte de la persona. Debe '''rechazarse cualquier intento''' de instrumentalización para favorecer la eutanasia.
* Igualmente, la muerte cerebral debe quedar fuera del debate sobre la suspensión de la nutrición y de la hidratación artificial del enfermo en coma profundo o en estado vegetativo persistente. En efecto, un enfermo comatoso que respira espontáneamente es a todas luces un '''enfermo viviente'''.
* En todos los procedimientos que involucran el diagnóstico de muerte, como en otros campos de la investigación de base o clínica, las críticas bien fundadas y documentadas, incluso contra tesis consideradas científicamente indiscutibles, han de ser examinadas por los expertos con la máxima atención y objetividad. Además, está en el interés de los reanimadores corresponder, con '''señales claras e inequívocas''', a la confianza que la sociedad les ha concedido en asunto tan delicado<ref>Puesto que el juicio moral debe alcanzar una certeza práctica, el concepto genérico de "parámetros de muerte cerebral" no basta; es necesario examinar el protocolo específico que viene de hecho usado en un determinado servicio de reanimación.</ref>.
* Por contra, las posibles críticas fundadas exclusivamente en sospechas de mala fe o de abuso de los médicos, o en prevenciones contra los operadores en el campo de trasplantes, o en temores de instrumentalización a favor de formas insidiosas de [[eutanasia]], etc., hay que remitirlas a la [[Deontología médica|deontología]] profesional, pues en realidad no cuestionan el procedimiento diagnóstico en sí sino su posible mal uso<ref>Carrasco de Paula, Ignacio. [http://personaybioetica.unisabana.edu.co/index.php/personaybioetica/article/view/798/1942 ''Los parámetros de la muerte cerebral desde el punto de vista de la moral católica'']. Persona y Bioética, [S.l.], n. 11-12, jul. 2009. ISSN 2027-5382.  Fecha de acceso: 29 sep. 2018</ref>.
 
== Postura de la iglesia católica ==
Los límites de la parada cardiorrespiratoria como método diagnóstico de muerte resultaron manifiestos en el curso de los '''años cincuenta.''' El entonces director de la sección de anestesia de la clínica quirúrgica universitaria de Innsbruck (Austria), doctor '''Bruno Haid''', durante un '''congreso''' celebrado en Roma en noviembre de 1957, planteó al papa '''Pío XII''' tres cuestiones de ética médica entonces totalmente novedosas. Se referían a la aplicación/suspensión de la respiración artificial<ref>La respuesta del Papa sobre este punto fue completada el 5 de mayo de 1980 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la publicación de la Declaración [http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19800505_euthanasia_sp.html | Jura et bona] sobre la eutanasia. En la última parte del documento se recogen los principios establecidos por Pío XII sobre los tratamientos llamados extraordinarios o no proporcionados.</ref>, a la administración de sacramentos a enfermos considerados clínicamente muertos y, finalmente, a la determinación del momento de la muerte. Esta tercera pregunta es la que nos interesa.
 
Entonces recién nacida especialidad de la '''reanimación''' había alcanzado ya algunos éxitos notables. Pacientes con graves traumatismos craneoencefálicos de pronóstico infausto consiguieron sobrevivir. Sin embargo, a veces las condiciones del enfermo eran tales que se podía sospechar que estuviese virtualmente muerto, aun cuando el corazón continuaba contrayéndose sostenido por la reanimación. ¿Cómo establecer, entonces, cuándo se había instaurado la muerte? Entre los expertos había diversas opiniones: unos afirmaban que el coma profundo acompañado de parálisis respiratoria central bastaba para diagnosticar la muerte del paciente; otros aseguraban que había que esperar hasta la parada definitiva de la circulación sanguínea con respirador artificial o sin este. Según la moral, ¿Quién tenía razón?
 
La respuesta de '''Pío XII''' a la pregunta se articula en tres partes:
 
* Cuestión de competencia; ¿a quién corresponde determinar qué signos son indicativos de la muerte?
* Juicio de mérito: ¿Qué decir sobre la diversidad de pareceres entre los expertos?
* ¿Qué hacer en caso de duda insoluble?
 
'''En primer lugar,''' el Papa, aun recordando que el problema de '''la determinación de la muerte''' transciende el interés meramente clínico, reconoce que "'''depende del [[médico]], y en particular del anestesiólogo, dar una definición clara y precisa de 'la [[muerte]]' y del 'momento de muerte' de un paciente que expira en estado de inconsciencia'''"<ref>Discurso, 24-XI-1957, in AAS, 1957, vol. II, p. 1031</ref>.
 
Esta tarea de definir ha de entenderse en sentido clínico. El Papa, refiriéndose al concepto filosófico de separación completa y definitiva del alma del cuerpo, admite que los términos "cuerpo" y "separación" en la práctica resultan inaplicables. En otras palabras, '''los conceptos filosóficos no se traducen empíricamente en signos unívocos''' que puedan ser objeto de un procedimiento de diagnóstico y, por consiguiente, no pueden ser usados para ese propósito.
 
Con respecto '''al segundo punto''', la contestación es coherente con cuanto ha dicho antes sobre las '''competencias''', En efecto, el Papa afirma:
 
"La respuesta (cuál de los dos pareceres es correcto) no puede deducirse de ningún principio religioso ni moral y, en este sentido, '''no es de competencia de la Iglesia"'''.
 
Por tanto, '''Pío XII''' '''rehúsa pronunciarse sobre el dilema de naturaleza científica''' que le había planteado el doctor Haid: mientras no lleguen a un acuerdo los científicos, "el problema permanecerá abierto".
 
En esta situación de duda científica -del año 1957-, cuando se deba tomar una decisión el '''Papa recomienda recurrir a los criterios tradicionales''' que se aplican en situaciones semejantes, como, por ejemplo, la doctrina sobre la presunción de derecho y de hecho. Dada la naturaleza de su discurso, Pío XII mencionó solo algunos criterios:
 
''"Mientras las funciones vitales -a diferencia de la simple vida de los órganos- se manifiesten espontáneamente o incluso con ayuda de procedimientos artificiales",'' la presunción está a favor de que el paciente vive. Eso quiere decir que el peso de la prueba recae sobre la muerte, no sobre la vida; la presunción en favor de la vida no tiene valor absoluto, sino que se aplica a la mayor parte de los casos. En otras palabras, la presunción de vida en un paciente en '''reanimación es una conjetura clínicamente fundada''', pero no una certeza absoluta que no admita prueba en contrario.
 
La doctrina de Pío XII puede aplicarse al problema de la muerte cerebral como procedimiento diagnóstico de la condición de cadáver de un individuo cuya función cardiorrespiratoria es mantenida artificialmente. Esta tesis parece confirmada por la evolución posterior.
 
En el año '''2.000 Juan Pablo II''' tuvo un discurso con ocasión del '''XVIII Congreso internacional de la Sociedad de Trasplantes'''. En él afirma:<blockquote>Se trata del problema de la certificación de la muerte. '''¿Cuándo una persona se ha de considerar muerta con plena certeza?'''</blockquote><blockquote>(...)La experiencia humana enseña también que la muerte de una persona produce inevitablemente signos biológicos ciertos, que la medicina ha aprendido a reconocer cada vez con mayor precisión. En este sentido, los "criterios" para certificar la muerte, que la medicina utiliza hoy, no se han de entender como la determinación técnico-científica del momento exacto de la muerte de una persona, sino como un '''modo seguro, brindado por la ciencia, para identificar los signos biológicos de que la persona ya ha muerto realmente'''.</blockquote><blockquote>5. Es bien sabido que, desde hace tiempo, diversas motivaciones científicas para la certificación de la muerte han desplazado el acento de los tradicionales signos cardio-respiratorios al así llamado '''criterio "neurológico"''', es decir, a la comprobación, según parámetros claramente determinados y compartidos por la comunidad científica internacional, de la '''cesación total e irreversible de toda actividad cerebral (en el cerebro, el cerebelo y el tronco encefálico)'''. Esto se considera el signo de que se ha perdido la capacidad de integración del organismo individual como tal.</blockquote><blockquote>Frente a los actuales parámetros de certificación de la muerte -sea los signos "encefálicos" sea los más tradicionales signos cardio-respiratorios-, '''la Iglesia no hace opciones científicas.''' </blockquote><blockquote>Desde esta perspectiva, se puede afirmar que el reciente criterio de certificación de la muerte antes mencionado, es decir, la cesación total e irreversible de toda actividad cerebral, si se aplica escrupulosamente, no parece en conflicto con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica. En consecuencia, el agente sanitario que tenga la responsabilidad profesional de esa certificación puede basarse en ese criterio para llegar, en cada caso, a aquel grado de seguridad en el juicio ético que la doctrina moral califica con el término de "certeza moral". Esta certeza moral es necesaria y suficiente para poder actuar de manera éticamente correcta. Así pues, sólo cuando exista esa certeza será moralmente legítimo '''iniciar los procedimientos técnicos''' necesarios para la extracción de los órganos para el trasplante, con el previo [[consentimiento informado]] del donante o de sus representantes legítimos<ref>{{Cita web|url=https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/2000/jul-sep/documents/hf_jp-ii_spe_20000829_transplants.html|título=Discurso del Santa Padre Juan Pablo II con ocasión del XVIII Congreso internacional de la Sociedad de Trasplantes}}</ref>.</blockquote>
 
== Otros enlaces ==
# [https://www.bioeticaweb.com/determinando-el-momento-de-la-muerte-nuevas-evidencias-nuevascontroversias-dr-shewmon/ Determinando el momento de la muerte: nuevas evidencias, nuevas controversias]
# [https://www.bioeticaweb.com/antropologasa-y-criterios-neurolasgicos-de-la-muerte/ Antropologí­a y criterios neurológicos de la muerte]
# [https://www.observatoriobioetica.org/2017/11/aproximacion-al-significado-de-la-muerte-por-criterios-neurologicos/21001 ¿Cuándo podemos asegurar realmente que ha muerto un ser humano?]
 
== Referencias ==
 
{{listaref}}
[[Categoría:Historia de la Bioética]]
[[Categoría:Muerte]]

Revisión actual del 16:30 31 ago 2021

La muerte encefálica, también llamada muerte cerebral, se define como el cese completo e irreversible de la actividad encefálica o cerebral. La aparente ausencia de función cerebral no es suficiente; se requieren pruebas de esa irreversibilidad.[1]

Muerte de todo el cerebro

Introducción[editar | editar código]

El concepto de muerte del ser humano tiene diversos niveles de análisis según el concepto que se tenga de qué es el ser humano, y el punto de vista desde el que se aborde. Se puede hablar de la muerte desde el punto de vista biológico, o filosófico o religioso. También se puede concebir al ser humano como pura materia o como un ser abierto a la trascendencia o más específicamente según la religión que se practique. Además es distinto definir qué es la muerte, cómo se muere, o determinar el momento preciso de la muerte.

En cualquier caso se puede hablar de muerte como disgregación de una realidad que llamamos ser o individuo humano. Independientemente de que pueda pervivir en otras realidades biológicas, o no. Y de que pueda persistir más allá del cuerpo.

En un sentido filosófico "existe una sola forma de muerte de la persona, que consiste en la total desintegración del conjunto unitario e integrado que es la persona en sí misma, como consecuencia de la separación del principio vital o alma, de la persona, de su corporeidad. La muerte del ser humano, entendida en su sentido más estricto, es un acontecimiento que no puede ser identificado por ninguna técnica científica. Pero la experiencia humana enseña también que la muerte de un individuo produce signos biológicos, que se han aprendido a reconocer de forma cada vez más profunda y detallada".[2].

El conocimiento de señales de muerte del individuo siempre ha existido: la parada cardiorespiratoria, la corrupción. La necesidad de encontrar otras ha surgido con el desarrollo de las técnicas terapéuticas que pueden permitir mantener a la persona en una apariencia, o realidad, de estar vivo y también cuando ha surgido la posibilidad de utilizar órganos para trasplantes.

En estas circunstancias surge el concepto de muerte cerebral. Se habla de criterio de muerte cerebral como criterio de muerte de la persona. Se elabora "el llamado criterio neurológico (muerte cerebral), o sea la constatación, según parámetros bien identificados y compartidos por la comunidad científica internacional del cese de toda actividad encefálica - cerebro, cerebelo y tronco encefálico -, como signo de la pérdida de la capacidad integradora del organismo individual de la persona. lo que confirma que la persona a muerto" [3]·

En este criterio se asume que "es necesario que una constatación de la muerte cerebral de la persona se refiera a todo el cerebro - o sea incluyendo el cerebelo y el tronco encefálico - y que se determine con distintos procedimientos en un lapso de tiempo que permita verificar los datos obtenidos"[3].

Clarificación terminológica[editar | editar código]

El término "muerte cerebral" es poco feliz[4], pues en su sentido literal indica que el cerebro "muere", o que "ha muerto". No es ni un concepto médico, ni tiene una significación clara en un contexto no especializado. El médico habla de "necrosis" (concepto anatomopatológico) o "disfunción" (fisiopatológico) de un órgano, pero no se refiere a un "hígado muerto" o un "pulmón muerto". Incluso el concepto de "muerte cardiaca/cardiorespiratoria" ha comenzado a utilizarse solamente en los debates originados alrededor de la "muerte cerebral". La muerte es un término que se ha referido siempre al organismo, como entidad biológica unitaria, y no a una de sus partes.

En realidad lo que quiere indicar el término "muerte cerebral" es un criterio diagnóstico para determinar la muerte del organismo humano. Se trata de un criterio similar al cardiorespiratorio (que sigue siendo el habitual para la certificación de la muerte), pero se utiliza solamente en un contexto muy determinado, como es el de la medicina intensiva (no se puede realizar un diagnóstico de "muerte cerebral" si no hay conexión a un respirador). Se trata por tanto de un procedimiento diagnóstico, que incluye sobre todo la observación de algunos signos clínicos, a los que pueden asociarse, según los casos, algunas pruebas complementarias (electrofisiológicas, ecográficas o de imagen), como el EEG, la angiografía, etc.[4]

¿Qué no es la "muerte cerebral"?[editar | editar código]

  1. No es una nueva definición de muerte a la que se llega a través de un proceso deductivo. Aunque las causas de muerte sean variadas, hay una sola muerte del organismo (que coincide con la muerte de la persona). Algunos utilizan el término "muerte cerebral" como si quisieran desdoblar la muerte del organismo y la personal. Estos autores explican que, como el cerebro es el órgano esencial para la vida de relación, para lo propio de la persona, si muriese este órgano, habría muerto la persona, aunque el corazón siguiera latiendo. Esta posición no es compatible con una antropología cristiana, ni con aquellas filosofías que ven la persona humana como unidad sustancial de cuerpo y principio espiritual.
  2. No es un estado patológico muy grave, como puedan serlo el coma profundo, el estado vegetativo, o algunos síndromes neurológicos como el "locked-in" (donde la persona mantiene la conciencia, pero sufre una parálisis total, salvo la musculatura de los ojos, cuyo movimiento es la única posibilidad de comunicar con el exterior)[4].

El criterio neurológico de determinación de la muerte[editar | editar código]

Desde un punto de vista filosófico, a partir de Platón se define la muerte como la separación del cuerpo y el alma. Ciertamente no es posible determinar esta separación con ninguna prueba empírica. La medicina, desde siempre, ha buscado un criterio para su diagnóstico que fuera seguro, y lo ha encontrado en el cese de la respiración y del latido cardiaco. En un paciente con una patología de base conocida, y sabiendo que se encuentra en una fase terminal, estos signos han sido utilizados durante siglos para determinar la muerte de la persona. Nadie ha presentado objeciones de entidad a este criterio, incluso sabiendo, que el paciente terminal al que se para el corazón, podría -al menos durante un cierto espacio de tiempo- recuperar el flujo sanguíneo gracias a las llamadas "maniobras de resucitación".

El cese del flujo sanguíneo condiciona la pérdida de oxigenación de los tejidos, y por tanto su necrosis[4]. El primer sistema que sufre la falta de oxígeno es el nervioso, y concretamente el encéfalo, que en pocos minutos presenta daños irreparables. El papel regulador de este sistema es tal, que su pérdida hace imposible mantener la integración propia del organismo como un todo. Sucesivamente, la pérdida de flujo sanguíneo en el resto de órganos provoca la necrosis de cada uno de ellos, de los tejidos y células que lo forman.

La medicina ha distinguido siempre entre la muerte del organismo, su desintegración como un todo, que se determina a partir de un criterio diagnóstico (muerte clínica); y la "muerte" de cada uno de los órganos y tejidos que lo componen (muerte biológica). A nadie se le ocurre pensar que sea necesario llegar a este último estado de descomposición para poder certificar la muerte de una persona.

El criterio neurológico de determinación de la muerte es un criterio alternativo al cardiorespiratorio, cuando éste no puede aplicarse (sin caer en la futilidad médica), debido a la suplencia que realiza el respirador artificial (suplencia que permite no solo el recambio de oxígeno, sino también la permanencia del latido cardiaco que, aunque dispone de un sistema de activación intrínseco en el corazón, no puede mantenerse durante mucho tiempo en ausencia de la respiración[4]. Es más, el criterio neurológico, corresponde a una situación fisiopatológica más evolucionada respecto al criterio cardiorespiratorio, ya que como se ha visto, el daño encefálico es posterior a la parada cardiaca. Por tanto, este último criterio es más preciso que el anterior.

Si el criterio cardiorespiratorio supone la pérdida definitiva de actividad del corazón y de los pulmones, el criterio neurológico supone la del sistema nervioso central, concretamente del cerebro y del tronco de encéfalo (es lo que se denomina total brain death)[4].

Antecedentes[editar | editar código]

En 1968 un comité de expertos de la Universidad de Harvard propuso una definición del coma irreversible, a la que denominó "muerte cerebral" (brain death), y estableció un protocolo para su diagnóstico. En agosto publicó el documento histórico titulado "Una definición de coma irreversible" [5]. El Comité sugirió que además de la forma tradicional de definir la muerte, en términos de la pérdida de la función cardiorrespiratoria, se aceptase una nueva definición de muerte - muerte cerebral - que se centró en la pérdida de la función neurológica. A partir de entonces este término entró a formar parte tanto del vocabulario científico-médico, como sucesivamente, del lenguaje común. El informe proporcionaba con esto una base científica para una legislación que estableciese la muerte cerebral como muerte legal y fue promulgada para los 50 estados norteamericanos.

¿Cuáles eran los motivos que había movido a los redactores del documento referido? El Resumen del artículo original los especifica:

"El objetivo principal es definir el coma irreversible como un nuevo criterio para la muerte. Hay dos razones por las cuales hay necesidad de una definición:

1. Las mejoras en las medidas de resucitación y de apoyo han llevado a un aumento de los esfuerzos para salvar a los heridos de gravedad. A veces, estos esfuerzos solo tienen un éxito parcial, de modo que el resultado es un individuo cuyo corazón continúa latiendo pero cuyo cerebro está irreversiblemente dañado. La carga es grande en pacientes que sufren una pérdida permanente de intelecto, para sus familias y para los hospitales que necesitan camas disponibles para otros pacientes graves.

2 Los criterios obsoletos para la definición de muerte pueden generar controversia en la obtención de órganos para trasplante.[5]

Esta nueva forma de diagnosticar la muerte provocó no pocas reacciones tanto en el campo de la bioética, la medicina y la filosofía.

Controversia muerte cerebral versus muerte de la persona[editar | editar código]

No todo el mundo está de acuerdo en considerar la determinación de la muerte cerebral como el criterio para determinar la muerte de la persona. "Llama la atención la persistencia de controversias en relación al concepto de muerte encefálica a pesar de haber transcurrido más de 40 años del nacimiento de este concepto de muerte de la persona publicado en JAMA[5]en 1968" [6].

Dos casos recientes en los que el diagnóstico de muerte encefálica derivó en problemas clínico-ético-asistenciales que trascendieron a los medios de comunicación y a la opinión pública.

Uno de ellos es el caso de Jahi McMath, una joven que sufrió un cuadro de encefalopatía anóxica grave a consecuencia del cual desarrolló un cuadro compatible con el diagnóstico de muerte cerebral. Los padres del Jahi no aceptaron el diagnóstico de muerte y solicitaron el mantenimiento de las terapias al paciente al no considerarlo muerta[7].

El segundo caso es el caso de Marlise Muñoz, paciente embarazada, que también desarrolló muerte encefálica y cuyos médicos decidieron mantener las medidas de soporte vital (conexión al respirador, y mantenimiento del resto de terapias) basándose en el hecho de que estaba en juego la supervivencia del feto. La familia de Marlise  pidió que se suspendieran dichas medidas de soporte dado que Marlise se consideraba clínica y legalmente fallecida[8].

¿Cuáles son los factores que pueden influir en estas controversias? El profesor J.L. Bernat en un artículo publicado en The American Journal of Bioethics[9] las atribuye, entre otras causas, a la propia terminología “Muerte Encefálica” , la cual según él lleva a confusión al menos por dos razones;

  • La primera que el término “Muerte Encefálica” pudiera dar a entender que lo único que muere es el cerebro y no la persona, y
  • La segunda que el término “Muerte Encefálica” pudiera llevar a pensar que existe más de un tipo de muerte (por ejemplo, Muerte cardiaca, Muerte respiratoria, etc.).

Otro motivo que ha estado en el origen de las controversias ha sido la misma motivación utilitarista que reconoce el artículo de JAMA [5]: conseguir órganos para trasplantes[6].

Por último la confusión ha aumentado debido a que los términos "muerte cerebral" han sido definidos de tres formas diferentes.

Comisión Presidencial de EEUU 1981

Tres formas diferentes de definir la muerte cerebral[editar | editar código]

  1. El protocolo de Harvard exigía para establecer la muerte, la ausencia irreversible de función en el tronco del encéfalo y hemisferios cerebrales (Muerte Encefálica Global)
  2. Posteriormente los neurólogos británicos acuñaron el concepto de muerte de la persona basada en la ausencia de función irreversible del tronco del encéfalo (Muerte Troncoencefálica), sin necesidad, por tanto, de cese irreversible de las funciones de los hemisferios cerebrales, disminuyendo así los requisitos neurológicos para establecer la muerte de la persona.
  3. Un tercer concepto de muerte encefálica fue descrito por el profesor Robert Veatch[10] al proponer esté que la muerte de la persona debía establecerse en aquellas situaciones en que se había perdido de modo irreversible el contenido de la consciencia (situación equivalente a la que ocurre en pacientes en Estado vegetativo permanente) con independencia de que existiesen o no otras funciones cerebrales o troncoencefálicas.

La segunda opción: la pérdida funcional del tronco de encéfalo supone el cese de las funciones vegetativas, y entre ellas, la respiración. Se trata, por tanto, más de un criterio pronóstico de una muerte próxima que de un criterio diagnóstico.

La tercera opción: tiene la dificultad pues no corresponde a un criterio de muerte del organismo, ya que los pacientes en estado vegetativo podrían entrar en este grupo, y ciertamente no están muertos.

La mayoría de los especialistas propugna como criterio neurológico el cese irreversible de todas las funciones del encéfalo entero (cerebro y tronco): la opción de Harvard. Este criterio, que puede realizarse a través de una serie de pruebas clínicas, no implica que todas las células nerviosas de estos órganos se hayan necrotizado, sino que el encéfalo ha perdido de modo irreversible su funcionamiento[4].

La "muerte encefálica" es la muerte del individuo[editar | editar código]

Las razones que da Bonelli[11] y recoge Bernat son que:

  1. El organismo ha perdido su inmanencia, dado que sus procesos de vida ya no surgen de sí mismo sino del soporte externo de la UCI.
  2. El organismo ha perdido su autofinalidad, porque el control sobre los componentes (órganos-subsistemas) está ahora dirigido a la supervivencia de las partes y no del todo.
  3. El organismo ha perdido autorreferencia, porque el funcionamiento continuado de sus partes ya no es compatible con la función de la totalidad.
  4. El organismo ha perdido su integridad e indivisibilidad, porque sus diferentes componentes y subsistemas no pertenecen el uno al otro y no constituyen un todo.

El concepto de "muerte cerebral" en la opinión pública[editar | editar código]

¿Ha trascendido a la opinión pública el concepto técnico de muerte cerebral o con frecuencia se usa este concepto con otros significados?

En 2014 se llevó a cabo un trabajo que analiza las diferentes interpretaciones que el término «muerte cerebral» ha tenido en los medios de comunicación de EE.UU. y Canadá del 2005 al 2009, haciendo referencia a 904 artículos publicados en los periódicos de mayor difusión en estos países, “con el objetivo de obtener posibles causas comunes de la confusión, sobre el concepto de muerte determinada exclusivamente por criterios neurológicos «muerte cerebral», de los expertos y del público en general sobre este concepto crucial.”[12]

Después de hacer una minuciosa evaluación, los autores concluyen:

  • “Nuestro estudio revela una importante confusión sobre la muerte cerebral. En primer término llama la atención que la noción de «muerte cerebral», que frecuentemente se usa coloquialmente, carece de un significado médico claro y riguroso, tanto para el público en general como por los expertos que se dedican a discusiones médicas y éticas.”
  • “En segundo lugar, se señala la falta de sentido claro y preciso del término cuando se utiliza no coloquialmente, lo que se considera más grave. El criterio neurológico para la determinación de la muerte se menciona en menos del 10% de los artículos y las pruebas para determinarla solamente en la mitad de ellos (4,8%; N = 45). Este término también se define con poca frecuencia (2,7%, n = 14 en EE.UU. y el 3,6%; N = 15 en Canadá). Errores importantes sobre el “diagnóstico de la muerte cerebral”, su significado y los tiempos requeridos para declarar la muerte del paciente se encuentran solo en el 1, 2 y 5,3% de todos los artículos. Varios artículos sugieren que el paciente cuya muerte ha sido declarada, siguiendo el criterio neurológico, realmente muere una segunda vez cuando el corazón deja de funcionar.”
  • “La falta de un sentido unívoco atribuido a la «muerte cerebral», que ha sido una fuente continua de debates y discusiones, ya que si bien existe en todo el mundo un consenso general, a nivel de las asociaciones profesionales, varios estudios han puesto de manifiesto el escaso valor de la información de los medios de comunicación tradicionales sobre determinadas situaciones neurológicas como el estado vegetativo y el coma. Por eso, existe una profunda confusión acerca de la «muerte cerebral» en los medios de comunicación, lo que cuestiona su capacidad de realizar debates sobre este tema […]. Los datos sugieren, también, que la «muerte cerebral» se utiliza con frecuencia en los medios de comunicación en relación con temas de donación de órganos, principalmente como un requisito previo para la donación, lo que no es verdadero.”
  • Terminan de describir la grave situación, “el público y las familias aceptan implícitamente que una mera condición neurológica grave sin posibilidad de recuperación (y no «muerte cerebral») sería un criterio suficiente para la donación de órganos, una confusión que también se da en los médicos especialistas.” (Doig CJ, Young K, Teitelbaum J, et al. Brief survey: determining brain death in Canadian intensive care units. Can J Anaesth 2006; 53(6): 609–12.and Joffe AR, Anton N. Brain death: understanding of the conceptual basis by pediatric intensivists in Canada. Arch Pediatr Adolesc Med 2006; 160 (7): 747–52).

Criterios éticos[editar | editar código]

En 1985, un grupo de trabajo constituido por eminentes científicos[13] elaboró un documento, en el que se daba una definición biomédica de la muerte:

"Una persona está muerta cuando ha padecido una pérdida irreversible de la capacidad de integrar y de coordinar las funciones físicas y mentales del cuerpo".

y un criterio diagnóstico sobre el momento del deceso:

"La muerte se produce cuando: a) las funciones espontáneas del corazón y de la respiración han cesado definitivamente, o bien b) se ha comprobado la cesación irreversible de todas las funciones cerebrales".

Más aún, se concluía que

"La muerte cerebral es el verdadero criterio de muerte, puesto que la parada definitiva de las funciones cardiorrespiratorias conduce rápidamente a la muerte cerebral".

Cuatro años más tarde, un segundo grupo de trabajo confirmó las precedentes conclusiones de los científicos[14]

Se pueden extraer algunas conclusiones por lo que atañe tanto a la pertinencia de los parámetros de muerte cerebral en relación con la muerte de la persona, como a las condiciones de licitud para el uso de tales parámetros teniendo en cuenta las dudas teóricas y prácticas que todavía persisten. En concreto:

  • Debe reconocerse como grave la obligación de hacer todo lo posible para evitar que en ningún caso sea considerada muerta, y tratada como tal, una persona que en realidad está viva. En otras palabras, hay que emplear métodos diagnósticos que sean ciertos y seguros.
  • El problema de la validez de las señales de muerte cerebral para verificar la defunción de un paciente cuya función cardiorrespiratoria está siendo asistida artificialmente, sigue siendo competencia exclusiva de los reanimadores[15]. Dada la delicadeza del tema y sus importantes implicaciones de naturaleza ética, legal, social, etc., los expertos deben aplicar el máximo rigor y profesionalidad tanto para definir un protocolo de muerte cerebral como para disipar todas las dudas razonables al respecto.
  • Deben tomarse todas las precauciones para impedir que otros intereses puedan condicionar el diagnóstico de muerte. En concreto, ningún miembro del equipo de trasplante debería intervenir en el procedimiento de diagnóstico de muerte.
  • Los parámetros de la muerte cerebral han de ser entendidos como un procedimiento específico que se emplea sólo en los casos en los que existe una indicación precisa, como por ejemplo en pacientes sometidos a terapia intensiva. Particularmente, nunca serán aplicados ni a niños ni a adultos que estén bajo el efecto de sustancias depresivas del sistema nervioso.
  • Los parámetros de muerte cerebral no deben ser entendidos ni usados como una definición alternativa de la muerte de la persona. Debe rechazarse cualquier intento de instrumentalización para favorecer la eutanasia.
  • Igualmente, la muerte cerebral debe quedar fuera del debate sobre la suspensión de la nutrición y de la hidratación artificial del enfermo en coma profundo o en estado vegetativo persistente. En efecto, un enfermo comatoso que respira espontáneamente es a todas luces un enfermo viviente.
  • En todos los procedimientos que involucran el diagnóstico de muerte, como en otros campos de la investigación de base o clínica, las críticas bien fundadas y documentadas, incluso contra tesis consideradas científicamente indiscutibles, han de ser examinadas por los expertos con la máxima atención y objetividad. Además, está en el interés de los reanimadores corresponder, con señales claras e inequívocas, a la confianza que la sociedad les ha concedido en asunto tan delicado[16].
  • Por contra, las posibles críticas fundadas exclusivamente en sospechas de mala fe o de abuso de los médicos, o en prevenciones contra los operadores en el campo de trasplantes, o en temores de instrumentalización a favor de formas insidiosas de eutanasia, etc., hay que remitirlas a la deontología profesional, pues en realidad no cuestionan el procedimiento diagnóstico en sí sino su posible mal uso[17].

Postura de la iglesia católica[editar | editar código]

Los límites de la parada cardiorrespiratoria como método diagnóstico de muerte resultaron manifiestos en el curso de los años cincuenta. El entonces director de la sección de anestesia de la clínica quirúrgica universitaria de Innsbruck (Austria), doctor Bruno Haid, durante un congreso celebrado en Roma en noviembre de 1957, planteó al papa Pío XII tres cuestiones de ética médica entonces totalmente novedosas. Se referían a la aplicación/suspensión de la respiración artificial[18], a la administración de sacramentos a enfermos considerados clínicamente muertos y, finalmente, a la determinación del momento de la muerte. Esta tercera pregunta es la que nos interesa.

Entonces recién nacida especialidad de la reanimación había alcanzado ya algunos éxitos notables. Pacientes con graves traumatismos craneoencefálicos de pronóstico infausto consiguieron sobrevivir. Sin embargo, a veces las condiciones del enfermo eran tales que se podía sospechar que estuviese virtualmente muerto, aun cuando el corazón continuaba contrayéndose sostenido por la reanimación. ¿Cómo establecer, entonces, cuándo se había instaurado la muerte? Entre los expertos había diversas opiniones: unos afirmaban que el coma profundo acompañado de parálisis respiratoria central bastaba para diagnosticar la muerte del paciente; otros aseguraban que había que esperar hasta la parada definitiva de la circulación sanguínea con respirador artificial o sin este. Según la moral, ¿Quién tenía razón?

La respuesta de Pío XII a la pregunta se articula en tres partes:

  • Cuestión de competencia; ¿a quién corresponde determinar qué signos son indicativos de la muerte?
  • Juicio de mérito: ¿Qué decir sobre la diversidad de pareceres entre los expertos?
  • ¿Qué hacer en caso de duda insoluble?

En primer lugar, el Papa, aun recordando que el problema de la determinación de la muerte transciende el interés meramente clínico, reconoce que "depende del médico, y en particular del anestesiólogo, dar una definición clara y precisa de 'la muerte' y del 'momento de muerte' de un paciente que expira en estado de inconsciencia"[19].

Esta tarea de definir ha de entenderse en sentido clínico. El Papa, refiriéndose al concepto filosófico de separación completa y definitiva del alma del cuerpo, admite que los términos "cuerpo" y "separación" en la práctica resultan inaplicables. En otras palabras, los conceptos filosóficos no se traducen empíricamente en signos unívocos que puedan ser objeto de un procedimiento de diagnóstico y, por consiguiente, no pueden ser usados para ese propósito.

Con respecto al segundo punto, la contestación es coherente con cuanto ha dicho antes sobre las competencias, En efecto, el Papa afirma:

"La respuesta (cuál de los dos pareceres es correcto) no puede deducirse de ningún principio religioso ni moral y, en este sentido, no es de competencia de la Iglesia".

Por tanto, Pío XII rehúsa pronunciarse sobre el dilema de naturaleza científica que le había planteado el doctor Haid: mientras no lleguen a un acuerdo los científicos, "el problema permanecerá abierto".

En esta situación de duda científica -del año 1957-, cuando se deba tomar una decisión el Papa recomienda recurrir a los criterios tradicionales que se aplican en situaciones semejantes, como, por ejemplo, la doctrina sobre la presunción de derecho y de hecho. Dada la naturaleza de su discurso, Pío XII mencionó solo algunos criterios:

"Mientras las funciones vitales -a diferencia de la simple vida de los órganos- se manifiesten espontáneamente o incluso con ayuda de procedimientos artificiales", la presunción está a favor de que el paciente vive. Eso quiere decir que el peso de la prueba recae sobre la muerte, no sobre la vida; la presunción en favor de la vida no tiene valor absoluto, sino que se aplica a la mayor parte de los casos. En otras palabras, la presunción de vida en un paciente en reanimación es una conjetura clínicamente fundada, pero no una certeza absoluta que no admita prueba en contrario.

La doctrina de Pío XII puede aplicarse al problema de la muerte cerebral como procedimiento diagnóstico de la condición de cadáver de un individuo cuya función cardiorrespiratoria es mantenida artificialmente. Esta tesis parece confirmada por la evolución posterior.

En el año 2.000 Juan Pablo II tuvo un discurso con ocasión del XVIII Congreso internacional de la Sociedad de Trasplantes. En él afirma:

Se trata del problema de la certificación de la muerte. ¿Cuándo una persona se ha de considerar muerta con plena certeza?

(...)La experiencia humana enseña también que la muerte de una persona produce inevitablemente signos biológicos ciertos, que la medicina ha aprendido a reconocer cada vez con mayor precisión. En este sentido, los "criterios" para certificar la muerte, que la medicina utiliza hoy, no se han de entender como la determinación técnico-científica del momento exacto de la muerte de una persona, sino como un modo seguro, brindado por la ciencia, para identificar los signos biológicos de que la persona ya ha muerto realmente.

5. Es bien sabido que, desde hace tiempo, diversas motivaciones científicas para la certificación de la muerte han desplazado el acento de los tradicionales signos cardio-respiratorios al así llamado criterio "neurológico", es decir, a la comprobación, según parámetros claramente determinados y compartidos por la comunidad científica internacional, de la cesación total e irreversible de toda actividad cerebral (en el cerebro, el cerebelo y el tronco encefálico). Esto se considera el signo de que se ha perdido la capacidad de integración del organismo individual como tal.

Frente a los actuales parámetros de certificación de la muerte -sea los signos "encefálicos" sea los más tradicionales signos cardio-respiratorios-, la Iglesia no hace opciones científicas.

Desde esta perspectiva, se puede afirmar que el reciente criterio de certificación de la muerte antes mencionado, es decir, la cesación total e irreversible de toda actividad cerebral, si se aplica escrupulosamente, no parece en conflicto con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica. En consecuencia, el agente sanitario que tenga la responsabilidad profesional de esa certificación puede basarse en ese criterio para llegar, en cada caso, a aquel grado de seguridad en el juicio ético que la doctrina moral califica con el término de "certeza moral". Esta certeza moral es necesaria y suficiente para poder actuar de manera éticamente correcta. Así pues, sólo cuando exista esa certeza será moralmente legítimo iniciar los procedimientos técnicos necesarios para la extracción de los órganos para el trasplante, con el previo consentimiento informado del donante o de sus representantes legítimos[20].

Otros enlaces[editar | editar código]

  1. Determinando el momento de la muerte: nuevas evidencias, nuevas controversias
  2. Antropologí­a y criterios neurológicos de la muerte
  3. ¿Cuándo podemos asegurar realmente que ha muerto un ser humano?

Referencias[editar | editar código]

  1. Escudero D., “Diagnóstico de muerte encefálica”, Med. Intensiva 2009, vol. 33, N° 4, Barcelona. ISSN (versión impresa): 0210-5691. Disponible en [1]. Consultado en septiembre de 2018.
  2. Juan Pablo II (29 agosto 2000). «Discurso al XVIII Congreso Internacional de la Sociedad de Trasplantes». Consultado el 22 de septiembre de 2018. 
  3. 3,0 3,1 Sgreccia, Elio (2009). Manual de bioética. I: Fundamentos y ética biomédica. BAC. pp. 824-825. ISBN 9788422014089. 
  4. 4,0 4,1 4,2 4,3 4,4 4,5 4,6 Requena Meana, Pablo (2009). «El diagnóstico de muerte cerebral». Persona y Bioética 13 (2 (33)): 128-136. Consultado el 29 septiembre 2018. 
  5. 5,0 5,1 5,2 5,3 «A Definition of Irreversible Coma: Report of the Ad Hoc Committee of the Harvard Medical School to Examine the Definition of Brain Death». JAMA (205(6)). 1968. doi:10.1001/jama.1968.03140320031009. 
  6. 6,0 6,1 Dominguez Roldán, José María (12 junio 2015). «Sobre el concepto de muerte cerebral y muerte de la persona». Informes Bioética Press. Consultado el 23 septiembre 2018. 
  7. Schmidt, Samantha (29 junio 2018). «Jahi McMath, the Calif. girl in life-support controversy, is now dead». The Washington Post. Consultado el 23 septiembre 2018. 
  8. Parker, Malcolm (21 enero 2014). «Brain death, pregnancy and ethics: the case of Marlise Munoz». The Conversation. Consultado el 23 septiembre 2018. 
  9. Bernat, James L. (2014). «Whither Brain Death?». The American Journal of Bioethics (14(8)): 3-8. doi:10.1080/15265161.2014.925153. Consultado el 23 septiembre 2018. 
  10. Veatch, RM (2005 Aug). «The death of whole-brain death: the plague of the disaggregators, somaticists, and mentalists.». J Med Philos. 30(4): 353-378. PMID 16029987. Consultado el 23 septiembre 2018. 
  11. Bonelli, Raphael M.; Prat, Enrique H.; Bonelli, Johannes (2009-3). «Philosophical considerations on brain death and the concept of the organism as a whole». Psychiatria Danubina 21 (1): 3-8. ISSN 0353-5053. PMID 19270615. Consultado el 2018-09-30. 
  12. «Depictions of ‘brain death’ in the media: medical and ethical implications». Journal of Medical Ethics (40(4)): 253-259. 2014 Apr. doi:10.1136/medethics-2012-101260. Consultado el 23 septiembre 2018. 
  13. Working Group 19-21 October 1985 C. Chagas (ed) (1986). «The Artificial Prolongation of Life and the Determination of the Exact Moment of Death». Scripta Varia (Vatican City): XXVII-114. ISBN 88-7761-001-8. Consultado el 29 septiembre 2018. 
  14. Working Group 10-14 December 1989 R.J. White, H. Angstwurm, C. De Paula (eds) (1992). «The Determination of Brain Death and its Relationship to Human Death». Scripta Varia (Vatican City): XXVII-210. ISBN 88-7761-048-4. Consultado el 29 septiembre 2018. 
  15. El parecer favorable al uso de los parámetros de muerte cerebral es aceptado pacíficamente desde hace más de treinta años, no ha encontrado hasta ahora una oposición científica bien documentada, se ha introducido sólidamente en la praxis médica y es considerado un criterio deontológicamente válido. Por contra, el parecer adverso resulta claramente en minoría, y hasta ahora aduce observaciones y razonamientos no siempre apoyados en una documentación metodológicamente intachable. Todo esto hace aún más complicado, y casi imposible, un debate sereno y bien informado. Es de esperar que esta situación se supere lo más pronto posible, de manera que los expertos puedan comparar datos controlables y comprobables según la metodología científica. En el entretanto, parece éticamente justificado conceder más crédito a la tesis común.
  16. Puesto que el juicio moral debe alcanzar una certeza práctica, el concepto genérico de "parámetros de muerte cerebral" no basta; es necesario examinar el protocolo específico que viene de hecho usado en un determinado servicio de reanimación.
  17. Carrasco de Paula, Ignacio. Los parámetros de la muerte cerebral desde el punto de vista de la moral católica. Persona y Bioética, [S.l.], n. 11-12, jul. 2009. ISSN 2027-5382. Fecha de acceso: 29 sep. 2018
  18. La respuesta del Papa sobre este punto fue completada el 5 de mayo de 1980 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la publicación de la Declaración | Jura et bona sobre la eutanasia. En la última parte del documento se recogen los principios establecidos por Pío XII sobre los tratamientos llamados extraordinarios o no proporcionados.
  19. Discurso, 24-XI-1957, in AAS, 1957, vol. II, p. 1031
  20. «Discurso del Santa Padre Juan Pablo II con ocasión del XVIII Congreso internacional de la Sociedad de Trasplantes».