Karen Ann Quinlan

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Karen Ann Quinlan (29 de marzo de 1954, Scranton, Pennsylvania, EEUU - 11 de junio de 1985, Nueva Jersey, EEUU) fue una joven estadounidense que cayó en coma por consecuencia de la ingestión de alcohol y barbitúricos, a los 21 años de edad, sufriendo un daño cerebral irreversible. Fue mantenida con vida en forma artificial hasta 1985, después de un largo proceso legal iniciado por sus padres para permitirle morir. Su caso abrió un debate sobre la eutanasia, y aportó preguntas importantes en cuestiones como bioética, y derechos civiles.

La tragedia[editar | editar código]

En abril de 1975, la joven Karen A. Quinlan comenzó una dieta estricta para poder usar un vestido que había comprado recientemente para lucir en una fiesta. El 15 de abril, no habiendo comido nada, excepto unas rebanadas de pan, en un período de 48 horas, asistió a una fiesta en casa de un amigo.

Durante el transcurso de la fiesta, tras consumir alcohol y Valium (un tranquilizante), Quinlan dijo a sus amigos que se sentía mareada, y fue a recostarse en la cama de su amigo. Más tarde fue encontrada por los que asistieron a la fiesta, inconsciente y sin respirar. Fue llevada de urgencia a un hospital, donde se le diagnosticó una anoxia prolongada por falla del sistema autónomo y carencia respiratoria; Le fue puesto un respirador artificial en el hospital. Sin embargo, el daño cerebral era tal que quedó en estado de coma vegetativo.

No se precisó la causa de la falla respiratoria, aunque su madre dijo que el diagnóstico médico fue que se quedó dormida o inconsciente, y que se ahogó con su propio vómito. Esto también pudo haber sucedido por la combinación de alcohol, barbitúricos y la privación de comida.

Después de algunos meses, sus padres solicitaron que fuera retirada del respirador que la mantenía viva, pero el personal hospitalario se negó argumentando que tal acto equivaldría a homicidio. Acudieron a la Suprema Corte de Justicia de Nueva Jersey instancia que finalmente dispuso que se retirara dicho respirador.

Debido a que varias requisiciones ante la corte estatal fueron infructuosas, en 1976 los padres llevaron su caso a la Corte Suprema de Nueva Jersey, que autorizó la decisión de los padres. Cuando fue quitada del respirador, Quinlan sorprendió al mundo porque continuó respirando de forma no asistida, alimentando la posibilidad de recuperación, siendo alimentada artificialmente por nueve años más. Este caso fue relevante debido a que, a raíz de la sentencia judicial, se impulsaron los comités de ética hospitalaria. El Juez Richard Hughes de la Suprema Corte de Nueva Jersey requirió que fuera consultado un Comité de Ética del Hospital donde estaba internada la paciente. Su recomendación se fundó en un artículo de una pediatra llamada Karen Teel, quien un año antes publicó en el Baylor Low Review un artículo donde proponía estos comités para la resolución de casos conflictivos en referencia a distintas opciones terapéuticas[1].

Vivió en estado vegetativo persistente hasta su muerte por neumonía en 1985.

Su caso es crítico, ya que abrió las puertas para establecer las directrices médico-legales para el cuidado de este tipo de enfermos; las discusiones de ahí emanadas sembraron las bases para la creación de los testamentos en vida.

La resonancia pública que adquirió el caso Quinlan llamó la atención sobre una figura prácticamente inexistente hasta entonces y la consolidó formalmente que fueron los comités éticos. Pero fue el informe de marzo de 1983 Deciding to Forego Life-Sustaining Treatment de la President's Commission for the Study of Ethical Problems in Medicine and Biomedical and Behavioral Research, el que dio un impulso decisivo a estos comités al proponer la formación y utilización de los mismos para asistir en la toma de decisiones acerca de pacientes terminales.

Referencias[editar | editar código]

  1. Teel, Karen. «The Physician's Dilemma - A Doctor's View: What the Law Should Be». Baylor L., Rev. 1975 (27): 6-9. Consultado el 14-04-2020.