Declaración de Ginebra

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La Declaración de Ginebra es una de las políticas más antiguas de la Asociación Médica Mundial (AMM -WMA en inglés-), adoptada por la 2ª Asamblea General en Ginebra en 1948. Fue considerada como un reemplazo del juramento hipocrático antiguo, aunque basada en sus principios, la Declaración de Ginebra fue conocida rápidamente como la versión moderna del juramento hipocrático.

AMM logo
Asociación médica mundial

Se mantiene como uno de los documentos más constantes de la AMM. Con sólo muy pocas y cuidadosas revisiones durante varias décadas, protege los principios éticos de la profesión, influenciados relativamente por el espíritu de la época y el modernismo.

El juramento no debe ser leído solo, sino con políticas de la AMM más específicas y detalladas, en especial el Código Internacional de Etica Médica, adoptadas después de la Declaración de Ginebra desde 1948.

Adoptada por la 2ª Asamblea General de la AMM Ginebra, Suiza, Septiembre 1948 y enmendada por la 22ª Asamblea Médica Mundial Sydney, Australia, Agosto 1968 y la 35ª Asamblea Médica Mundial Venecia, Italia, octubre 1983 y la 46ª Asamblea General de la AMM Estocolmo, Suecia, Septiembre 1994 y revisada en su redacción por la 170ª Sesión del Consejo Divonne-les-Bains, Francia, Mayo 2005 y por la 173ª Sesión del Consejo, Divonne-les-Bains, Francia, Mayo 2006 y enmendada por la 68ª Asamblea General de la AMM, Chicago, Estados Unidos, Octubre 2017

Promesa del médico

Juramento hipocrático
Juramento hipocrático

COMO MIEMBRO DE LA PROFESIÓN MÉDICA:

  • PROMETO SOLEMNEMENTE dedicar mi vida al servicio de la humanidad;
  • VELAR ante todo por la salud y el bienestar de mis pacientes;
  • RESPETAR la autonomía y la dignidad de mis pacientes;
  • VELAR con el máximo respeto por la vida humana;
  • NO PERMITIR que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mis pacientes;
  • GUARDAR Y RESPETAR los secretos confiados a mí, incluso después del fallecimiento de mis pacientes;
  • EJERCER mi profesión con conciencia y dignidad, conforme a la buena práctica médica;
  • PROMOVER el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica;
  • OTORGAR a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que merecen;
  • COMPARTIR mis conocimientos médicos en beneficio del paciente y del avance de la salud;
  • CUIDAR mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar una atención médica del más alto nivel;
  • NO EMPLEAR mis conocimientos médicos para infringir los derechos humanos y las libertades ciudadanas, incluso bajo amenaza;
  • HAGO ESTAS PROMESAS solemne y libremente, empeñando mi palabra de honor.[1].

Del Juramento hipocrático a la Declaración de 2017

La Asociación Médica Mundial (AMM) culminó en 2017 una nueva revisión de la Declaración de Ginebra, en la cual se indican las bases éticas de actuación del cuerpo médico.

Juramento hipocrático s. V a. C[2] Declaración de Ginebra, 1948[3] Declaración de Ginebra, 2017[4]
Encabezado
Juro por Apolo, médico, por Asclepio, y por

Higía y Panacea, y por todos los dioses y

diosas del Olimpo, tomándolos por testigos,

cumplir este juramento según mi capacidad y mi conciencia.

En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica. Como miembro de la profesión médica.
Sentencias
1. Tendré al que me enseñó este arte en la

misma estimación que a mis padres,

compartiré mis bienes con él y, si lo necesitara, le ayudaré con mis bienes.

2. Consideraré a sus hijos como si fueran

mis hermanos y, si desean aprender el

arte médico, se lo enseñaré sin exigirles nada en pago.

3. A mis hijos, a los hijos de mi maestro y a los

que se obligaran con el juramento que manda

la ley de la medicina, y a nadie más, les

enseñaré los preceptos, las lecciones y la práctica.

1.   Me comprometo solemnemente a

consagrar mi vida al servicio de la humanidad.

2. Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento a que son acreedores.

1. Prometo solemnemente dedicar mi vida al servicio de la humanidad.

2. Velar ante todo por la salud y el bienestar de mi paciente.

4. Aplicaré mis tratamientos para beneficio de los enfermos, según mi capacidad y buen juicio, y me abstendré de hacerles daño o injusticia.

5. A nadie, aunque me lo pidiera, daré un veneno ni a nadie le sugeriré que lo tome.

6. Del mismo modo, nunca proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo.

3. Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad.

4. La salud y la vida de mi enfermo serán la primera de mis preocupaciones.

5. Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí.

6. Mantendré en toda la medida de mis medios el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica.

3. Respetar la autonomía y la dignidad de mi paciente.

4. Velar con el máximo respeto por la vida humana.

5. No permitir que consideraciones de edad,

enfermedad o incapacidad, credo, origen

étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mi paciente.

6. Guardar y respetar los secretos confiados a mí, incluso después del fallecimiento del paciente.

7. Viviré y ejerceré siempre mi arte en pureza y santidad.

8. No practicaré la cirugía en los que sufren de cálculos, antes bien dejaré esa operación a los que se dedican a ella.

9. Siempre que entrare en una casa, lo haré para bien del enfermo.

10. Me abstendré de toda mala acción o injusticia y, en particular, de tener relaciones eróticas con mujeres o con hombres, ya sean libres o esclavos.

7. Mis colegas serán mis hermanos.

8. No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, de partido o de clase.

7. Ejercer mi profesión a conciencia y dignamente, y conforme a la buena práctica médica.

8. Promover el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica.

11. Guardaré silencio sobre lo que, en mi consulta o fuera de ella, vea u oiga, que se refiera a la vida de los hombres y que no deba ser divulgado.

12. Mantendré en secreto todo lo que pudiera ser vergonzoso si lo supiera la gente.

9. Tendré absoluto respeto por la vida humana, desde su concepción.

10. Aún bajo amenazas no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad.

9. Otorgar a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que merecen.

10. Compartir mis conocimientos médicos en beneficio del paciente y el avance de la salud.

13. Si fuera fiel a este juramento y no lo violara, que se me conceda gozar de mi vida y de mi arte, y ser honrado para siempre entre los hombres.

14. lo quebrantara y jurara en falso, que me suceda lo contrario.

11. Hago estas promesas solemne y libremente, por mi honor. 11. Cuidar mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar atención médica del más alto nivel.

12. No emplear mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades ciudadanas, incluso bajo amenaza.

13. Realizo estas promesas solemne y libremente, bajo mi palabra de honor.

[5]

Comentarios adicionales

En el texto de la nueva Declaración de Ginebra se pueden observar los siguientes elementos: El reemplazo que se realiza de “las leyes de la humanidad” por los “derechos humanos y libertades ciudadanas”.

Parecería que este cambio no tiene mucha relevancia; sin embargo, la evolución contraproducente que los derechos humanos han venido experimentando, a partir de su impronta individualista –se comenta de supuestos derechos de cuarta o quinta generación–[6], hace pensar que la profesión médica tiene el gran peligro de plegarse a una práctica ilegitima, presionada por organismos multilaterales, Estados dictatoriales, sistemas de salud mercantilistas, esclavistas e inequitativos, o la simple moda o tendencia. No se pueden abandonar los postulados claros y netos determinados por un ethos hipocrático, jerarquizados a partir del bien del paciente, no de su autonomía; de la relación costo-beneficio, de la medicina del deseo, de las necesidades de una ciudadanía global, etc.

medico 1
Es recomendable que las facultades de Medicina sigan utilizando el Juramento hipocrático en las ceremonias de grado para que no se pierda una costumbre que dejará una huella indeleble.[5]

Situar la autonomía por delante de la dignidad, como se hace en la última versión de la declaración de Ginebra, implica un giro filosófico notable que devuelve al ser humano a un estado donde el individualismo prima sobre las demás consideraciones, donde el bien común pierde su naturaleza y su sentido, donde el relativismo es la medida de todas las cosas. Ejercer con ethos hipocrático implica no estar al servicio de los deseos o intereses del paciente.

Es muy llamativa una de las sentencia de la última versión de la declaración: “Tendré en cuenta mi propia salud, bienestar y habilidades para poder ofrecer los mejores cuidados”, pero se debe tener en cuenta la doble interpretación que se le puede dar: por un lado autocuidado, respeto al paciente; pero por otro, no se puede desconocer la sombra de la discriminación de médicos mayores o enfermos que pueden estar sujetos a medidas impositivas y draconianas[7], cuando lo que tal vez necesiten sea comprensión, ayuda y flexibilidad institucional para realizar un tránsito paulatino a una vida donde ya no esté el ejercicio profesional.

Aunque no se analiza aquí la versión de la Declaración de Ginebra de 2006, en ella se encuentra una concesión a la ideología de género: “Mis colegas serán mis hermanas y mis hermanos[8], que no se mantiene en la versión de 2017, aunque permanezca un vestigio suyo cuando no basta la mención del “sexo” como una de las determinantes de la imparcialidad en la acción médica, sino que se incluye además la “orientación sexual”.

Vale la pena resaltar el cambio que se produjo en relación con la valoración del aborto: de una prohibición universal en la versión de 1948 (“Tendré absoluto respeto por la vida humana, desde su concepción”) se ha pasado a una postura menos comprometedora “tendré el máximo respeto por la vida humana”. Este cambio puede ser considerado como licencia implícita al aborto.

Aunque casi todos están de acuerdo con que la profesión y la profesionalidad deben guiarse por pautas objetivas, racionales y realistas, la evaluación del ethos que está en la base de esa profesión y de ese profesionalismo se evalúa con dificultad[9], es posible pensar que es una realidad espontánea y evidente, sobre la que no hace falta pensar demasiado y, en cambio, sea necesario solo actuar.

Tener conciencia del ethos en la profesión es determinante para realizar una buena práctica y, sobre todo, para brindarles al paciente y a su familia los elementos que soportan la confianza que todo paciente necesita para acudir con seguridad a un profesional:

  • Que no le practicará procedimientos perjudiciales.
  • Que le respetará en su dignidad e integridad como persona.
  • Que realizará bien su trabajo, con humanismo, ciencia y competencia.

Otros artículos

Referencias

  1. WMA (The World Medical Association, Asociación Médica Mundial). Declaración de Ginebra. Consultado el 3 de septiembre de 2018. 
  2. Herranz, G. Juramento hipocrático. 
  3. González, A.; Pérez, M.; Rancich, AM. (2003). «Jerarquización de los compromisos de la declaración de Ginebra». Gac Méd Méx 6 (139): 629-33. 
  4. «DECLARACIÓN DE GINEBRA». Asociación Médica Mundial. Consultado el 6 de septiembre de 2021. 
  5. 5,0 5,1 Gamboa Bernal, Gilberto A. (Julio de 2018). «La Declaración de Ginebra revisada a la luz de la nueva cultura». Persona y Bioética 22 (1): 5 - 16. doi:10.5294/pebi.2018.22.1.1. Consultado el 6 de septiembre de 2021. 
  6. Pérez-Luño, A. (2014). «Los derechos humanos hoy: perspectivas y retos XXII. Conferencias Aranguren. ISEGORÍA.». Revista de Filosofía Moral y Política 2 (51): 465-544. doi:10.3989/isegoria.2014.051.01. 
  7. Dellinger, EP.; Pellegrini, CA.; Gallagher, TH. (2017). «The aging physician and the medical profession». JAMA Surg. 10 (152): 967-71. doi:10.1001/jamasurg.2017.2342. 
  8. Chavarría, O. (2009). «Declaración de Ginebra». Arch Pediatr Urug. 1 (80): 42. 
  9. Schwandt, TA. (2017). «Professionalization, ethics, and fidelity to an evaluation ethos.». American Journal of Evaluation 4 (38): 546-53. doi:10.1177/1098214017728578.